lunes, 10 de diciembre de 2018

EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO (XXIII) - Tratado de los Siete Rayos. VOL. 1 - Psicología Esotérica I (II)


Este artículo es la continuación de El Dolor y el Sufrimiento (XXII)

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Como en otras ocasiones, para realizar este estudio he intentado hacer una recopilación exhaustiva de extractos de todos los libros del Maestro y de Alice A. Bailey (25) que tratan sobre estos temas, aunque dada la extensión de toda la obra del Tibetano, podría ser que faltase algún fragmento.

Cada fragmento viene precedido por el título del libro, capítulo y/o sección de donde procede el texto, por si se desea ampliar la información mas allá de lo relacionado estrictamente con el tema.

Las conclusiones (cuando las haya) son personales, por tanto, como tales no tiene porque estarse de acuerdo con las mismas. Son reflexiones e interpretaciones propias de los extractos del Tibetano.

En la última entrada que se publique sobre el tema, si lo deseáis, podréis descargaros la recopilación completa en un documento en formato pdf.

Espero que la lectura de estos artículos (que iré publicando progresivamente al ser demasiado extensa toda la recopilación) pueda seros de utilidad.


Dani

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Tratado de los Siete Rayos. Vol. 1 - Psicología Esotérica I (1936)


“…Primero, las energías de Cinco rayos, actúan sobre el reino humano y en el transcurso de las épocas elevan al hombre de la muerte a la vida; lo sacan de la oscura prisión de la materia y lo llevan a la luz del día. Son las cinco fuerzas dadoras de vida que elevan la conciencia humana al cielo y hacen que la forma permanezca subyacente. No conozco otra palabra para expresar ese concepto, excepto la palabra subyacente, y el verdadero significado se observa cuando se la divide en sus dos partes componentes.



Segundo, estas energías de rayo, que actúan hoy a través del reino humano, también elevan a los reinos subhumanos de la naturaleza (después de mucho esfuerzo) hacia la vida y la comprensión consciente. Mediante estos cinco puntos de contacto espiritual en cada uno de los tres reinos, la vida es llevada a la naturaleza misma. Para esto "la entera creación ha gemido y sufrido hasta ahora". Aquí reside el secreto de la resurrección en sentido planetario -resurrección efectuada individualmente por cada hijo de Dios que alcanza la meta.” (258)

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“…respecto a la humanidad, El Antiguo Comentario dice:



“Los Señores del quinto gran rayo de la mente nos han señalado y nos han puesto en el camino. Los Señores del sexto gran rayo nos han obligado a sufrir por la causa y, sin embargo, a amarla y a aprender mediante nuestra profunda devoción. Los Señores del tercer gran rayo nos conducen por medio de la mente a la pira funeraria, a la etapa en que morimos, pero resucitamos nuevamente. En la tercer cámara y en el tercer día oscuro el Maestro desaparece. Muere; se pierde de vista. Pero Los cinco grandes Señores unen sus fuerzas. En sublime compañerismo trabajan para resucitar a los muertos. Sólo así puede pronunciarse esa Palabra que devuelve la vida a los muertos. Tal el trabajo que realiza el hombre para Dios, y Dios para el hombre."” (259)

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“He indicado ya que el séptimo rayo entrante actúa a través del centro sacro planetario y luego a través del centro sacro de cada uno de los seres humanos. Por esta razón podemos anticipar el desarrollo de esa función humana que denominamos sexual. Oportunamente en la actitud del hombre veremos los cambios consiguientes respecto a este problema tan difícil. Al referirme a este tema y al delinear lo que es posible decir en la actualidad, trataré de exponerlo en forma más sencilla y expresar mis pensamientos de modo que surja algo constructivo y emita una nota que será oída con claridad en medio del fragor actual de sonidos discordantes, puntos de vista antagónicos y diversidad de ideas.



Evidentemente resulta difícil encarar el tema, pero ¿por qué es tan difícil? En último análisis, encontramos que la dificultad reside en los prejuicios que existen en la mente de los hombres y en la convicción interna de que su punto de vista particular es lógicamente el correcto, porque viven y actúan de acuerdo al mismo, lo cual les basta; esto se basa en el hecho de que el sexo es uno de los impulsos primitivos fundamentales, uno de los instintos sustanciales y, por lo tanto, el factor dominante de la parte animal de la naturaleza de hombre, y también en la excesiva intimidad del tema, intimidad transmutada en un secreto indecente durante los períodos en que la raza sufría un excesivo puritanismo y prostituyó una función natural y la convirtió en un misterio lascivo. Esta intimidad relacionada con el tema del sexo fue la causa de que se lo considerara como algo que no debía mencionarse y un tópico que las personas decentes no debían tratar, en vez de ser un proceso tan instintivo y natural como beber y comer. Sin embargo esta función no ha sido llevada al ritmo de la vida diaria ni considerada como algo que debe seguirse y satisfacer cuando surge la necesidad y la demanda razonable. Aquí reside la gran diferencia y ofrece una clave al problema.



Por otra parte la dificultad quizás radique en los muy diversos conceptos que los hombres tienen sobre el tema, que abarcan desde la promiscuidad irregular, a la monogamia, dando por resultado la cruel imposición y restricción en las mujeres y el libertinaje desenfrenado en los hombres. Al margen de estas dificultades y como resultado de tales actitudes erróneas, respecto a lo legal y lo ilegal, al libertinaje y a las restricciones, se han producido focos de infección (si así puedo denominarlos) en nuestra civilización. De allí el relajamiento moral fundado en la incertidumbre, los "distritos de tolerancia", lamentable contemporización de las tendencias viciosas y deseos insatisfechos; los divorcios, que han devastado la vida de la familia y con el tiempo socavarán la vida nacional (de la cual cada familia debería ser una parte substancial), y el constante aumento de las enfermedades como resultado de la prevaleciente promiscuidad y las numerosas relaciones ilícitas. También existe un factor sicológico muy importante. Este hecho es la actitud militante expresada por muchos grupos que tratan de imponer a sus semejantes sus propias ideas y peculiar solución al problema.” (260)

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“Es divinamente verdad que la tendencia de los pensamientos y los deseos del hombre se dirigen a establecer la monogamia, pero todavía esto no se ha logrado en forma universal. Si encaramos esta cuestión con valor y honestidad llegaremos a la conclusión de que en el transcurso de las épocas los hombres nunca fueron monógamos. Las mujeres en el pasado lo han sido más que los hombres, pero quizás ahora no, porque el conocimiento moderno inculca también métodos modernos para protegerse del riesgo y el dolor del parto. Hasta ahora la procreación ha sido considerada como el obstáculo y el castigo de las relaciones sexuales legales o ilegales. ¡ Pensemos en el horror que se desprende de estas palabras! Lógicamente siempre hubo y habrá mujeres que practican el antiguo comercio de la promiscuidad, pero aquí sólo me refiero a las mujeres del hogar.



¿ Me creerán, si les digo, que la situación mundial de hoy, en lo que respecta al sexo, es tan crítica y grave que no hay un pensador que pueda aún ver la solución, o que halle -no importa cuán claro o erudito sea su modo de pensar- salida a la actual encrucijada? Las tradiciones, las costumbres y las prácticas, con sus inevitables consecuencias y su larga permanencia, sirven para aturdir las mentes más esclarecidas. El resultado físico del acto sexual efectuado dentro o fuera del matrimonio legalizado no sólo ha sido producir la vida humana, sino gran parte de las enfermedades, insania, tendencias malignas e impulsos pervertidos que hoy día llenan nuestros hospitales, clínicas neurosiquiátricas, sanatorios, prisiones y manicomios.



La juventud, especialmente la idealista y la que piensa con claridad, enfrenta una situación que desafía todos sus esfuerzos por comprenderla. No sabe qué pensar o creer. Observan que forman parte de hogares santificados por el matrimonio legal y descubren (en gran escala) nada más que desdicha, prostitución legalizada, mala salud y la búsqueda de relaciones ilícitas fuera del hogar; niños no deseados y abandonados, disidencias entre cónyuges desavenidos y divorcios, y no hallan respuesta a sus numerosas e inteligentes preguntas. Así buscan en otra parte y ven la vida que llevan quienes han eludido la responsabilidad matrimonial, hallando nada más que descontento, vida sexual secreta, mala salud por inhibición de los instintos naturales, condiciones sicológicas del peor tipo, a veces hijos ilegítimos, perversiones sexuales y la creciente tendencia hacia lo que se denomina homosexualidad. La juventud se siente abatida por la total confusión y no halla respuesta a sus interrogantes. Se ha dirigido a los hombres del mundo solicitando solución y ayuda y no obtiene una clara respuesta ni una sólida filosofía sana o instrucción fundamental. Se le puede ofrecer un sólido sentido común y aconsejarle que evite excesos y condiciones que perjudican su salud o darle la responsabilidad de encauzar y rectificar la situación económica. Se le puede señalar la moralidad del pasado y advertirle los resultados inevitables cuando se transgreden las leyes de la naturaleza y se prostituye el cuerpo físico por los deseos irreprimidos. Se le puede elogiar las virtudes de vivir con rectitud y recalcar el hecho de que son hijos de Dios. Todo esto es bueno, correcto y útil, pero no se le ofrece una verdadera solución, ni se arroja luz sobre su problema y tampoco se disipa su confusión. Quizás podría dirigirse a la gente de orientación religiosa y recurrir al clero ortodoxo. Se le puede pedir que sea buena, citar ejemplos de los santos, sumergírsela en un torrente de mandatos puritanos, conocidas verdades beatíficas y explicaciones que no convencen, basadas frecuentemente en prejuicios y predilecciones personales. Pero raras veces se emite una nota clara y lo único que puede hacerse es enunciar la Ley Mosaica: harás... ". A la juventud investigadora de la actual generación no le satisface su anhelo de conocer el hecho de que Dios dice esto o aquello, o la Biblia ordena esto, aquello o lo otro. La esperanza de que obtendrá el cielo y recibirá su justa recompensa si practica la autodisciplina, el autocontrol y la abstinencia sexual, está muy lejos de contrarrestar las tentaciones del mundo circundante y los insistentes impulsos que surgen dentro del hombre mismo.



Es verdad que existen muchas personas que resisten la "tentación de la carne" y también es cierto que existen hombres y mujeres que pasan por la vida puros y sin contaminarse. Hay almas avanzadas que son la gloria de la humanidad, cuyas vidas están separadas de la naturaleza animal y cuyas mentes controlan sus actos cotidianos. Pero muchas de ellas viven en otro mundo distinto de pensamiento e intereses y no son tentados como los hijos de los hombres cuyas inclinaciones son de naturaleza animal. Tenemos lógicamente también los que se abstienen de obrar mal por temor a los resultados en el cuerpo físico o en el más allá, mundo que denominan del castigo. Pero ¿ cuál de estas personas, aún la más buena y santa, puede hablar con verdadera sabiduría y comprensión sobre este problema universal? ¿ Cuál de ellas puede ver actualmente el camino de salida para la humanidad? ¿Y cuál es la que comprende la razón de toda esta angustia, maldad y pecado, surgidos de las relaciones sexuales? ¿ Quién realmente comprende el verdadero significado de la vida sexual y el lugar que ocupa en el gran esquema de las cosas, y la razón de la relación entre los sexos? ¿ Cuál de ellas puede decir con verdadera visión cuál será el próximo paso evolutivo, dónde iremos y cuál será el progreso inmediato?” (261)

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“La tercera ley fundamental que traería una solución a nuestros problemas actuales modernos, incluyendo el del sexo, surge lógicamente de las otras dos. Es la Ley de la Vida Grupal. Nuestras relaciones grupales deben ser observadas y reconocidas. El hombre no sólo debe cumplir amorosamente sus obligaciones familiares y nacionales, sino pensar en términos más amplios abarcando a la humanidad misma, y así expresar la Ley de la Hermandad. La hermandad es una cualidad grupal. Los niños que nacen ahora vienen equipados con un sentido más profundo del grupo y una conciencia grupal más desarrollada que hasta hoy. Resolverán sus propios problemas incluso el del sexo y se interrogarán a sí mismos si se les presenta una situación difícil. ¿Tenderá mi acción hacia el bien grupal? ¿Se dañará o sufrirá el grupo si hago esto o aquello? ¿Se beneficiará y obtendrá progreso e integración y unidad el grupo? Toda acción que no esté a la altura de los requisitos grupales será automáticamente rechazada. En la dilucidación de los problemas el individuo o ente, aprenderá a subordinar lentamente el bien y los placeres personales a las condiciones y requisitos grupales. Por lo tanto, podrá observarse que el problema sexual también tendrá solución. La comprensión de la Ley del Renacimiento, la buena voluntad hacia todos los hombres, expresándose como inofensividad, y el deseo de lograr la buena voluntad grupal, llegarán a ser gradualmente factores determinantes en la conciencia racial y nuestra civilización se adaptará con el tiempo a estas nuevas condiciones.



El último postulado que quiero recalcar es que si se cumplen estas tres leyes conducirán necesariamente a un deseo urgente de obedecer la ley del país donde el alma ha encarnado. Es innecesario decir que sé muy bien cuán inadecuadas son las leyes impuestas por los hombres. Quizás son temporariamente insuficientes para satisfacer la necesidad. Podrán fallar en su alcance y ser inadecuadas, pero en cierta medida resguardan a los pequeños y débiles seres y serán consideradas aplicables por quienes tratan de ayudar a la raza. Estas leyes están sujetas a cambios, a medida que se hace sentir el efecto de las tres grandes leyes, pero hasta que no sean reformadas inteligentemente (y eso llevará tiempo), frenarán el libertinaje y el egoísmo. También podrán causar sufrimiento. Esto nadie puede negarlo. Pero los sufrimientos no serán tan malos ni los efectos tan duraderos como lo sería si se derogaran esas leyes y comenzará el consiguiente ciclo anárquico. Por lo tanto, el servidor de la raza colabora en su vida diaria con las leyes del país, trabajando al mismo tiempo para subsanar las injusticias que ellas puedan producir, y para mejorar las imposiciones legales que inciden sobre el género humano en su país.” (262)

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“Quisiera decir algunas palabras respecto al sexo en la vida del discípulo. Existe una gran confusión sobre el tema; en las mentes de los aspirantes el precepto sobre el celibato está asumiendo un cariz de doctrina religiosa. Con frecuencia nos dicen los bien intencionados, pero carentes de lógica, que si un hombre es discípulo no puede contraer matrimonio y, por consiguiente, no puede haber una realización espiritual, a no ser que el hombre practique el celibato, teoría que tiene su origen en dos cosas:



Primero, en Oriente ha existido un concepto erróneo respecto a las mujeres. Segundo, en Occidente ha prevalecido, desde la época del Cristo, la tendencia a conceptuar la vida espiritual como monástica y conventual. Ambos conceptos encierran dos ideas equivocas y son la raíz de la gran incomprensión y la razón de muchos males. El hombre no es mejor que la mujer ni la mujer mejor que el hombre. Sin embargo, millares de personas consideran a la mujer como la perfección del mal y la base de la tentación. Pero Dios ordenó desde el principio que hombres y mujeres tenían que satisfacer las necesidades comunes y actuar y complementarse entre sí. Dios no ordenó que los hombres vivan en comunidad, aislados de las mujeres o las mujeres de los hombres; estos dos grandes sistemas han conducido a los abusos sexuales y a grandes sufrimientos.



Creer que el discípulo debe llevar una vida de celibato y abstenerse de practicar toda función natural, es incorrecto e indeseable. Esto puede comprobarse por el reconocimiento de dos cosas:



Primero, si la divinidad es verdaderamente una realidad y la expresión de la omnipotencia, de la omnipresencia, así como de la omnisciencia, y si el hombre es esencialmente divino, entonces no puede existir una condición donde la divinidad no tenga supremacía. No puede haber una esfera de actividad humana en la que el hombre no actúe en forma divina, o que las funciones no puedan ser iluminadas por la luz de la razón pura y la inteligencia divina. No me refiero aquí a ese argumento engañoso e hipotético que, debido a la divinidad inherente en el hombre, considera correcto lo que las personas normales y bien orientadas consideran erróneo. Eso puede ser sólo una excusa superficial para actual mal. Me refiero a las correctas relaciones sexuales dentro de los límites de las leyes tanto espirituales como las del país.



Segundo, la vida que no esté bien integrada ni ejerza todas las funciones de su naturaleza (animal, humana y divina, y el hombre es esas tres cosas en un solo cuerpo) es frustrada, inhibida y anormal. Es verdad que no todos pueden contraer matrimonio en estos tiempos, pero eso no niega la realidad más grande que Dios creó al hombre para unirse en matrimonio. No todos están en una posición que les permita vivir vidas normales y plenas, consecuencia también de la actual y anormal situación económica, pero ello no niega de manera alguna que las condiciones son anormales. Es igualmente falso, anormal e indeseable decir que el celibato forzado indica una profunda espiritualidad y es parte necesaria de todo entrenamiento esotérico y espiritual. No hay mejor escuela de entrenamiento para un discípulo o un iniciado, que la vida de familia, con sus relaciones obligatorias, la facilidad que otorga el ajustarse y adaptarse, el servicio y los sacrificios que demanda y las oportunidades que ofrece para expresar plenamente todas las facetas de la naturaleza del hombre. El mayor servicio que puede prestarse a la raza es proporcionar cuerpos a las almas que encarnan, atenderlas y educarlas dentro de los límites del hogar. Pero la cuestión y el problema de la vida familiar y el engendrar hijos ha sido desfigurado y mal interpretado; pasará mucho tiempo antes de que el matrimonio y los hijos asuman su correcto lugar sagrado, y más tiempo aún pasará antes de que desaparezcan el dolor y el sufrimiento, debido a nuestros errores y abusos en las relaciones sexuales; la belleza y la consagración del matrimonio y la manifestación de las almas en la forma reemplazarán al actual conjunto de ideas erróneas.



El aspirante y el discípulo en el Sendero y el Iniciado en el "Camino Iluminado', no tienen por lo tanto mejor campo de entrenamiento que la relación marital correctamente aplicada y comprendida. La disciplina rítmica de la naturaleza animal, la ofrenda de las naturalezas emocional e instintiva al altar del sacrificio, y la autoabnegación requerida en la vida de familia, constituyen un enorme poder de evolución y de purificación. El celibato que se exige es de naturaleza superior en lo que respecta a las exigencias de la naturaleza inferior y a la negativa del hombre espiritual a dejarse dominar por la personalidad y las exigencias de la carne. Adoptar la actitud de imponer el celibato en la preparación de la mayoría de los discípulos, ha conducido a la prostitución y a la perversión de las funciones y facultades otorgadas por Dios; aún donde no ha existido esta penosa condición y donde la vida ha sido sensata, consagrada y sana, ha habido frecuentemente indebido sufrimiento, dolor, angustia mental y disciplina, antes de que puedan ser controlados los pensamientos y las tendencias irrefrenables.



Es verdad que a veces un hombre se ve obligado a llevar una vida en la cual enfrentará el problema del celibato y estará forzado a abstenerse de toda relación física y a vivir una vida estrictamente célibe, a fin de demostrarse a sí mismo que puede controlar la parte animal e instintiva de su naturaleza, pero esta condición es frecuentemente el resultado de excesos y libertinaje en una vida anterior, y es necesario aplicar medidas rigurosas y condiciones anormales para neutralizar y rectificar errores del pasado y dar a la naturaleza inferior tiempo para reajustarse. Repito, esto no indica desarrollo espiritual sino más bien lo contrario. No olviden que estoy tratando el caso especial del celibato autoaplicado y no las actuales condiciones mundiales donde los hombres y mujeres, por razones económicas y de otra naturaleza, se ven obligados a vivir sin poder expresar la vida en forma natural y plena.

Finalmente, el problema sexual debe ser resuelto en el hogar y en condiciones normales, y a las personas más evolucionadas del mundo y a los discípulos de todos los grados les corresponde resolverlo.” (263)

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“El hombre es una entidad viviente, un consciente hijo de Dios (un alma) que ocupa un cuerpo animal. Esto es lo importante. Por lo tanto constituye un eslabón, que está lejos de ser el eslabón perdido. Unifica en sí mismo los resultados del proceso evolutivo tal como ha sido llevado a cabo durante épocas pasadas, y debido a esto puede poner en contacto un nuevo factor, el aspecto individual del conocimiento y sostenimiento de sí mismo. La presencia de este factor y aspecto es lo que diferencia al hombre del animal. Este aspecto produce en la humanidad la conciencia de la inmortalidad, la auto percepción y la auto centralización, lo cual hace que el hombre sea a imagen de Dios. Dicho poder innato y oculto proporciona al hombre la capacidad de sufrir, que ningún animal posee, y también lo capacita para cosechar los frutos de su experiencia en el reino del intelecto. Esta misma capacidad en embrión, está latente en el reino animal y en el dominio de los instintos. Tal propiedad peculiar de la humanidad le confiere el poder de percibir los ideales, registrar la belleza, reaccionar voluptuosamente a la música y gozar del color y la armonía. Ese algo divino convierte al género humano en el hijo pródigo, seducido por la vida mundana, las posesiones y la experiencia y por el poder de ese atrayente centro u hogar, del cual originó.” (264)

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“Ésta es la gloria de la futura era acuariana, de la próxima revelación del ciclo evolutivo y de la tarea del futuro inmediato. El drama real de esta triple relación (de la cual, como hemos visto, el sexo físico es sólo el símbolo) será representado, en gran escala en la vida del aspirante moderno durante los próximos cincuenta años. Lo que simbólicamente se denomina "el nacimiento del Cristo" o segundo nacimiento, tendrá lugar en muchas vidas y habrá nacido en la tierra un numeroso grupo de seres espirituales, formado por quienes han unido conscientemente y dentro de sí mismo los dos aspectos, alma y cuerpo, consumando así el "matrimonio místico". Este conjunto de acontecimientos individuales producirá una análoga actividad grupal, y veremos el surgimiento "del cuerpo manifestado de Cristo" en el plano físico y la aparición de la Jerarquía. Esto es lo que está sucediendo ahora, y cuanto vemos hoy a nuestro alrededor en el mundo son sólo dolores del parto que preceden al glorioso nacimiento.



Estamos hoy en el proceso de esta culminación. De allí la dificultad y el sufrimiento evidentes en la vida del verdadero discípulo quien –habiendo incorporado en sí mismo, simbólicamente, los dos aspectos padre-madre, espíritu-materia, y habiendo nutrido al niño Cristo durante el período de gestación- da ahora a luz al Cristo niño en el establo y en el pesebre del mundo. En la entera consumación de esta realización general el grupo también lo logrará y el Cristo aparecerá nuevamente en la Tierra, encarnando esta vez en los muchos, y no en una personalidad. Sin embargo, cada miembro del grupo es un Cristo en manifestación; todos juntos presentan el Cristo al mundo y constituyen un canal para la fuerza y vida crísticas.” (265)

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“…El amor no es un sentimiento sino el gran principio de atracción, deseo y tirón magnético y, en nuestro sistema solar, ese principio se demuestra como atracción e interacción entre los pares de opuestos. Esta interacción proporciona todos los grados o tipos necesarios para el desarrollo de la conciencia. En primer lugar se responde conscientemente a la atracción más poderosa y densa de la materia, la del reino mineral. Denso y pesado como es ese tipo de vibración, expresa, sin embargo, el amor embrionario. El reino que sigue a éste responde con más facilidad y verdadera percepción y sensibilidad, al surgir la conciencia del mundo vegetal. Pero también es amor. Responde más libremente y reacciona a contactos más amplios en el reino animal, y emergen y pueden reconocerse los deseos básicos instintivos, los cuales a su debido tiempo se convierten en el móvil de la vida y, sin embargo, lo único que manifiestan es el amor de Dios. El amor entre la vida y la forma conscientes y entre los pares de opuestos, conduce a una eventual síntesis o maridaje; es la relación que existe entre las dualidades básicas, no el sentimiento, sino la realidad de un gran proceso natural. Tenemos siempre la emergente gloria y la radiación de un amor creciente, hasta que llegamos al reino humano donde el amor entra en otro plano. Entonces la respuesta, la sensibilidad y la reacción sentimental humanas se desarrollan en una mente rudimentaria. La conciencia de amar y ser amado, de atraer y ser atraído, penetra por la puerta de la inteligencia y se expande hasta el estado de percepción humana. Placer y dolor llegan a ser factores definidos en el desarrollo, comenzando así la larga agonía de la humanidad. Entonces se ve el amor en su desnudo egoísmo, aunque puede ser presentida su gloria en potencia. Luego el amor o el deseo atractivo atrae hacia sí aquello que siente que necesita, pero más adelante cambia en lo que cree que debería poseer, y con el tiempo lo trasmuta en lo que sabe que es la herencia divina inmaterial de un hijo de Dios. Reflexionen sobre estas últimas palabras, porque al comprender el amor verdaderamente como sensibilidad, pensamiento y aspiración, se esclarecerá el gran problema del hombre, que lo liberará de la esclavitud de los amores inferiores y adquirirá la libertad que otorga el amor y la liberación del que posee todas las cosas y, sin embargo, no desea nada para el yo separado.



En nuestro planeta la atracción magnética del deseo se modifica por medio del rayo de la personalidad de nuestro particular Logos planetario. Es el Rayo de Inteligencia Activa y de Adaptabilidad selectiva. Así como cada célula y átomo en el cuerpo humano se modifican y condicionan por el rayo egoico y el rayo de cada uno de los cuerpos internos, así cada célula y átomo en el cuerpo del Logos planetario se condicionan y modifican por Su sobresaliente influencia de rayo, en este caso el rayo de Su personalidad. En esta influencia condicionante se encuentra la clave de la dificultad, el dolor y la agonía que existe actualmente en el mundo. En verdad el Logos planetario de nuestra tierra está principalmente condicionado por un rayo cósmico, pero no por Su rayo egoico. Quizás en esto resida la razón (o una de las razones) por la cual nuestra Tierra no sea uno de los siete planetas sagrados. No es necesario que me explaye sobre esto, pero debía llamarles la atención acerca de este gran factor determinante, el tercer rayo, el rayo de la personalidad de nuestro Logos planetario.” (266)

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(258) Segunda Parte. Capítulo II. Los Rayos y los Reinos de la Naturaleza. 3. El Reino Animal. C. Los Cinco Puntos de Contacto (pág. 214)

(259) Segunda Parte. Capítulo II. Los Rayos y los Reinos de la Naturaleza. 3. El Reino Animal. C. Los Cinco Puntos de Contacto (pág. 214)

(260) Segunda Parte. Capítulo II. Los Rayos y los Reinos de la Naturaleza. 3. El Reino Animal. E. El Problema del Sexo (pág. 217)

(261) Segunda Parte. Capítulo II. Los Rayos y los Reinos de la Naturaleza. 3. El Reino Animal. E. El Problema del Sexo (pág. 221)

(262) Segunda Parte. Capítulo II. Los Rayos y los Reinos de la Naturaleza. 3. El Reino Animal. E. El Problema del Sexo. 3. Sugerencias para el Ciclo Actual (pág. 241)

(263) Segunda Parte. Capítulo II. Los Rayos y los Reinos de la Naturaleza. 3. El Reino Animal. E. El Problema del Sexo. 4. El Sexo y el Discipulado (pág. 242)

(264) Segunda Parte. Capítulo III. Los Rayos y el Hombre. Introducción (pág. 247)

(265) Segunda Parte. Capítulo III. Los Rayos y el Hombre. Introducción (pág. 249)

(266) Segunda Parte. Capítulo III. Los Rayos y el Hombre. El Reino Humano. 2. El Rayo del Planeta Tierra (pág. 265)




(CONTINUACIÓN)

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