Este artículo es la continuación de El Dolor y el Sufrimiento (XXII)
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Como en otras ocasiones, para
realizar este estudio he intentado hacer una recopilación exhaustiva de
extractos de todos los libros del Maestro y de Alice A. Bailey (25) que
tratan sobre estos temas, aunque dada la extensión de toda la obra del
Tibetano, podría ser que faltase algún fragmento.
Cada fragmento viene precedido por el título del libro,
capítulo y/o sección de donde procede el texto, por si se desea ampliar la
información mas allá de lo relacionado estrictamente con el tema.
Las
conclusiones (cuando las haya) son
personales, por tanto, como tales no tiene porque estarse de acuerdo con
las mismas. Son reflexiones e interpretaciones propias de los extractos
del Tibetano.
En
la última entrada que se publique sobre el tema, si lo deseáis, podréis
descargaros la recopilación completa en un documento en formato pdf.
Espero que la lectura de estos artículos (que iré publicando
progresivamente al ser demasiado extensa toda la recopilación) pueda seros de utilidad.
Dani
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Tratado de los Siete Rayos. Vol. 1 - Psicología Esotérica I (1936)
(CONTINUACIÓN)
“…Primero, las energías de Cinco
rayos, actúan sobre el reino humano y en el transcurso de las épocas elevan al
hombre de la muerte a la vida; lo sacan de la oscura prisión de la materia y lo
llevan a la luz del día. Son las cinco fuerzas dadoras de vida que elevan la
conciencia humana al cielo y hacen que la forma permanezca subyacente. No
conozco otra palabra para expresar ese concepto, excepto la palabra subyacente,
y el verdadero significado se observa cuando se la divide en sus dos partes
componentes.
Segundo, estas energías de rayo,
que actúan hoy a través del reino humano, también elevan a los reinos
subhumanos de la naturaleza (después de mucho esfuerzo) hacia la vida y la
comprensión consciente. Mediante estos cinco puntos de contacto espiritual en cada
uno de los tres reinos, la vida es llevada a la naturaleza misma. Para esto
"la entera creación ha gemido y sufrido hasta ahora". Aquí reside el
secreto de la resurrección en sentido planetario -resurrección efectuada
individualmente por cada hijo de Dios que alcanza la meta.” (258)
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“…respecto a la humanidad, El
Antiguo Comentario dice:
“Los Señores del quinto gran rayo
de la mente nos han señalado y nos han puesto en el camino. Los Señores del
sexto gran rayo nos han obligado a sufrir por la causa y, sin embargo, a amarla
y a aprender mediante nuestra profunda devoción. Los Señores del tercer gran
rayo nos conducen por medio de la mente a la pira funeraria, a la etapa en que
morimos, pero resucitamos nuevamente. En la tercer cámara y en el tercer día
oscuro el Maestro desaparece. Muere; se pierde de vista. Pero Los cinco grandes
Señores unen sus fuerzas. En sublime compañerismo trabajan para resucitar a los
muertos. Sólo así puede pronunciarse esa Palabra que devuelve la vida a los
muertos. Tal el trabajo que realiza el hombre para Dios, y Dios para el
hombre."” (259)
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“He indicado ya que el séptimo
rayo entrante actúa a través del centro sacro planetario y luego a través del
centro sacro de cada uno de los seres humanos. Por esta razón podemos anticipar
el desarrollo de esa función humana que denominamos sexual. Oportunamente en la
actitud del hombre veremos los cambios consiguientes respecto a este problema
tan difícil. Al referirme a este tema y al delinear lo que es posible decir en
la actualidad, trataré de exponerlo en forma más sencilla y expresar mis
pensamientos de modo que surja algo constructivo y emita una nota que será oída
con claridad en medio del fragor actual de sonidos discordantes, puntos de
vista antagónicos y diversidad de ideas.
Evidentemente resulta difícil
encarar el tema, pero ¿por qué es tan difícil? En último análisis, encontramos
que la dificultad reside en los prejuicios que existen en la mente de los
hombres y en la convicción interna de que su punto de vista particular es
lógicamente el correcto, porque viven y actúan de acuerdo al mismo, lo cual les
basta; esto se basa en el hecho de que el sexo es uno de los impulsos
primitivos fundamentales, uno de los instintos sustanciales y, por lo tanto, el
factor dominante de la parte animal de la naturaleza de hombre, y también en la
excesiva intimidad del tema, intimidad transmutada en un secreto indecente
durante los períodos en que la raza sufría un excesivo puritanismo y prostituyó
una función natural y la convirtió en un misterio lascivo. Esta intimidad
relacionada con el tema del sexo fue la causa de que se lo considerara como
algo que no debía mencionarse y un tópico que las personas decentes no debían
tratar, en vez de ser un proceso tan instintivo y natural como beber y comer.
Sin embargo esta función no ha sido llevada al ritmo de la vida diaria ni
considerada como algo que debe seguirse y satisfacer cuando surge la necesidad
y la demanda razonable. Aquí reside la gran diferencia y ofrece una clave al problema.
Por otra parte la dificultad
quizás radique en los muy diversos conceptos que los hombres tienen sobre el
tema, que abarcan desde la promiscuidad irregular, a la monogamia, dando por
resultado la cruel imposición y restricción en las mujeres y el libertinaje
desenfrenado en los hombres. Al margen de estas dificultades y como resultado
de tales actitudes erróneas, respecto a lo legal y lo ilegal, al libertinaje y
a las restricciones, se han producido focos de infección (si así puedo
denominarlos) en nuestra civilización. De allí el relajamiento moral fundado en
la incertidumbre, los "distritos de tolerancia", lamentable
contemporización de las tendencias viciosas y deseos insatisfechos; los
divorcios, que han devastado la vida de la familia y con el tiempo socavarán la
vida nacional (de la cual cada familia debería ser una parte substancial), y el
constante aumento de las enfermedades como resultado de la prevaleciente
promiscuidad y las numerosas relaciones ilícitas. También existe un factor sicológico
muy importante. Este hecho es la actitud militante expresada por muchos grupos
que tratan de imponer a sus semejantes sus propias ideas y peculiar solución al
problema.” (260)
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“Es divinamente verdad que la
tendencia de los pensamientos y los deseos del hombre se dirigen a establecer
la monogamia, pero todavía esto no se ha logrado en forma universal. Si
encaramos esta cuestión con valor y honestidad llegaremos a la conclusión de
que en el transcurso de las épocas los hombres nunca fueron monógamos. Las
mujeres en el pasado lo han sido más que los hombres, pero quizás ahora no,
porque el conocimiento moderno inculca también métodos modernos para protegerse
del riesgo y el dolor del parto. Hasta ahora la procreación ha sido considerada
como el obstáculo y el castigo de las relaciones sexuales legales o ilegales. ¡
Pensemos en el horror que se desprende de estas palabras! Lógicamente siempre
hubo y habrá mujeres que practican el antiguo comercio de la promiscuidad, pero
aquí sólo me refiero a las mujeres del hogar.
¿ Me creerán, si les digo, que la
situación mundial de hoy, en lo que respecta al sexo, es tan crítica y grave
que no hay un pensador que pueda aún ver la solución, o que halle -no importa
cuán claro o erudito sea su modo de pensar- salida a la actual encrucijada? Las
tradiciones, las costumbres y las prácticas, con sus inevitables consecuencias
y su larga permanencia, sirven para aturdir las mentes más esclarecidas. El
resultado físico del acto sexual efectuado dentro o fuera del matrimonio
legalizado no sólo ha sido producir la vida humana, sino gran parte de las
enfermedades, insania, tendencias malignas e impulsos pervertidos que hoy día
llenan nuestros hospitales, clínicas neurosiquiátricas, sanatorios, prisiones y
manicomios.
La juventud, especialmente la
idealista y la que piensa con claridad, enfrenta una situación que desafía
todos sus esfuerzos por comprenderla. No sabe qué pensar o creer. Observan que
forman parte de hogares santificados por el matrimonio legal y descubren (en
gran escala) nada más que desdicha, prostitución legalizada, mala salud y la
búsqueda de relaciones ilícitas fuera del hogar; niños no deseados y
abandonados, disidencias entre cónyuges desavenidos y divorcios, y no hallan
respuesta a sus numerosas e inteligentes preguntas. Así buscan en otra parte y
ven la vida que llevan quienes han eludido la responsabilidad matrimonial,
hallando nada más que descontento, vida sexual secreta, mala salud por
inhibición de los instintos naturales, condiciones sicológicas del peor tipo, a
veces hijos ilegítimos, perversiones sexuales y la creciente tendencia hacia lo
que se denomina homosexualidad. La juventud se siente abatida por la total
confusión y no halla respuesta a sus interrogantes. Se ha dirigido a los
hombres del mundo solicitando solución y ayuda y no obtiene una clara respuesta
ni una sólida filosofía sana o instrucción fundamental. Se le puede ofrecer un
sólido sentido común y aconsejarle que evite excesos y condiciones que
perjudican su salud o darle la responsabilidad de encauzar y rectificar la
situación económica. Se le puede señalar la moralidad del pasado y advertirle
los resultados inevitables cuando se transgreden las leyes de la naturaleza y
se prostituye el cuerpo físico por los deseos irreprimidos. Se le puede elogiar
las virtudes de vivir con rectitud y recalcar el hecho de que son hijos de
Dios. Todo esto es bueno, correcto y útil, pero no se le ofrece una verdadera
solución, ni se arroja luz sobre su problema y tampoco se disipa su confusión.
Quizás podría dirigirse a la gente de orientación religiosa y recurrir al clero
ortodoxo. Se le puede pedir que sea buena, citar ejemplos de los santos,
sumergírsela en un torrente de mandatos puritanos, conocidas verdades
beatíficas y explicaciones que no convencen, basadas frecuentemente en
prejuicios y predilecciones personales. Pero raras veces se emite una nota
clara y lo único que puede hacerse es enunciar la Ley Mosaica: harás... ".
A la juventud investigadora de la actual generación no le satisface su anhelo
de conocer el hecho de que Dios dice esto o aquello, o la Biblia ordena esto,
aquello o lo otro. La esperanza de que obtendrá el cielo y recibirá su justa
recompensa si practica la autodisciplina, el autocontrol y la abstinencia
sexual, está muy lejos de contrarrestar las tentaciones del mundo circundante y
los insistentes impulsos que surgen dentro del hombre mismo.
Es verdad que existen muchas
personas que resisten la "tentación de la carne" y también es cierto
que existen hombres y mujeres que pasan por la vida puros y sin contaminarse.
Hay almas avanzadas que son la gloria de la humanidad, cuyas vidas están
separadas de la naturaleza animal y cuyas mentes controlan sus actos
cotidianos. Pero muchas de ellas viven en otro mundo distinto de pensamiento e
intereses y no son tentados como los hijos de los hombres cuyas inclinaciones
son de naturaleza animal. Tenemos lógicamente también los que se abstienen de
obrar mal por temor a los resultados en el cuerpo físico o en el más allá,
mundo que denominan del castigo. Pero ¿ cuál de estas personas, aún la más
buena y santa, puede hablar con verdadera sabiduría y comprensión sobre este
problema universal? ¿ Cuál de ellas puede ver actualmente el camino de salida
para la humanidad? ¿Y cuál es la que comprende la razón de toda esta angustia,
maldad y pecado, surgidos de las relaciones sexuales? ¿ Quién realmente
comprende el verdadero significado de la vida sexual y el lugar que ocupa en el
gran esquema de las cosas, y la razón de la relación entre los sexos? ¿ Cuál de
ellas puede decir con verdadera visión cuál será el próximo paso evolutivo,
dónde iremos y cuál será el progreso inmediato?” (261)
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“La tercera ley fundamental que
traería una solución a nuestros problemas actuales modernos, incluyendo el del
sexo, surge lógicamente de las otras dos. Es la Ley de la Vida Grupal. Nuestras
relaciones grupales deben ser observadas y reconocidas. El hombre no sólo debe
cumplir amorosamente sus obligaciones familiares y nacionales, sino pensar en
términos más amplios abarcando a la humanidad misma, y así expresar la Ley de
la Hermandad. La hermandad es una cualidad grupal. Los niños que nacen ahora
vienen equipados con un sentido más profundo del grupo y una conciencia grupal
más desarrollada que hasta hoy. Resolverán sus propios problemas incluso el del
sexo y se interrogarán a sí mismos si se les presenta una situación difícil.
¿Tenderá mi acción hacia el bien grupal? ¿Se dañará o sufrirá el grupo si hago
esto o aquello? ¿Se beneficiará y obtendrá progreso e integración y unidad el
grupo? Toda acción que no esté a la altura de los requisitos grupales será
automáticamente rechazada. En la dilucidación de los problemas el individuo o
ente, aprenderá a subordinar lentamente el bien y los placeres personales a las
condiciones y requisitos grupales. Por lo tanto, podrá observarse que el
problema sexual también tendrá solución. La comprensión de la Ley del Renacimiento,
la buena voluntad hacia todos los hombres, expresándose como inofensividad, y
el deseo de lograr la buena voluntad grupal, llegarán a ser gradualmente
factores determinantes en la conciencia racial y nuestra civilización se
adaptará con el tiempo a estas nuevas condiciones.
El último postulado que quiero
recalcar es que si se cumplen estas tres leyes conducirán necesariamente a un
deseo urgente de obedecer la ley del país donde el alma ha encarnado. Es
innecesario decir que sé muy bien cuán inadecuadas son las leyes impuestas por
los hombres. Quizás son temporariamente insuficientes para satisfacer la
necesidad. Podrán fallar en su alcance y ser inadecuadas, pero en cierta medida
resguardan a los pequeños y débiles seres y serán consideradas aplicables por
quienes tratan de ayudar a la raza. Estas leyes están sujetas a cambios, a
medida que se hace sentir el efecto de las tres grandes leyes, pero hasta que
no sean reformadas inteligentemente (y eso llevará tiempo), frenarán el
libertinaje y el egoísmo. También podrán causar sufrimiento. Esto nadie puede
negarlo. Pero los sufrimientos no serán tan malos ni los efectos tan duraderos
como lo sería si se derogaran esas leyes y comenzará el consiguiente ciclo
anárquico. Por lo tanto, el servidor de la raza colabora en su vida diaria con
las leyes del país, trabajando al mismo tiempo para subsanar las injusticias
que ellas puedan producir, y para mejorar las imposiciones legales que inciden
sobre el género humano en su país.” (262)
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“Quisiera decir algunas palabras
respecto al sexo en la vida del discípulo. Existe una gran confusión sobre el
tema; en las mentes de los aspirantes el precepto sobre el celibato está
asumiendo un cariz de doctrina religiosa. Con frecuencia nos dicen los bien
intencionados, pero carentes de lógica, que si un hombre es discípulo no puede
contraer matrimonio y, por consiguiente, no puede haber una realización
espiritual, a no ser que el hombre practique el celibato, teoría que tiene su
origen en dos cosas:
Primero, en Oriente ha existido
un concepto erróneo respecto a las mujeres. Segundo, en Occidente ha
prevalecido, desde la época del Cristo, la tendencia a conceptuar la vida
espiritual como monástica y conventual. Ambos conceptos encierran dos ideas
equivocas y son la raíz de la gran incomprensión y la razón de muchos males. El
hombre no es mejor que la mujer ni la mujer mejor que el hombre. Sin embargo,
millares de personas consideran a la mujer como la perfección del mal y la base
de la tentación. Pero Dios ordenó desde el principio que hombres y mujeres
tenían que satisfacer las necesidades comunes y actuar y complementarse entre
sí. Dios no ordenó que los hombres vivan en comunidad, aislados de las mujeres
o las mujeres de los hombres; estos dos grandes sistemas han conducido a los
abusos sexuales y a grandes sufrimientos.
Creer que el discípulo debe
llevar una vida de celibato y abstenerse de practicar toda función natural, es
incorrecto e indeseable. Esto puede comprobarse por el reconocimiento de dos
cosas:
Primero, si la divinidad es
verdaderamente una realidad y la expresión de la omnipotencia, de la
omnipresencia, así como de la omnisciencia, y si el hombre es esencialmente
divino, entonces no puede existir una condición donde la divinidad no tenga
supremacía. No puede haber una esfera de actividad humana en la que el hombre
no actúe en forma divina, o que las funciones no puedan ser iluminadas por la
luz de la razón pura y la inteligencia divina. No me refiero aquí a ese
argumento engañoso e hipotético que, debido a la divinidad inherente en el
hombre, considera correcto lo que las personas normales y bien orientadas
consideran erróneo. Eso puede ser sólo una excusa superficial para actual mal.
Me refiero a las correctas relaciones sexuales dentro de los límites de las
leyes tanto espirituales como las del país.
Segundo, la vida que no esté bien
integrada ni ejerza todas las funciones de su naturaleza (animal, humana y
divina, y el hombre es esas tres cosas en un solo cuerpo) es frustrada,
inhibida y anormal. Es verdad que no todos pueden contraer matrimonio en estos
tiempos, pero eso no niega la realidad más grande que Dios creó al hombre para
unirse en matrimonio. No todos están en una posición que les permita vivir
vidas normales y plenas, consecuencia también de la actual y anormal situación
económica, pero ello no niega de manera alguna que las condiciones son
anormales. Es igualmente falso, anormal e indeseable decir que el celibato
forzado indica una profunda espiritualidad y es parte necesaria de todo entrenamiento
esotérico y espiritual. No hay mejor escuela de entrenamiento para un discípulo
o un iniciado, que la vida de familia, con sus relaciones obligatorias, la
facilidad que otorga el ajustarse y adaptarse, el servicio y los sacrificios
que demanda y las oportunidades que ofrece para expresar plenamente todas las
facetas de la naturaleza del hombre. El mayor servicio que puede prestarse a la
raza es proporcionar cuerpos a las almas que encarnan, atenderlas y educarlas
dentro de los límites del hogar. Pero la cuestión y el problema de la vida
familiar y el engendrar hijos ha sido desfigurado y mal interpretado; pasará
mucho tiempo antes de que el matrimonio y los hijos asuman su correcto lugar
sagrado, y más tiempo aún pasará antes de que desaparezcan el dolor y el
sufrimiento, debido a nuestros errores y abusos en las relaciones sexuales; la
belleza y la consagración del matrimonio y la manifestación de las almas en la
forma reemplazarán al actual conjunto de ideas erróneas.
El aspirante y el discípulo en el
Sendero y el Iniciado en el "Camino Iluminado', no tienen por lo tanto
mejor campo de entrenamiento que la relación marital correctamente aplicada y
comprendida. La disciplina rítmica de la naturaleza animal, la ofrenda de las
naturalezas emocional e instintiva al altar del sacrificio, y la autoabnegación
requerida en la vida de familia, constituyen un enorme poder de evolución y de
purificación. El celibato que se exige es de naturaleza superior en lo que
respecta a las exigencias de la naturaleza inferior y a la negativa del hombre
espiritual a dejarse dominar por la personalidad y las exigencias de la carne.
Adoptar la actitud de imponer el celibato en la preparación de la mayoría de
los discípulos, ha conducido a la prostitución y a la perversión de las
funciones y facultades otorgadas por Dios; aún donde no ha existido esta penosa
condición y donde la vida ha sido sensata, consagrada y sana, ha habido
frecuentemente indebido sufrimiento, dolor, angustia mental y disciplina, antes
de que puedan ser controlados los pensamientos y las tendencias irrefrenables.
Es verdad que a veces un hombre
se ve obligado a llevar una vida en la cual enfrentará el problema del celibato
y estará forzado a abstenerse de toda relación física y a vivir una vida
estrictamente célibe, a fin de demostrarse a sí mismo que puede controlar la
parte animal e instintiva de su naturaleza, pero esta condición es
frecuentemente el resultado de excesos y libertinaje en una vida anterior, y es
necesario aplicar medidas rigurosas y condiciones anormales para neutralizar y
rectificar errores del pasado y dar a la naturaleza inferior tiempo para
reajustarse. Repito, esto no indica desarrollo espiritual sino más bien lo
contrario. No olviden que estoy tratando el caso especial del celibato autoaplicado
y no las actuales condiciones mundiales donde los hombres y mujeres, por
razones económicas y de otra naturaleza, se ven obligados a vivir sin poder
expresar la vida en forma natural y plena.
Finalmente, el problema sexual
debe ser resuelto en el hogar y en condiciones normales, y a las personas más
evolucionadas del mundo y a los discípulos de todos los grados les corresponde
resolverlo.” (263)
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“El hombre es una entidad
viviente, un consciente hijo de Dios (un alma) que ocupa un cuerpo animal. Esto
es lo importante. Por lo tanto constituye un eslabón, que está lejos de ser el
eslabón perdido. Unifica en sí mismo los resultados del proceso evolutivo tal
como ha sido llevado a cabo durante épocas pasadas, y debido a esto puede poner
en contacto un nuevo factor, el aspecto individual del conocimiento y
sostenimiento de sí mismo. La presencia de este factor y aspecto es lo que
diferencia al hombre del animal. Este aspecto produce en la humanidad la
conciencia de la inmortalidad, la auto percepción y la auto centralización, lo
cual hace que el hombre sea a imagen de Dios. Dicho poder innato y oculto
proporciona al hombre la capacidad de sufrir, que ningún animal posee, y
también lo capacita para cosechar los frutos de su experiencia en el reino del
intelecto. Esta misma capacidad en embrión, está latente en el reino animal y
en el dominio de los instintos. Tal propiedad peculiar de la humanidad le
confiere el poder de percibir los ideales, registrar la belleza, reaccionar
voluptuosamente a la música y gozar del color y la armonía. Ese algo divino
convierte al género humano en el hijo pródigo, seducido por la vida mundana,
las posesiones y la experiencia y por el poder de ese atrayente centro u hogar,
del cual originó.” (264)
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“Ésta es la gloria de la futura
era acuariana, de la próxima revelación del ciclo evolutivo y de la tarea del
futuro inmediato. El drama real de esta triple relación (de la cual, como hemos
visto, el sexo físico es sólo el símbolo) será representado, en gran escala en
la vida del aspirante moderno durante los próximos cincuenta años. Lo que
simbólicamente se denomina "el nacimiento del Cristo" o segundo
nacimiento, tendrá lugar en muchas vidas y habrá nacido en la tierra un
numeroso grupo de seres espirituales, formado por quienes han unido
conscientemente y dentro de sí mismo los dos aspectos, alma y cuerpo,
consumando así el "matrimonio místico". Este conjunto de
acontecimientos individuales producirá una análoga actividad grupal, y veremos
el surgimiento "del cuerpo manifestado de Cristo" en el plano físico
y la aparición de la Jerarquía. Esto es lo que está sucediendo ahora, y cuanto
vemos hoy a nuestro alrededor en el mundo son sólo dolores del parto que
preceden al glorioso nacimiento.
Estamos hoy en el proceso de esta
culminación. De allí la dificultad y el sufrimiento evidentes en la vida del
verdadero discípulo quien –habiendo incorporado en sí mismo, simbólicamente,
los dos aspectos padre-madre, espíritu-materia, y habiendo nutrido al niño
Cristo durante el período de gestación- da ahora a luz al Cristo niño en el
establo y en el pesebre del mundo. En la entera consumación de esta realización
general el grupo también lo logrará y el Cristo aparecerá nuevamente en la
Tierra, encarnando esta vez en los muchos, y no en una personalidad. Sin
embargo, cada miembro del grupo es un Cristo en manifestación; todos juntos
presentan el Cristo al mundo y constituyen un canal para la fuerza y vida
crísticas.” (265)
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“…El amor no es un sentimiento
sino el gran principio de atracción, deseo y tirón magnético y, en nuestro
sistema solar, ese principio se demuestra como atracción e interacción entre
los pares de opuestos. Esta interacción proporciona todos los grados o tipos
necesarios para el desarrollo de la conciencia. En primer lugar se responde
conscientemente a la atracción más poderosa y densa de la materia, la del reino
mineral. Denso y pesado como es ese tipo de vibración, expresa, sin embargo, el
amor embrionario. El reino que sigue a éste responde con más facilidad y
verdadera percepción y sensibilidad, al surgir la conciencia del mundo vegetal.
Pero también es amor. Responde más libremente y reacciona a contactos más
amplios en el reino animal, y emergen y pueden reconocerse los deseos básicos
instintivos, los cuales a su debido tiempo se convierten en el móvil de la vida
y, sin embargo, lo único que manifiestan es el amor de Dios. El amor entre la
vida y la forma conscientes y entre los pares de opuestos, conduce a una
eventual síntesis o maridaje; es la relación que existe entre las dualidades
básicas, no el sentimiento, sino la realidad de un gran proceso natural.
Tenemos siempre la emergente gloria y la radiación de un amor creciente, hasta
que llegamos al reino humano donde el amor entra en otro plano. Entonces la
respuesta, la sensibilidad y la reacción sentimental humanas se desarrollan en
una mente rudimentaria. La conciencia de amar y ser amado, de atraer y ser
atraído, penetra por la puerta de la inteligencia y se expande hasta el estado
de percepción humana. Placer y dolor llegan a ser factores definidos en el
desarrollo, comenzando así la larga agonía de la humanidad. Entonces se ve el
amor en su desnudo egoísmo, aunque puede ser presentida su gloria en potencia.
Luego el amor o el deseo atractivo atrae hacia sí aquello que siente que
necesita, pero más adelante cambia en lo que cree que debería poseer, y con el
tiempo lo trasmuta en lo que sabe que es la herencia divina inmaterial de un
hijo de Dios. Reflexionen sobre estas últimas palabras, porque al comprender el
amor verdaderamente como sensibilidad, pensamiento y aspiración, se esclarecerá
el gran problema del hombre, que lo liberará de la esclavitud de los amores
inferiores y adquirirá la libertad que otorga el amor y la liberación del que
posee todas las cosas y, sin embargo, no desea nada para el yo separado.
En nuestro planeta la atracción
magnética del deseo se modifica por medio del rayo de la personalidad de
nuestro particular Logos planetario. Es el Rayo de Inteligencia Activa y de
Adaptabilidad selectiva. Así como cada célula y átomo en el cuerpo humano se
modifican y condicionan por el rayo egoico y el rayo de cada uno de los cuerpos
internos, así cada célula y átomo en el cuerpo del Logos planetario se condicionan
y modifican por Su sobresaliente influencia de rayo, en este caso el rayo de Su
personalidad. En esta influencia condicionante se encuentra la clave de la
dificultad, el dolor y la agonía que existe actualmente en el mundo. En verdad
el Logos planetario de nuestra tierra está principalmente condicionado por un
rayo cósmico, pero no por Su rayo egoico. Quizás en esto resida la razón (o una
de las razones) por la cual nuestra Tierra no sea uno de los siete planetas
sagrados. No es necesario que me explaye sobre esto, pero debía llamarles la
atención acerca de este gran factor determinante, el tercer rayo, el rayo de la
personalidad de nuestro Logos planetario.” (266)
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(258) Segunda
Parte. Capítulo II. Los Rayos y los Reinos de la Naturaleza. 3. El Reino
Animal. C. Los Cinco Puntos de Contacto (pág. 214)
(259) Segunda Parte. Capítulo II. Los Rayos y los Reinos de la
Naturaleza. 3. El Reino Animal. C. Los Cinco Puntos de Contacto (pág. 214)
(260) Segunda Parte. Capítulo II. Los Rayos y los Reinos de la
Naturaleza. 3. El Reino Animal. E. El Problema del Sexo (pág. 217)
(261) Segunda Parte. Capítulo II. Los Rayos y los Reinos de la Naturaleza.
3. El Reino Animal. E. El Problema del Sexo (pág. 221)
(262) Segunda Parte. Capítulo II. Los Rayos y los Reinos de la
Naturaleza. 3. El Reino Animal. E. El Problema del Sexo. 3. Sugerencias para el
Ciclo Actual (pág. 241)
(263) Segunda Parte. Capítulo II. Los Rayos y los Reinos de la
Naturaleza. 3. El Reino Animal. E. El Problema del Sexo. 4. El Sexo y el
Discipulado (pág. 242)
(264) Segunda Parte. Capítulo III. Los Rayos y el Hombre. Introducción
(pág. 247)
(265) Segunda Parte. Capítulo III. Los Rayos y el Hombre. Introducción
(pág. 249)
(266) Segunda Parte. Capítulo III. Los Rayos y el Hombre. El Reino
Humano. 2. El Rayo del Planeta Tierra (pág. 265)
(CONTINUACIÓN)
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