sábado, 9 de marzo de 2019

EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO (XXX) - Tratado de los Siete Rayos. VOL. 2 - Psicología Esotérica II (VII)


Este artículo es la continuación de El Dolor y el Sufrimiento (XXIX)

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Como en otras ocasiones, para realizar este estudio he intentado hacer una recopilación exhaustiva de extractos de todos los libros del Maestro y de Alice A. Bailey (25) que tratan sobre estos temas, aunque dada la extensión de toda la obra del Tibetano, podría ser que faltase algún fragmento.

Cada fragmento viene precedido por el título del libro, capítulo y/o sección de donde procede el texto, por si se desea ampliar la información mas allá de lo relacionado estrictamente con el tema.

Las conclusiones (cuando las haya) son personales, por tanto, como tales no tiene porque estarse de acuerdo con las mismas. Son reflexiones e interpretaciones propias de los extractos del Tibetano.

En la última entrada que se publique sobre el tema, si lo deseáis, podréis descargaros la recopilación completa en un documento en formato pdf.

Espero que la lectura de estos artículos (que iré publicando progresivamente al ser demasiado extensa toda la recopilación) pueda seros de utilidad.


Dani

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Tratado de los Siete Rayos. Vol. 2 - Psicología Esotérica II (1942)


“Las personas emotivas que pertenecen a las iglesias de cualquier denominación o creencia, tienden a buscar la forma de evadir las dificultades y vicisitudes de la vida, viviendo siempre con la sensación de la Presencia guiadora de Dios, conjuntamente con la ciega obediencia a lo que genéricamente denominan “la voluntad de Dios”. La práctica de la Presencia de Dios es en verdad un paso necesario y deseable, pero la gente debería comprender lo que ello significa y cambiar constantemente el sentido de la dualidad por el de la identificación. La voluntad de Dios podrá aparecer como la imposición de las circunstancias y condiciones de la vida, de las cuales no hay escapatoria posible; el individuo que sufre esta imposición la acepta y no trata de aminorar, ni siquiera mejorar, y a veces tampoco evitar las circunstancias. Interpreta de tal manera su situación y destino, que determina, plácida y sumisamente, vivir dentro del círculo infranqueable y de las limitaciones que le han sido impuestas. Desarrolla inevitablemente un espíritu de sumisión y obediencia, soporta, convencido, de que su situación expresa la voluntad de Dios. En los más sublimes estados de obediencia, las personas sensitivas hacen alarde de su sumisión, pero no se dan cuenta de que la voz que han escuchado es la propia. Creen que es la de Dios. La comprensión, el reconocimiento de la Ley de Causa y Efecto (que actúa una vida tras otra) y la interpretación de que el problema es una lección que debe aprender, significará la liberación de la negatividad y la aceptación ciega e irreflexiva. La vida no pide obediencia ni aceptación, exige actividad. Pide que se separen los valores buenos y elevados de los indeseables; que se cultive ese espíritu de lucha que traerá organización y comprensión y permitirá entrar oportunamente en una etapa donde desempeñará una actividad espiritual útil.

Las personas que participan en la actividad de esas escuelas de pensamiento, con infinidad de nombres tales como: la Escuela de la Ciencia Mental (Mental Science), grupos del Nuevo Pensamiento (New Thought), Ciencia Cristiana (Christian Science) y muchos grupos similares, propenden a caer en un estado de negatividad basado en la autosugestión. La constante repetición del hecho (aún incomprendido) de la realidad de la divinidad, evocará oportunamente la respuesta del aspecto forma de la vida, lo cual -aunque no sea una guía verbal- constituye sin embargo el reconocimiento de una especie de guía, que impide el libre albedrío, y es una reacción en amplia escala de lo mencionado anteriormente. Así como en el primer caso tenemos la ciega aceptación de un destino indeseable, porque creen que tal es la voluntad de Dios y dicha Voluntad debe ser buena y correcta, en el otro caso existe el propósito de conmover al hombre subjetivo para que acepte una condición totalmente opuesta. Se le enseña que no existen malas condiciones, excepto las que él mismo puede crear; que no existe dolor ni nada que pueda considerarse indeseable; se le in-cita a reconocer que él es divino y el heredero de las edades, y que las malas condiciones, las limitadas circunstancias y los acontecimientos adversos, son producto de su propia imaginación creadora, y se le explica que en realidad no existen.

En ambas escuelas de pensamiento se enseña y recalca la verdad sobre el destino, a medida que se cumple bajo la ley de Causa y Efecto, y sobre la divinidad innata en el hombre, pero en ambos casos el hombre es un sujeto negativo y víctima de un destino cruel, o de su propia divinidad. Premeditadamente empleo esta fraseología porque ansío que los lectores comprendan que el destino nunca ha tenido por finalidad convertir al hombre en víctima inerme de las circunstancias ni en instrumento autohipnotizado de una aseverada y no desarrollada divinidad. El hombre está destinado a ser árbitro inteligente de su propio destino y consciente exponente de su innata divinidad, el Dios interno.” (292)

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“…el actual problema mundial, el temor y la profunda ansiedad, el dolor y el sufrimiento, tan prevalecientes, producen un resultado doble y mixto. Ambos resultados (y sus etapas intermedias) son:

1. La extroversión de la conciencia de la masa.

2. La pronunciada introversión del individuo.

Por lo tanto tenemos un efecto masivo y otro individual y ambos deben ser tenidos muy en cuenta. Puede observarse el desarrollo de dicho proceso de exteriorización en el clamor y en la vehemencia y, a menudo, en la ruidosa sicología de los grandes movimientos y experimentos nacionales que actualmente se llevan a cabo en todo el mundo. Los individuos que pertenecen a estos países y prácticamente a todas las naciones, sufren, en forma simultánea, represiones necesarias (a veces por la fuerza), censura de la palabra y otras actividades restrictivas; la fuerza de las circunstancias los obliga a encerrarse en sí mismos y lo hacen tan intensamente que -si pudieran ver la actuación de las fuerzas como lo observamos los que pertenecemos al mundo interno- se darían cuenta de los dos grandes movimientos que se llevan a cabo en los tres mundos del esfuerzo humano, como si fueran corrientes opuestas de fuerza:

1. El movimiento dirigido hacia la extroversión o exteriorización de las grandes energías a las cuales responde la conciencia de las masas. Ella está siendo dirigida y forzada por la actividad desplegada de la energía de primer rayo, por eso actúa mayormente en el campo político y en el sector de la voluntad de la masa. En estas etapas iniciales observamos la evocación de la voluntad de las masas; es aún inculta, incipiente, versátil y fácil de persuadir, por la voluntad dirigida de un grupo que pueda demostrar en cualquier país poder suficiente para acaparar la atención de la masa. Lo antedicho también puede lograrlo una personalidad dominante y poderosa. El resultado neto que se obtiene (desde un amplio punto de vista) es hacer surgir a la superficie la conciencia profundamente oculta y sumergida de las masas, una fuerza hasta ahora silenciosa, inexpresada y desorientada, que, sin embargo, constituye una potencia en la vida planetaria.

2. El movimiento hacia la introversión o “a encerrarse en sí mismo”, desarrollado por las conciencias inteligentes (no por la conciencia de la masa) de todos esos hombres y mujeres cuyas mentes van despertando y pueden actuar en forma creadora y activa en los tres niveles de la percepción humana.

Estos dos movimientos -hacia lo externo y lo interno- constituyen el origen de gran parte de la actual crisis mundial. El efecto de esta “atracción” en dos direcciones, afecta seriamente a las personas sensibles. Son atraídas externamente por la atracción o tirón que ejerce la conciencia de la masa y por la fuerza de la vida política, económica y social de la raza; internamente, por el tirón del mundo de valores superiores, el reino de las almas y el trabajo organizado que realiza la Jerarquía espiritual ayudada por la milenaria conciencia religiosa.” (293)

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“En el proceso de la evolución el centro sacro pasa por esas etapas donde actúa automática e inconscientemente, como sucede con el hombre estrictamente animal; luego viene la etapa en que actúa impulsado por el deseo, el placer y la satisfacción física, cuando la imaginación comienza a ejercer su influencia, y después el período en que hay una consciente subordinación de la vida al impulso sexual, de naturaleza distinta del que mencioné primero. El sexo llega a ser una idea predominante en la conciencia, y muchas personas en la actualidad están pasando por esa etapa. Todos, en algún momento o en alguna vida, pasarán por ella. A esto le sigue el período de transferencia donde la atracción física del sexo y el anhelo de crear físicamente ya no domina tanto, y las fuerzas comienzan a reunirse en el plexo solar. Allí serán controladas en su mayor parte por la vida astral imaginativa, mucho más que por la inconsciencia animal o la vida consciente de deseo. Se mezclarán con las fuerzas del plexo solar y serán gradualmente ascendidas al centro laríngeo, pero siempre a través del centro cardíaco.

Tenemos aquí el punto principal de las dificultades que afectan al místico, quien rápidamente viene al ser y a la actividad funcional. Llega a hacerse dolorosamente consciente de la dualidad, la atracción del mundo y la visión mística; de las posibilidades divinas y las potencias de la personalidad; del amor, en lugar del deseo y la atracción, y de la relación divina, en vez de las relaciones humanas. Sin embargo, el tema todavía continúa interpretándose en términos de dualidad. El sexo aún persiste imaginativamente en su conciencia y no ha sido relegado a un lugar equilibrado como el que ocupan los otros instintos de la naturaleza humana, lo cual da por resultado un interés casi patológico en el simbolismo del sexo y lo que podría denominarse una vida sexual espiritualizada. De ello tenemos grandes ejemplos en los escritos y experiencias de muchos místicos de la edad media. En ellos hallamos expresiones tales como la “desposada de Cristo”, el “matrimonio en los Cielos”, la representación de Cristo como “esposo celestial” y muchos otros símbolos y frases. En el Canto de Salomón tenemos la rendición masculina del mismo acercamiento sexual básico al alma y a su omniabarcante vida.” (294)

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“El despertar del centro ajna que, como hemos visto, es primordialmente el resultado del desarrollo de la personalidad del hombre, hasta lograr la integración, puede conducir (si las energías involucradas no son controladas correctamente) a serias dificultades de la vista, a muchas dolencias auditivas, a diversas formas de neuritis, dolores de cabeza, jaqueca y afecciones nerviosas en distintas partes del cuerpo. También puede producir muchas dolencias vinculadas con el cuerpo pituitario y situaciones sicológicas que emanan de esta importante glándula controladora, además de innumerables y definidas dolencias físicas.” (295)

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“La actividad del centro ajna se acrecentará grandemente durante el siglo venidero, trayendo consigo los problemas concernientes. Su estrecha relación con el cuerpo pituitario y la creciente interacción entre

a. el centro ajna y el cuerpo pituitario y

b. el centro en la cima de la cabeza (abarcando la glándula pineal) y el centro ajna, producirán serios problemas vinculados con el cerebro y los ojos. El centro ajna enfoca la energía que ha sido abstraída de los cinco centros que se hallan a lo largo de la columna vertebral, y es el asiento del poder de la personalidad. De acuerdo a como se emplee ese poder y a la dirección de la fuerza enviada por la personalidad integrada y dirigida a través del cuerpo, así serán afectados los órganos del cuerpo. El plexo solar puede ser estimulado desde ese centro y producir efectos desastrosos; el centro cardíaco puede ser impulsado a una actividad indebida por la imposición de la fuerza de la personalidad, y su energía desviarse hacia abajo y enfocarse en forma egoísta; el plexo solar puede hipervitalizarse de tal manera que todas las fuerzas de la personalidad se dirijan hacia abajo y se subordinen a fines puramente egoístas y separatistas, produciendo así una personalidad poderosa que, al mismo tiempo, detendrá momentáneamente la vida espiritual del hombre. Cuando tiene lugar esta suspensión, las fuerzas del cuerpo que han sido “ascendidas” son impulsadas hacia abajo nuevamente, poniendo al hombre en armonía con la humanidad común que actúa por medio de los centros inferiores, lo cual hace que la personalidad obtenga un gran éxito. Es interesante observar que cuando esto tiene lugar las energías -concentradas en el centro ajna- descienden al plexo solar o al centro sacro, y raras veces al centro cardíaco. El centro cardíaco tiene poder propio para producir lo que se denomina “aislamiento oculto”, porque es el asiento del principio vida. El centro laríngeo en este caso recibe estímulo, pero raras veces en tal grado que produzca dificultades. El hombre es un poderoso pensador creador, polarizado egoístamente, que hace contacto emocional con las masas por medio del plexo solar, y sufre frecuentemente de un fuerte complejo sexual en una u otra forma.” (296)

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“La otra idea sobre la cual quiero llamarles la atención es que el ser humano tiene el poder de ser incluyente en muchas direcciones, del mismo modo que se puede trazar una línea desde el centro del círculo a cualquier punto de la periferia. Debe recordarse que durante casi toda la vida y en la parte más importante de su experiencia humana, sigue siendo el actor dramático que domina el centro del escenario y se ve desempeñando el papel estelar; siempre es consciente de su actuación y de cómo reacciona a esa actuación. Cuando el hombre era poco más que un animal, y estaba en ese estado que anteriormente denominamos conciencia lemuriana y la primitiva conciencia atlante, vivía irreflexivamente; la vida se desplegaba ante sus ojos como un panorama; se identificaba con los episodios descritos y no conocía la diferencia que existía entre él y lo que aparecía en el panorama; simplemente observaba, desempeñaba su pequeño papel, comía, se reproducía, reaccionaba al placer y al dolor, y raras veces o nunca, pensaba o reflexionaba.” (297)

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“Desvitalización. (*) El místico es atraído constantemente “hacia arriba” (tal como considera y aplica el término) hasta el país de sus sueños, la persona de su idealismo o el ideal espiritual (personificado o no) de su aspiración, aplicando a la inversa el proceso normal y saludable del “Camino de la constante materialización de lo Real”. Vive totalmente en el mundo de su aspiración, deslizándose de la vida del plano físico, llegando a ser no sólo impráctico sino negativo en dicho plano. Lleva todas las fuerzas de su vida hacia arriba, de manera que el cuerpo físico y la vida en el plano físico sufren. Técnicamente, las fuerzas del plexo solar no son llevadas hacia arriba, al centro cardíaco como debería ser, ni la energía del corazón se derrama en amor desinteresado por la humanidad; todas se enfocan y distribuyen en el nivel más elevado de la conciencia astral y son enviadas a nutrir las fuerzas del cuerpo astral. Por lo tanto, revierten el proceso normal, y el cuerpo físico sufre grandemente por ello.

Un estudio sobre la vida de los santos y los místicos revelará muchas de estas dificultades e incluso los casos relativamente raros donde se presta un servicio definido a la humanidad, cuyos móviles consisten frecuentemente (podría decir generalmente) en satisfacer un requisito u obligación, que sirva al místico y le otorgue una recompensa y satisfacción emocionales. Esta desvitalización fue a menudo tan excesiva que no sólo produjo debilidad nerviosa, trances y otros desórdenes patológicos, sino que a veces acarrearon la muerte.” (298)

(*) Problemas del Desarrollo de la Visión Mística.

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“Desapego. (*) Constituye una de las principales dificultades sicológicas que conducen al fenómeno común de la separatividad. Es una de las más difíciles de manejar. El místico que sólo puede ver su visión y la registra únicamente en términos de formas simbólicas, deseo sexual, angustiosas aspiraciones y una intensa “vida de deseos”, de sueños y anhelos, que oportunamente puede interrumpir las correctas relaciones, tanto en sí mismo (por un lado su cuerpo físico, por otro su vida emocional y su mente ocupada en otra cosa) como en su medio circundante, además de las responsabilidades ambientales, vive totalmente en el mundo de su propia creación -desapegado, inconmovible e impasible ante las demandas humanas y los asuntos naturales. Esto a veces también se produce por el deseo no reconocido de eludir la responsabilidad, el dolor, la irritabilidad, que produce la vida diaria, y las caricias de quienes lo aman; puede haberlo traído de otra vida en que ha pasado experiencias místicas y que en ésta debe trascender y sobrepasar permanentemente, pues ya ha servido un propósito útil y realizado un trabajo necesario. Este tipo de desapego es erróneo.” (299)

(*) Problemas del Desarrollo de la Visión Mística.

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“c. ENFERMEDADES VINCULADAS CON LAS CONDICIONES GRUPALES

Este tema lo trataré brevemente debido a que el trabajo grupal -entendido esotéricamente- es relativamente nuevo, y también el individuo que en la actualidad trabaja en un grupo, apenas es afectado por estos factores, en razón de su integración relativamente parcial. Me refiero a su integración en el grupo. Las personas están todavía tan aisladas dentro de sus personalidades que se cierran en muchos casos al estímulo, efectos e impulsos grupales. Sólo cuando se descentralizan y, por lo tanto, responden más fácilmente a las ideas, al idealismo y al aura grupales (con su inhalación, exhalación y vivencia también grupales) pueden sucumbir y sucumbirán a las dificultades que impone la vida grupal. Hoy, a la figura central de la vida grupal, a la personalidad dominante o alma, es a quien se dirigen la vida y los pensamientos grupales, con todas las consecuencias que esto implica. El individuo sobre quien gira la vida grupal (si puedo emplear tal término) es la víctima del grupo y el que paga el precio de cualquier debilidad grupal. La expresión de la actitud grupal halla salida en él y a veces es prácticamente muerto por el grupo. En la actualidad no existe un grupo perfecto. Todos están en la etapa experimental y compuestos, en gran parte, por unos pocos acuarianos, innumerables piscianos y numerosas personas que están en la etapa de transición entre ambos. El guía o guías de los nuevos grupos son generalmente del tipo más puro de la nueva era, o carácter acuariano, que es posible obtener actualmente. Esto explica el fracaso del grupo, por regla general, ya para comprender al dirigente o colaborar con los nuevos ideales como se desea. El dirigente es un precursor en el nuevo campo del pensamiento y de la intención y, por lo tanto, sufre el castigo de su osadía y de su espíritu emprendedor.

No tengo la intención de ocuparme aquí de las dificultades del grupo porque no es mi tema. Sólo estoy considerando las dificultades (a veces son enfermedades físicas) y los problemas del individuo que es sensible a la presión y vida grupales -algo muy diferente de los problemas comunes de los místicos del pasado. Éstos sólo pueden ser estudiados e investigados hoy, considerando las vidas, la condición física, los problemas, las dificultades y la muerte de los líderes de los grupos. Les llamo la atención sobre esto. Los miembros del grupo -aunque no quieran reconocerlo- todavía no están dispuestos a sufrir mucho por la vida, la emanación y la energía grupales, porque aún no se han integrado suficientemente en el grupo…” (300)

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“Enfermedades y Problemas Evocados por el Pensamiento Dirigido del Grupo

Es evidente que la principal y más importante de estas dificultades surge de la crítica grupal, ya sea verbal o fuertemente sentida. La crítica puede estar fundada en muchas cosas, pero generalmente tiene sus raíces en la envidia, en la ambición reprimida u orgullo del propio intelecto individual. Cada miembro de un grupo, especialmente los que pertenecen al círculo inmediato del dirigente o dirigentes, son propensos a erigirse en jueces. La responsabilidad no es de ellos, no conocen los problemas como realmente son, por lo tanto, les es fácil criticar. Deberemos recordar aquí que la crítica es un veneno virulento. En todos los casos perjudica a su debido tiempo al que critica y -debido a que ha sido dirigido verbalmente- perjudica mucho más al que ha sido criticado. Cuando hay móvil puro, verdadero amor y una gran medida de desapego, los cuerpos sutiles de aquel que es atacado pueden permanecer inmunes, pero los efectos físicos serán muy definidos, y cuando hay una debilidad física o limitación, allí se localizará el veneno proyectado.

La crítica que no ha sido verbalmente difundida es muy peligrosa, porque está poderosa y fuertemente enfocada, aunque no ha sido dirigida individualmente; surge continuamente como chorro constante enviado en aras de la envidia, la ambición y el orgullo, porque ha habido una captación personal de una supuesta situación y el que crítica cree que comprende correctamente y que podría -si se le ofrece la oportunidad- actuar debidamente. Cuando la crítica se emite y se expresa en palabras se refuerza, por consiguiente, mediante la colaboración de los que han sido influenciados por la crítica, y las consecuencias de este pensamiento dirigidos grupalmente pueden ocasionar un desastre físico y la desintegración del cuerpo físico del dirigente o de los dirigentes. Esto quizás podrá ser algo nuevo para algunos, y hará que la mayoría de quienes componen los grupos de la nueva era detengan sus pensamientos y libren a sus guías del impacto desastroso de sus críticas.

Aquí no me refiero al odio, aunque a menudo está presente, ya sea consciente o inconscientemente, sino que se “erigen en jueces” de las vanas murmuraciones que parecen tan necesarias para el miembro común del grupo. Se asemeja al aliento de la muerte que no sólo mata al líder por el veneno acumulado y la angustia, sino que también puede matar la vida grupal y hacer abortar el esfuerzo que podría ser, si se le dedicara la debida colaboración y tiempo, un agente constructivo a través del cual la Jerarquía podría trabajar.

De todas partes y de todos los grupos le llegan al dirigente del grupo oleadas de críticas, pensamientos ponzoñosos, falsas ideas, vanas habladurías destructivas, imputación de móviles, envidia y odio inexpresados, ambiciones frustradas de los miembros de un grupo, resentimientos y deseos insatisfechos de destacarse, ser reconocido por el líder o líderes, o el deseo de verlo reemplazado por ellos mismos o por alguien, más otros tipos de egoísmo y orgullo mental. Esto produce resultados en el cuerpo físico del líder y frecuentemente en el cuerpo emocional. Por lo tanto, la responsabilidad de un miembro del grupo es muy grande, y muy pocas veces la reconoce o acepta. Resulta difícil apreciar los efectos desastrosos cuando una persona es el blanco de las críticas del grupo y cuando el pensamiento dirigido de un grupo de personas se enfoca en uno o dos individuos.

Cuanto más evolucionado sea el dirigente del grupo, mayor será el dolor y el sufrimiento. Las personas que pertenecen al primer rayo, que tienen por naturaleza “una técnica para aislarse”, sufren menos que la mayoría, pues saben cómo detener estas corrientes de fuerza dirigidas y cómo desviarlas y -cuando no son personas profundamente espirituales- pueden devolverlas a los que las originaron y provocar así grandes desastres en sus vidas. Las personas que pertenecen al segundo rayo no trabajan ni pueden hacerlo de esta manera. Son absorbentes por naturaleza y atraen magnéticamente todo lo que en su medio ambiente va dirigido hacia ellos. Esta es la razón por la cual el Cristo sufrió la pena de muerte. Fue muerto no sólo por Sus enemigos, sino por Sus seudo amigos.

Aquí podrán muy bien preguntar: ¿ Qué puede hacer un conductor o grupo de dirigentes en estas circunstancias desgraciadamente anormales y comunes? Nada, sino continuar con el trabajo. Retirarse dentro de sí mismo; decir la verdad con amor cuando se ofrece la oportunidad, rehusar amargarse por el dolor que le ocasiona el grupo y esperar hasta que sus miembros aprendan la lección de colaborar, de guardar silencio, de saber apreciar amorosamente y de captar y comprender inteligentemente los problemas que enfrentan todos los dirigentes de grupos, en estos días difíciles e individualistas. Ya llegará ese momento.

Luego tenemos el reverso de este problema que debe enfrentar la mayoría de los dirigentes de grupo. En esta situación contraria, el guía es vencido (si puedo utilizar tal palabra) y oprimido por la devoción de ciertos miembros del grupo. Los guías del grupo casi pueden ser aniquilados por el amor que demuestra la gente hacia la personalidad, pero esto no es de naturaleza tan ponzoñosa como las dificultades ya mencionadas, porque -aunque constituye un obstáculo que conduce a innumerables formas de dificultades, malas interpretaciones y reacciones grupales-, se produce por el amor, no por la separatividad y el odio. Trae lo que se denomina esotéricamente la invalidación “de aquel que trata de servir y lo ata de pies y manos.

Trataré otra dificultad muy importante, porque es una actividad grupal llevada a cabo como un todo y no el acto de un individuo o de un puñado de individuos dentro del grupo. Me refiero a la forma en que hoy el grupo agota la vida de su líder o dirigente. El cordón umbilical (hablando simbólicamente) rara vez se corta entre el dirigente y el grupo. Esto constituye el mayor error cometido por los grupos de la era pisciana. Permanecían siempre vinculados a él o -cuando los impulsaba el odio o el desagrado- truncaban violentamente el vínculo y rompían las relaciones causando gran angustia e innecesario sufrimiento al grupo y al dirigente. En la nueva era, el cordón será tempranamente cortado en la vida del grupo, pero el líder o el grupo de líderes permanecerán siendo durante largo y tiempo (como la madre y el hijo) la inspiración guiadora, la fuerza amorosa protectora y un venero de instrucción y enseñanza. Cuando esto sucede el grupo puede emprender su camino y vivir su vida como un agente autodirigido, aunque el líder haya partido para el más allá, o se produzca un cambio en el liderazgo por una u otra razón.” (301)

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(292) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. III. Algunos Problemas Psicológicos. c. Problemas del Estímulo. Los problemas de los guías, de los sueños y de la depresión. (pág. 368)
(293) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. III. Algunos Problemas Psicológicos. c. Problemas del Estímulo. Los problemas de los guías, de los sueños y de la depresión. (pág. 393)
(294) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. IV. Enfermedades y Problemas de los Discípulos. a. Problemas que Surgen del Despertar y el Estímulo de los Centros. (pág. 404)
(295) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. IV. Enfermedades y Problemas de los Discípulos. a. Problemas que Surgen del Despertar y el Estímulo de los Centros. (pág. 408)
(296) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. IV. Enfermedades y Problemas de los Discípulos. a. Problemas que Surgen del Despertar y el Estímulo de los Centros. (pág. 421)
(297) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. IV. Enfermedades y Problemas de los Discípulos. b. Desarrollo de los Poderes Síquicos. (pág. 424)
(298) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. IV. Enfermedades y Problemas de los Discípulos. b. Desarrollo de los Poderes Síquicos. Problemas del Desarrollo de la Visión Mística. (pág. 455)
(299) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. IV. Enfermedades y Problemas de los Discípulos. b. Desarrollo de los Poderes Síquicos. Problemas del Desarrollo de la Visión Mística. (pág. 455)
(300) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. IV. Enfermedades y Problemas de los Discípulos. c. Enfermedades Vinculadas con las Condiciones Grupales (pág. 467)
(301) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. IV. Enfermedades y Problemas de los Discípulos. c. Enfermedades Vinculadas con las Condiciones Grupales. Enfermedades y Problemas Evocados por el Pensamiento Dirigido del Grupo (pág. 468)



(CONTINUARÁ)

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