martes, 19 de febrero de 2019

EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO (XXIX) - Tratado de los Siete Rayos. VOL. 2 - Psicología Esotérica II (VI)


Este artículo es la continuación de El Dolor y el Sufrimiento (XXVIII)

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Como en otras ocasiones, para realizar este estudio he intentado hacer una recopilación exhaustiva de extractos de todos los libros del Maestro y de Alice A. Bailey (25) que tratan sobre estos temas, aunque dada la extensión de toda la obra del Tibetano, podría ser que faltase algún fragmento.

Cada fragmento viene precedido por el título del libro, capítulo y/o sección de donde procede el texto, por si se desea ampliar la información mas allá de lo relacionado estrictamente con el tema.

Las conclusiones (cuando las haya) son personales, por tanto, como tales no tiene porque estarse de acuerdo con las mismas. Son reflexiones e interpretaciones propias de los extractos del Tibetano.

En la última entrada que se publique sobre el tema, si lo deseáis, podréis descargaros la recopilación completa en un documento en formato pdf.

Espero que la lectura de estos artículos (que iré publicando progresivamente al ser demasiado extensa toda la recopilación) pueda seros de utilidad.


Dani

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Tratado de los Siete Rayos. Vol. 2 - Psicología Esotérica II (1942)


“Sin embargo, el verdadero sentido de la separatividad y las dificultades realmente serias, surgen cuando han ocurrido dos cosas:

1. La autoconciencia del hombre ha llegado a esa etapa donde sus deseos son tan dominantes y apremiantes que llega a percibir la fuerza de los mismos; simultáneamente se da cuenta de que es incapaz de satisfacerlos y a la vez reconoce que cierto aspecto de sí mismo no quiere en realidad satisfacerlos. Entonces lo embarga el sentido de frustración, y dolorosamente percibe lo que desea y lo que llegaría a ser si satisficiera y saciara sus deseos, siendo entonces impelido hacia dos direcciones: la mente centralizada en el deseo lo mantiene en el reino del anhelo, de la esperanza y del deseo, mientras que su cerebro y su naturaleza física lo convencen de que no es posible lograr lo que desea y, si lo lograra ¿lo desearía realmente? Esto es verdad respecto al hombre cuyo objetivo es satisfacer sus deseos materiales o aquel que responde a la satisfacción del deseo intelectual o espiritual. En el primer caso, la separación empieza a aparecer en los aspectos inferiores de su naturaleza de deseo. En el segundo, aparece en los aspectos superiores, pero, en ambos casos, las líneas de separación están bien definidas, Ha comenzado el conflicto y tiene por delante dos posibilidades:

a. Una eventual pasividad, de tal naturaleza, que la vida termina en futilidad, profunda depresión y en un sentido de frustración, que va desde la vida sumisa que acepta todo, hasta los diferentes caminos de escape que empujan al hombre a un mundo de ensueño, al país de la ilusión, a un estado negativo e, incluso, al borde de la muerte, mediante la propia destrucción.

b. Un encarnizado conflicto basado en no querer ser moldeado por las circunstancias y el medio ambiente. Esto lleva al hombre al éxito, a la satisfacción de sus deseos o se destruye, en la rueda de la vida, física o mentalmente.

2. La separación también se produce cuando el hombre no emplea el intelecto que Dios le ha otorgado y es incapaz de elegir entre lo esencial y lo no esencial, la dirección correcta y las metas erróneas, las distintas satisfacciones que apelan a los variados aspectos de su naturaleza inferior y, en su oportunidad, entre la dualidad superior y la inferior. Debe aprender a captar la diferencia entre:

a. El sometimiento a lo inevitable y al apremio de su propio deseo.

b. El reconocimiento de la capacidad y de la potencialidad. Muchos conflictos se resolverían resumiendo, comprendiendo y utilizando correctamente el acervo reconocido, eliminando las metas imposibles y la consiguiente e inevitable frustración. Cuando esta parte del conflicto ha sido superada, entonces la potencialidad puede surgir como un reconocimiento y convertirse en una expresión de poder.

c. El reconocimiento de las metas individuales y grupales y la habilidad de ser social o antisocial. Mucho se está realizando en este sentido, pero se sigue haciendo hincapié sobre el individuo y no sobre el grupo. Cuando esto sucede, somos responsables de los grupos antisociales.

He mencionado sólo tres de los innumerables reconocimientos posibles, pero la eliminación de las separaciones de la cual son responsables dará por resultado la liberación de gran parte de quienes sufren. Quizás podría decirse que la liberación de esa mayoría, cuya separación radica principalmente en el reino de la naturaleza de deseo, que conduce a un sentido de frustración y a perder el interés por la vida, podría ser curada:

1. Atendiendo el equipo físico y las glándulas, particularmente la glándula tiroides, además de la regulación del régimen alimenticio;

2. atendiendo la coordinación física del paciente, la cual es la expresión externa de un proceso interno de integración y mucho podrá lograrse mediante el entrenamiento;

3. interpretando la vida y el medio ambiente, en términos de valores. Reflexionen sobre esto;

4. Por la descentralización que se obtiene:

a. proporcionando el aliciente, la educación y el entrenamiento vocacional apropiados;

b. cultivando el poder de reconocer y satisfacer la necesidad circundante, despertando así el deseo de servir y proporcionando ese sentido de satisfacción, resultado del cumplimiento y de la valorización;

c. trasmutando lenta y cuidadosamente el deseo en aspiración.

5. Por la reorientación hacia metas más elevadas y por el desarrollo del sentido de la correcta dirección, lo cual implica:

a. El cultivo de una visión más amplia;

b. la formulación de un programa interno inteligentemente recopilado y adecuado al correspondiente grado de evolución, pero no tan evolucionado que sea imposible cumplirlo, y

c. la supresión de esos pasos y actividades que están destinados a fracasar.

6. Más adelante, cuando se haya captado algo de lo antedicho, debe tener lugar la búsqueda y el desarrollo de cualquier facultad creadora, satisfaciendo así el deseo de contribuir y de llamar la atención. Gran parte del esfuerzo artístico, literario o musical, se funda en el deseo de ser el centro de atención y no en la verdadera capacidad creadora, que es el sentido del “yo, el actor dramático”. Esto, correctamente empleado y desarrollado, es de real valor e importancia.

7. La eliminación del sentido del pecado, de la desaprobación, con sus secuelas: rebeldía, sospecha y complejo de inferioridad.” (287)

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“Hemos considerado en parte el problema de las separaciones a las que está sujeto el hombre, y hemos visto que el proceso evolutivo o humano, en último análisis, era una serie de unificaciones; cada paso dado adelante significó reunir ciertos tipos de energía a fin de que su fusión pudiera proporcionarnos una persona más completa. ¿Puedo enunciar aquí algo interesante? El problema mismo tiene sus causas en el hecho de que existe un Observador. Este Observador, en ciertas etapas del desarrollo normal del hombre, se da cuenta de que existen separaciones y sufre porque las hay en su propia conciencia. Comprende que es víctima de las divisiones de su naturaleza, sin embargo -y esto es muy importante- el hombre en el plano físico es incapaz de comprenderlas, o aparentemente eliminarlas sin la ayuda del alma, el Observador, el aspecto superior de sí mismo. Un hombre, por ejemplo, que sufre de la disociación que existe entre la parte emocional sensoria de sí mismo y el aspecto mental, es consciente de la necesidad, de la frustración y de los intensos sufrimientos y dificultades, y necesita no obstante la ayuda comprensiva del sicólogo entrenado o de su propia alma, antes de que pueda tener lugar la fusión, y él, como individuo, “sea hecho de nuevo”.

La misma verdad es aplicable en lo que atañe a las separaciones que existen en el hombre, pero tres de ellas son de gran importancia:

1. La separación entre la mente y la naturaleza inferior -física, vital, astral o emocional.

2. La separación entre el hombre y su medio ambiente que –una vez subsanada y eliminada- lo convierte en un ser humano responsable y en un buen ciudadano que acepta su medio ambiente y le dedica lo mejor de sí mismo. De esta manera fortalece su carácter y aumenta su capacidad, como resultado de la interacción definida entre ambos -él y su medio ambiente.

3. La separación entre el hombre (la personalidad) y el alma, que produce sucesivamente:

a. Una dominante personalidad egoísta.

b. Un místico práctico, consciente de la necesidad de fusionarse y unificarse.

Análogos estados de conciencia existen en el adolescente y en el hombre que se va integrando al trabajo que debe realizar en su vida y también en el aspirante reflexivo. Esto sucede aunque sus pensamientos, propósitos y ambiciones estén egoístamente polarizados o espiritualmente orientados. El sentido de separatividad, la necesidad de ser orientado, el proceso de tender el puente y el esencial sentido de haber logrado la realización, son idénticos en ambos casos.

Cuando el sicólogo enfrenta estas situaciones debería regirse por ciertas reglas y ciertas premisas generales que eventualmente deberían ser aceptadas por el sujeto que constituye el caso-problema. Estas mismas reglas y premisas pueden ser consideradas y aceptadas por el hombre que sin la ayuda de un sicólogo entrenado ha sido capaz de entrenarse a sí mismo y de eliminar las separaciones. Tales premisas fundamentales son:

1. Que toda dificultad sicológica es universal y no única. Considerarla única -con su tendencia separatista y su consabida soledad- es, a menudo, el factor omniabsorbente. Hace que la personalidad se sienta demasiado importante, y esto debería rechazarse definitivamente.

2. Que la crisis enfrentada indica progreso y oportunidad y no desastre y fracaso. El paciente (¿puedo emplear este término?) debe comprender que la raza ha progresado hasta alcanzar su actual punto de evolución por haber pasado crisis similares. Así también progresa el ente humano individual. En último análisis, las crisis sicológicas indican los pasos progresivos dados en el Camino, trayendo la necesidad de realizar un esfuerzo y, al mismo tiempo, un sentido de adquisición y liberación cuando fueron superadas, vencidas y resueltas.

3. Que el poder para lograr la necesaria integración y dar fin a un ciclo en que se siente la dualidad, reside dentro del hombre mismo, porque:

a. El desasosiego, la falta de coordinación, el dolor y la angustia, son síntomas de aspiración, quizás incomprendida, pero existentes. Son reacciones de los aspectos integrados contra ese aspecto que está tratando de integrarse.

b. El aspecto a integrarse es esencialmente más poderoso que los aspectos inferiores que están a la expectativa, pues ellos son negativos o receptivos, y el que debe ser comprendido y aceptado es positivo y dinámico. De allí el sentimiento de desasosiego.

4. Que la capacidad innata de esa criatura imaginativa, el hombre, para actuar “como si”, contiene la solución del problema. Si emplea la imaginación creadora puede tenderse y construirse el puente entre el aspecto inferior y el superior. “Como el hombre piensa, anhela y quiere” así es él. Tal es la enunciación de un hecho inmutable.” (288)

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“En todas partes los hombres aspiran a obtener libertad, comprensión mutua, buenas condiciones de vida, correctos modos de pensar grupales y personales y correctas relaciones externas e internas. Este hecho generalmente se reconoce. La humanidad está hastiada y cansada de los malsanos modos de vivir, de la explotación de los indefensos, del aumento del descontento y de la centralización del poder en manos erróneas y egoístas. Ansía la paz, correctas relaciones, adecuada distribución del tiempo y la comprensión y empleo correcto del dinero. Estas modalidades poco comunes son de naturaleza profundamente espiritual.

¿Qué resultados han traído dichos desarrollos en el gobierno espiritual subjetivo y en el mundo de los asuntos humanos?

Ante todo y en forma predominante, la evocación de un Acercamiento conjunto: uno lo constituye el anhelo y el deseo de la Jerarquía de solucionar el problema humano, el reajuste del sufrimiento humano y también el correcto surgimiento del gobierno espiritual (gobierno de correctos valores) ; el otro consiste en la determinación del hombre de crear correctas condiciones y situaciones ambientales donde puedan desarrollarse adecuadamente los seres humanos y percibirse y reconocerse los verdaderos valores. Es aquí donde la Jerarquía y la humanidad están unificadas. No tiene gran importancia que infinidad de seres humanos estén tan poco desarrollados que no puedan captar debidamente estas aspiraciones, pues trabajan inconscientemente para lograr los mismos fines que la Jerarquía.” (289)

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“Los problemas de la meditación y sus resultados: la Iluminación.

Ante todo quisiera señalar que cuando empleo aquí la palabra meditación lo hago en una de sus acepciones. El intenso enfoque mental que produce indebido énfasis mental, actitudes equivocadas y un vivir antisocial, es también una forma de meditación, pero realizada totalmente en la periferia de la pequeña zona mental de determinado individuo. Esta enunciación es real e importante, lo cual restringe e impide todo contacto con otras zonas de percepción mental, provocando un intenso estímulo mental unilateral, de índole particularmente poderoso, que no tiene salida, excepto hacia el cerebro, mediante la naturaleza de deseo. La meditación que mencionaremos en esta parte del estudio se refiere al enfoque y a la actitud mentales que tratan de relacionarse con lo que existe más allá del mundo mental del individuo. Constituye parte de un esfuerzo que lo pondrá en contacto con los mundos que están más allá del fenoménico y del ser. Expongo esto así a fin de impartir las ideas de expansión, inclusión e iluminación. Tales expansiones y actitudes no deberían convertir al hombre en un ser antisocial, o aprisionarlo en una celda fabricada por sí mismo. Deberían convertirlo en un ciudadano del mundo; inducir en él el deseo de mezclarse y fusionarse con sus semejantes; despertarlo a las más elevadas premisas y realidades, y arrojar luz en los lugares oscuros de su vida y en los de la entera humanidad. Los problemas que surgen como resultado de la iluminación, son prácticamente contrarios a los que acabamos de considerar, no obstante, constituyen a su vez verdaderos problemas que deben ser enfrentados, porque las personas inteligentes del mundo están ahora aprendiendo a meditar en amplia escala. Muchas cosas inducen a esta tendencia hacia la meditación. A veces la fuerza de la circunstancia económica obliga al hombre a concentrarse y la concentración es uno de los primeros pasos en el proceso de la meditación; otras, es el anhelo de realizar un trabajo creador que lleva al hombre a perseguir algún tema o materia, para expresar su creatividad. Si los hombres sólo se interesaran en forma académica por el poder del pensamiento, o si por una vislumbre de la visión se convirtieran en estudiantes de la verdadera meditación (mística u ocultista), tendríamos el hecho de que surgirían serios problemas, aparecerían condiciones peligrosas y, la naturaleza inferior, en cada caso, evidenciaría la necesidad de adaptarse a los impulsos o demandas superiores o, si no lo hicieran, sufrirían como consecuencia muchas dificultades. Deben hacerse los reajustes necesarios, o sobrevendrán inevitablemente desórdenes sicológicos, sicopáticos y nerviosos.

Quiero recordarles, nuevamente, que la razón de esto radica en que el hombre ve, conoce y comprende más de lo que es capaz de hacerlo como una simple personalidad que actúa en los tres mundos, estando por lo tanto, en un verdadero sentido, ajeno al mundo de la actividad del alma. Ha “dejado entrar” energías más fuertes que las fuerzas que él generalmente percibe. Son intrínsecamente fuertes aunque aparentemente no son las más fuertes debido a los hábitos muy arraigados y a los antiguos ritmos de las fuerzas de la personalidad con las cuales entra en conflicto la energía del alma. Necesariamente esto conduce a tensiones y dificultades, y a no ser que exista una adecuada comprensión de esta lucha, podrán producirse terribles resultados que el sicólogo entrenado deberá estar preparado para enfrentarlos.” (290)

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“El hombre que sufre por las revelaciones de la luz en los tres mundos (particularmente en el mundo astral) está haciendo realmente dos cosas:

1. Permanece en una condición relativamente estática en lo que concierne a su progreso superior; observa el confuso caleidoscopio del plano astral con interés y atención. Quizás no esté activo en ese plano ni se identifique conscientemente con el mismo, pero por el momento satisface su interés, mental y emocionalmente, mantiene su atención y despierta su curiosidad, aunque al mismo tiempo lo critique. Por lo tanto, pierde el tiempo rodeándose continuamente de nuevas capas de formas mentales, resultado de su pensamiento sobre lo que ve u oye. Esto es peligroso y debería terminarse con ello. Es necesario que todos los aspirantes y discípulos se interesen inteligentemente por el mundo del espejismo y de la ilusión, para poder liberarse de su esclavitud, pues de lo contrario nunca lo comprenderán ni controlarán. Una dedicación prolongada en esa vida y una completa absorción en sus fenómenos son peligrosos y esclavizantes.

2. El interés evocado en estos casos indeseables es tal, que el hombre

a. llega a estar completamente sometido al espejismo,
b. desciende (hablando simbólicamente) a su nivel,
c. reacciona sensoriamente a sus fenómenos, a menudo con placer y deleite,
d. evoca las antiguas facultades de clarividencia y clariaudiencia,
e. se convierte en un síquico inferior y acepta todo lo que le revelan los poderes síquicos inferiores.” (291)

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(287) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. III. Algunos Problemas Psicológicos. a. Problema de la Separatividad. (pág. 324)
(288) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. III. Algunos Problemas Psicológicos. a. Problema de la Separatividad. (pág. 327)
(289) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. III. Algunos Problemas Psicológicos. c. Problemas del Estímulo. (pág. 345)
(290) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. III. Algunos Problemas Psicológicos. c. Problemas del Estímulo. Los problemas de la meditación y sus resultados: la Iluminación. (pág. 355)
(291) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. III. Algunos Problemas Psicológicos. c. Problemas del Estímulo. Los problemas de la meditación y sus resultados: la Iluminación. (pág. 364)



(CONTINUARÁ)

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