Este artículo es la continuación de El Dolor y el Sufrimiento (XXXVIII)
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Como en otras ocasiones, para
realizar este estudio he intentado hacer una recopilación exhaustiva de
extractos de todos los libros del Maestro y de Alice A. Bailey (25) que
tratan sobre estos temas, aunque dada la extensión de toda la obra del
Tibetano, podría ser que faltase algún fragmento.
Cada fragmento viene precedido por el título del libro,
capítulo y/o sección de donde procede el texto, por si se desea ampliar la
información mas allá de lo relacionado estrictamente con el tema.
Las
conclusiones (cuando las haya) son
personales, por tanto, como tales no tiene porque estarse de acuerdo con
las mismas. Son reflexiones e interpretaciones propias de los extractos
del Tibetano.
En
la última entrada que se publique sobre el tema, si lo deseáis, podréis
descargaros la recopilación completa en un documento en formato pdf.
Espero que la lectura de estos artículos (que iré publicando
progresivamente al ser demasiado extensa toda la recopilación) pueda seros de utilidad.
Dani
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Tratado de los Siete Rayos. Vol. 4 - Curación Esotérica (1953)
“La energía y las fuerzas constituyen la suma total de todo lo que es.
Ésta es otra verdad fundamental y trillada, sobre la cual se ha erigido la
ciencia del ocultismo, y el arte de curar debe reconocer. En la manifestación
no existe nada parecido. La enfermedad es una especie de energía activa,
manifestándose como fuerzas que destruyen o producen la muerte. Por lo tanto,
si nuestra premisa básica es exacta, la enfermedad es también una forma de la
expresión divina, porque lo que conocemos como malo es el reverso de lo que
llamamos bueno. ¿No restaremos importancia al tema o causaremos una falsa
impresión si consideramos al mal (por lo menos en lo que concierne a la
enfermedad) como bien, mal aplicado o mal adaptado? ¿Me interpretarán mal si
digo que la enfermedad es energía que no funciona de acuerdo al plan o como
sería de desear? Las energías que afluyen son puestas en relación con las
fuerzas, dando por resultado buena salud, formas adecuadas y fuertes, y
actividad vital; sin embargo, las mismas energías afluyentes, pueden ser
puestas en relación con las mismas fuerzas, estableciéndose un punto de
fricción, produciendo una zona enferma, dolor, sufrimiento y quizás muerte. Las
energías y las fuerzas siguen siendo de la misma naturaleza esencialmente divina,
pero la relación establecida produjo el problema. Si se estudia esta frase será
evidente que esta definición puede incluir todo tipo de dificultad, y el
productor final de la situación (sea buena o mala) es el aspecto relación. Esta
afirmación es de gran importancia para toda reflexión.” (409)
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“El “secreto” se refiere a la
revelación de la manera en que puede preservarse la buena salud. No es el
secreto de la curación del vehículo físico cuando existen “males corporales”.
Pero hay un secreto para la buena salud, conocido por todos los iniciados
después de la tercera iniciación, que pueden aplicarlo si lo desean. No
obstante, quizás deseen hacerlo siempre, a no ser que estén trabajando con
otros aspectos del Plan, que nada tienen que ver con la humanidad. Si se hallan
entre quienes se ocupan de la conciencia incipiente del hombre y trabajan para
el reino humano y en él, pueden conocer el secreto, y al mismo tiempo no querer
beneficiarse con él, debido a que sienten la necesidad de identificarse
totalmente con la humanidad; por lo tanto eligen compartir conscientemente
todas las experiencias humanas y morir de la manera que es común al resto de
los hombres. La cuestión de la identificación se halla detrás de toda
manifestación; es la identificación del espíritu con la materia o del espíritu
y la materia, que constituye el secreto de la apariencia divina. Una de las
principales causas de la enfermedad, como bien saben, es la facilidad de los
hombres para identificarse con el aspecto forma (con las numerosas fuerzas
localizadas -dentro del círculo infranqueable de la personalidad). El hombre no
se identifica con el productor de la forma, el verdadero hombre espiritual, ni
con las energías que trata de dirigir, y que -más adelante en el ciclo
evolutivo- insiste en dirigir.
Aquí también hay un significado
secreto que se refiere a los siete rayos, cuando se expresan en el reino
humano; el conocimiento de este secreto permite al Maestro controlar las
epidemias y enfermedades ampliamente propagadas, pero esto ahora no les concierne.
Incidentalmente, la relativa liberación de las plagas y epidemias que
comúnmente siguen a la guerra, se ha debido parcialmente al empleo, por la
Jerarquía, de este séptuple conocimiento, además del conocimiento científico de
la humanidad.
A este respecto (y lo menciono
simplemente por el interés que tiene) existen dos autoridades jerárquicas el
Mahachohan y Su Representante, el cual pertenece al séptimo rayo-, poseedoras
hoy de todo el secreto, siendo ayudadas por otros cinco Maestros, en la aplicación
del conocimiento adquirido. Los cinco Maestros trabajan principalmente con la
evolución dévica y, en este caso particular, con los devas curadores, que como
saben, están vinculados con la forma. Estos siete Miembros de la Jerarquía son
ayudados a su vez por uno de los Budas de Actividad y también por el
representante del Espíritu de la Tierra. Aquí tenemos nuevamente dos, cinco y
también siete -una diferente enunciación cuya suma da nueve, el número de la
iniciación. Esta relación numérica lleva al hombre hasta el punto de la
“iniciación en el reino de la perfección; ya no conoce más el dolor o el
sufrimiento y su mente se traslada de lo que está abajo a lo que está arriba”.”
(410)
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“LEY VI
Cuando las energías constructoras
del alma están activas en el cuerpo, entonces hay salud, limpia interacción y
correcta actividad. Cuando los constructores son los señores lunares y los que
trabajan controlados por la Luna y a las órdenes del yo inferior personal,
entonces hay enfermedad, mala salud y muerte.
Esta ley es muy interesante
porque se ocupa básicamente de las causas, principalmente de esas causas que la
persona común no puede controlar conscientemente, y porque da esotéricamente un
cuadro en miniatura o microcósmico de la situación universal o macrocósmica.
Trata del problema del mal o del dolor y el sufrimiento (los grandes misterios
de nuestro pequeño planeta), en pocas frases que contienen vastas
implicaciones. La misma simplicidad de esta gran ley
natural oculta los significados de gran alcance de su actuación normal. Con
mucha sencillez expone las siguientes cosas, y las enumeraré porque el
desmenuzamiento de un párrafo en sus claros y simples enunciados, constituye
una forma sensata para llegar a su comprensión:
1. Cuando el alma controla la
forma involucrada, hay salud.
2. El alma es el constructor de
la forma, la fuerza constructiva en manifestación.
3. Esto es verdad tanto en el
micro como en el macrocosmo.
4. Los resultados con plenitud,
recta relación y correcta actividad.
5. Cuando el alma no controla, y
las fuerzas de la naturaleza-forma son por lo tanto los factores controladores,
habrá mala salud.
6. Los constructores de la forma
son los “señores lunares”, los elementales físico, astral y mental.
7. Éstos, en su triple totalidad,
componen la personalidad.
8. Están esotéricamente regidos
por la Luna, el símbolo de la forma, llamada frecuentemente “la madre de la
forma”.
9. La emanación proveniente de la
Luna contiene las simientes de la muerte y de la enfermedad, porque la Luna es
“un planeta muerto”.” (411)
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“Cuando llega el momento en que
el alma puede conscientemente asumir un control dentro de la forma y sobre
ella, eventualmente crea una forma adecuada a sus necesidades espirituales;
esto sucederá porque los elementales, suma total del elemental de la
personalidad, han llegado a un grado tal de desarrollo que están preparados
para entrar en el sendero de retorno. El alma nunca realiza un trabajo
puramente egoísta para tener un medio de expresión en los tres mundos, como
podrá parecer a veces al pensador casual y superficial. Esto es totalmente
incidental, desde el ángulo del alma; constituye una actividad necesaria, pero involucra también
el sacrificado trabajo de salvar a la sustancia y hacer progresar la evolución
de la materia. Según lo expresa El Antiguo Comentario: “La Madre
(sustancia-materia) es salvada por el nacimiento de su Hijo (el Cristo interno,
la conciencia espiritual) “. Esto es verdad tanto en el macro como en el
microcosmos.
Aquí tenemos el secreto del
sufrimiento y la muerte planetarios. Nuestro Logos planetario (considerando la
verdad desde el ángulo del macrocosmos) es, como saben, uno de los Dioses
Imperfectos en La Doctrina Secreta, aunque perfecto más allá de nuestra
comprensión humana -la comprensión de una unidad en cualquiera de los reinos
constituye Su cuerpo de manifestación. No existe por lo tanto un verdadero
equilibrio entre el espíritu y la materia, aunque casi se ha alcanzado el punto
de equilibrio, las fuerzas involutivas son aún muy potentes y las energías
espirituales todavía se hallan frustradas, aunque no tanto como antes en la
historia humana; la próxima gran raza humana que seguirá a la actual, verá
logrado un punto de equilibrio que introducirá la denominada edad de oro.
Entonces habrá menos puntos de fricción sobre el planeta y por lo tanto en el
individuo; desaparecerán las zonas de frustración y de actividad inútil. Esto
ya puede observarse, desarrollándose en gran medida en el cuerpo de una persona
evolucionada o de un iniciado y durante largos períodos de sus encarnaciones;
por regla general las analogías paralelas son exactas.” (412)
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“Los curadores deben aprender a
trabajar con el principio vida, no con alguna vaga energía, puesta en
movimiento por el poder del pensamiento o la potencia del amor, como lo
presentan hoy los diversos sistemas mundiales de curación creados por el género
humano. Se establece contacto y se pone en movimiento el principio vida
mediante la depuración de ciertos canales etéricos dentro de la estructura
etérica que subyace en cada parte del cuerpo del paciente. Esta depuración no
se produce pensando en la salud, afirmando la divinidad o eliminando el “error”
en el acercamiento mental, sino por el método más prosaico de dirigir
corrientes de energía a través de ciertos centros, afectando así determinadas
glándulas en la zona del cuerpo físico enfermo, asiento de la dolencia, angustia
y sufrimiento.” (413)
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“Los denominados curadores
modernos se equivocan en la confección del cuidadoso diagnóstico. No conocen
bastante acerca del cuerpo físico, de la patología de la enfermedad, de los
síntomas primarios o secundarios, para determinar la naturaleza de la
dificultad; esto se debe a que el curador común no ha tenido entrenamiento
médico ni tampoco está equipado síquicamente para arribar a un correcto
diagnóstico en forma esotérica. Por lo tanto cae en la general presunción de que
el paciente se halla enfermo, que el lugar de la dificultad parece estar en tal
o cual zona del cuerpo físico, que el paciente se queja de ciertas dolencias y
dolores, y si se puede lograr que éste sea suficientemente pasivo y capte
(conjuntamente con el curador) el hecho de su divinidad -¿y quién puede hacerlo
hermano mío?- entonces, si tiene fe en el curador, con toda seguridad será
curado.” (414)
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“El grado de evolución del
espíritu de la tierra afecta a cada átomo de su cuerpo -el cuerpo de una
entidad involutiva. El resultado de esta imperfección, que no es la del Logos
planetario sino la del espíritu de la tierra, se manifiesta como enfermedad en
todas las formas de todos los reinos de la naturaleza. Los minerales están
sujetos a la enfermedad y a la descomposición, y hasta la fatiga de los metales
es un hecho científico comprobado; las plantas y los animales reaccionan a las
enfermedades que se producen en las estructuras de sus formas, y la enfermedad
y la muerte son inherentes al átomo, del cual están compuestos todos los
organismos. El hombre no está exento de ello. La enfermedad, en consecuencia,
no se produce por el erróneo pensar, como he dicho a menudo, o por no afirmar
la divinidad. Es inherente a la naturaleza de la forma, indicando las
imperfecciones que sufre el espíritu de la tierra; es el método por excelencia
con que esta vida elemental mantiene la integridad y capacidad para reabsorber
lo que es suyo, pero que fue puesto bajo otra dirección por la potencia
atractiva de la vida de aquello que conforma a cada reino de la naturaleza
durante un ciclo de encarnación.” (415)
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“…El Maestro Jesús en la Cruz no
pudo responder a ningún proceso salvador (aunque así lo hubiera deseado),
porque el cuerpo del alma -como sucede siempre en la cuarta iniciación- fue
destruido; nada hubiera podido responder al poder evocador de una persona
foránea, interesada o amorosa. Como un adepto y alguien en quien la conciencia
monádica estaba firmemente establecida, los poderes de que Jesús disponía no
pudieron ser utilizados en la salvación de su cuerpo físico. Además debe
recordarse que Él no tuvo ningún deseo de salvarlo, porque ya poseía el poder
(demostrado más tarde en la historia de El Evangelio) de crear un cuerpo a
voluntad para satisfacer sus necesidades. El pecado sutil y subjetivo de los
apóstoles consistió en que no se interesaron en evocar la viviente actividad
del Maestro para Su propio bien (aunque Él no lo hubiera aceptado; pero ellos
lo ignoraban), sino que estaban totalmente preocupados por su propio
sufrimiento. Aunque trataran de evocarla hubiera sido inútil, pero el bien que
les pudo proporcionar y la revelación que hubieran recibido acerca de la
inmortalidad del alma, los habría iluminado enormemente y quizás traído un
cristianismo erigido alrededor de un Cristo viviente y no de un Cristo muerto.”
(416)
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“El método empleado, de acuerdo a
la Ley de Perfección, se denomina “perfecta inofensividad” y fue siempre el
método utilizado por Cristo, el Ser perfecto. No es la inofensividad tan a
menudo estipulada por mí cuando me dirijo a los aspirantes, sino la
inofensividad impuesta por el hombre espiritual y su natural destino. Consiste
en ignorar el efecto o el resultado producido sobre la naturaleza forma.
Reiteradamente he dicho que la Jerarquía actúa sólo con la naturaleza
espiritual o con el alma de la humanidad, y que -para el Maestro- la forma
tiene relativa importancia. El hombre espiritual considera, como el máximo
bien, la liberación de la triple forma, siempre que de acuerdo a la ley, le
llegue como resultado de su destino espiritual y decisión kármica; no debe
venir como un acto arbitrario, o una escapatoria de la vida y sus consecuencias
en el plano físico, o como autoimpuesto. De esta extraña actuación de la Ley de
Perfección (extraña desde el punto de vista limitado del hombre) la guerra
(1914-1945) fue un ejemplo destacado. Murieron millones; más millones sufrieron
cruelmente en su naturaleza forma, y muchos más millones sufrieron (y aún están
sufriendo) la agonía mental de la inseguridad, la expectativa y la pobreza. No
obstante se obtuvieron dos principales resultados de naturaleza espiritual,
actuando bajo la Ley de Perfección:
1. Las almas fueron liberadas de
una civilización atrasada y decadente -pues así es considerada desde el ángulo
de la Jerarquía la mentada civilización que poseen- y volverán, en mejores
cuerpos, a una civilización y cultura que estará más de acuerdo con las
necesidades del hombre espiritual. La razón principal de la total destrucción
de las antiguas formas (física, emocional y mental) es que constituyeron una
sólida prisión para el alma y negaron todo verdadero progreso a la masa humana.
2. El rico y el pobre, el
inteligente y el ignorante, captan ahora claramente una cosa que
acrecentadamente colorará el pensamiento humano: que la felicidad y el éxito no
dependen de la posesión de cosas ni de bienes materiales. Dicho concepto es el
error cometido por las
organizaciones laboristas cuando
luchan y se declaran en huelga para exigir más dinero, a fin de vivir más
holgadamente; es el error cometido también por el público en general cuando
reacciona contra la actitud del trabajo, pues se revela contra la restricción
del constante afluir de bienes materiales. La humanidad ha cometido este error
durante incontables épocas y ha errado gravemente al poner el énfasis sobre
aquello que beneficia a la forma.…” (417)
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“La propia voluntad del curador
(no importa cuán elevada sea la cualidad) y su determinación de curar al
paciente, crean una tensión en el curador, que puede desviar seriamente la
corriente de energía curadora. Cuando tal tipo de voluntad está presente, como
sucede con frecuencia en el caso del curador inexperto o neófito, está propenso
a absorber las dificultades del paciente y experimentará los síntomas de la
dolencia y también el sufrimiento. Su voluntariosa determinación de prestar
ayuda actúa como un “boomerang”, causándole sufrimiento, lo cual no ayuda
realmente al paciente.” (418)
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“…el iniciado, en el Ashrama o
“en su camino glorioso hacia el Lugar donde mora el Señor” (Shamballa), resume
o contiene en sí mismo todo el bien esencial que ha acumulado en el alma antes
de la destrucción del cuerpo del alma en la cuarta iniciación. Él sintetiza en
sí el conocimiento y la sabiduría de eones de lucha y paciente sufrimiento.
Nada más puede adquirirse adhiriéndose al alma o a la forma. Ha absorbido todo
lo que ellas poseían, que podría arrojar luz sobre la espiritual Ley de
Sacrificio. Es interesante observar cómo el alma se convierte aquí en simple
intermediario entre la personalidad y el iniciado de alto grado. Ahora nada
queda por relatar, informar o transmitir y -a medida que el Sonido reverbera-
el alma desaparece, como testimonio de respuesta. Sólo es un cascarón vacío,
pero su sustancia es de un orden tan elevado que se convierte en parte
integrante del nivel búdico y la función que allí desempeña es etérica.
Renuncia al principio vida, retornando al depósito de la vida universal.” (419)
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“El curador clama: Que el poder
descienda, hendiendo las aguas. No le importa cómo responden las aguas; a
menudo trae tormentosas olas y horrendos y terribles acontecimientos. El fin es
bueno. La dificultad terminará cuando la tormenta se calme y la energía haya
cumplido su marcado destino. El poder está forzado a penetrar directamente al
corazón, y en todo canal, nadis, nervios y bazo, debe hallar un paso y un
camino y así enfrentar al enemigo, que ha logrado entrar y se ha aposentado
para vivir. El desalojo -despiadado, repentino y total- es emprendido por quien
sólo ve el funcionamiento perfecto y no acepta interferencias. Este perfecto
funcionamiento abre así la puerta a la vida eterna, o a la vida en la tierra durante
poco tiempo.
Esta técnica es curiosamente
poderosa y rápida cuando el curador pertenece al sexto rayo; los resultados son
drásticos y dolorosos, pero seguros -curación o muerte, y por lo general esta
última. El curador de sexto rayo raras veces es disciplinado o inteligente en
esta época, porque está finalizando el ciclo de sexto rayo. Cuando nuevamente
el sexto rayo venga a la manifestación, la humanidad habrá progresado mucho en
el sendero, y el actual agresivo, demasiado seguro y fanático curador de sexto
rayo, no volverá a aparecer. Hoy son mayoría, y su trabajo no es bueno; es bien
intencionado, pero la técnica es aplicada ignorantemente, y el fin no justifica
la seguridad del curador, decepcionando frecuentemente al paciente.” (420)
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(409) TERCERA PARTE. Las Leyes Fundamentales de la Curación. Capítulo
Octavo. Enumeración y Aplicación de las Leyes y Reglas. Aplicación de las Leyes
y Reglas. Ley V. Regla Dos. 1. No existe nada más que energía, porque Dios es
Vida. (pág. 430)
(410) TERCERA PARTE. Las Leyes Fundamentales de la Curación. Capítulo
Octavo. Enumeración y Aplicación de las Leyes y Reglas. Aplicación de las Leyes
y Reglas. Ley V. Regla Dos. 6. Las dos, las cinco y también las siete, además
de aquello que ellas producen, poseen el secreto. (pág. 437)
(411) TERCERA PARTE. Las Leyes Fundamentales de la Curación. Capítulo
Octavo. Enumeración y Aplicación de las Leyes y Reglas. Aplicación de las Leyes
y Reglas. Ley VI. Regla Tres. (pág. 444)
(412) TERCERA PARTE. Las Leyes Fundamentales de la Curación. Capítulo
Octavo. Enumeración y Aplicación de las Leyes y Reglas. Aplicación de las Leyes
y Reglas. Ley VI. Regla Tres. (pág. 445)
(413) TERCERA PARTE. Las Leyes Fundamentales de la Curación. Capítulo
Octavo. Enumeración y Aplicación de las Leyes y Reglas. Aplicación de las Leyes
y Reglas. Ley VII. Regla Tres. (pág. 458)
(414) TERCERA PARTE. Las Leyes Fundamentales de la Curación. Capítulo
Octavo. Enumeración y Aplicación de las Leyes y Reglas. Aplicación de las Leyes
y Reglas. Ley VII. Regla Cuatro. (pág. 460)
(415) TERCERA PARTE. Las Leyes Fundamentales de la Curación. Capítulo
Octavo. Enumeración y Aplicación de las Leyes y Reglas. Aplicación de las Leyes
y Reglas. Ley VIII. Regla Cuatro. (pág. 465)
(416) TERCERA PARTE. Las Leyes Fundamentales de la Curación. Capítulo
Octavo. Enumeración y Aplicación de las Leyes y Reglas. Aplicación de las Leyes
y Reglas. Ley VIII. Regla Cinco. (pág. 478)
(417) TERCERA PARTE. Las Leyes Fundamentales de la Curación. Capítulo
Octavo. Enumeración y Aplicación de las Leyes y Reglas. Aplicación de las Leyes
y Reglas. Ley IX. Regla Cinco. (pág. 483)
(418) TERCERA PARTE. Las Leyes Fundamentales de la Curación. Capítulo
Octavo. Enumeración y Aplicación de las Leyes y Reglas. Aplicación de las Leyes
y Reglas. Ley IX. Regla Seis. (pág. 494)
(419) TERCERA PARTE. Las Leyes Fundamentales de la Curación. Capítulo
Octavo. Enumeración y Aplicación de las Leyes y Reglas. Aplicación de las Leyes
y Reglas. Ley X. Regla Seis. Tanto el alma como la forma deben renunciar al
principio vida y así permitir a la Mónada liberarse. El alma responde. La forma
rompe entonces la conexión. (pág. 504)
(420) TERCERA PARTE. Las Leyes Fundamentales de la Curación. Capítulo Noveno.
Los Siete Métodos de Curación. 3. Las Siete Técnicas de Curación. Las Siete
Afirmaciones. 1. La técnica de sexto rayo. (pág. 519)
(CONTINUACIÓN)
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