miércoles, 6 de febrero de 2019

EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO (XXVIII) - Tratado de los Siete Rayos. VOL. 2 - Psicología Esotérica II (V)


Este artículo es la continuación de El Dolor y el Sufrimiento (XXVII)

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Como en otras ocasiones, para realizar este estudio he intentado hacer una recopilación exhaustiva de extractos de todos los libros del Maestro y de Alice A. Bailey (25) que tratan sobre estos temas, aunque dada la extensión de toda la obra del Tibetano, podría ser que faltase algún fragmento.

Cada fragmento viene precedido por el título del libro, capítulo y/o sección de donde procede el texto, por si se desea ampliar la información mas allá de lo relacionado estrictamente con el tema.

Las conclusiones (cuando las haya) son personales, por tanto, como tales no tiene porque estarse de acuerdo con las mismas. Son reflexiones e interpretaciones propias de los extractos del Tibetano.

En la última entrada que se publique sobre el tema, si lo deseáis, podréis descargaros la recopilación completa en un documento en formato pdf.

Espero que la lectura de estos artículos (que iré publicando progresivamente al ser demasiado extensa toda la recopilación) pueda seros de utilidad.


Dani

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Tratado de los Siete Rayos. Vol. 2 - Psicología Esotérica II (1942)


“Se dice que transcurre mucho tiempo entre la primera iniciación y la segunda (donde culmina la Crisis de Apropiación en el sendero ascendente). Hay aquí también una analogía de los primitivos acontecimientos, pues ha transcurrido mucho tiempo desde que tuvo lugar la individualización, técnicamente entendida, que fue el primer gran acercamiento del alma ocurrido en días de Lemuria o en crisis anteriores en el planeta muerto, la Luna. Así como la forma del hombre animal tuvo que alcanzar cierto grado de desarrollo, también la forma humana tiene que alcanzar hoy el nivel de integración de la personalidad antes de que pueda repetir conscientemente el Acercamiento de Apropiación.

Luego tiene lugar en la vida del aspirante un período en el que pasa del sendero de probación al del discipulado, resultado de la actividad que, en la vida de la personalidad individual, es el reflejo del Acercamiento de Aceptación, que se produce en el campo de batalla del plano astral. Allí el discípulo acepta conscientemente, el inevitable proceso de transmutación que debe efectuarse antes de que la personalidad pueda llegar a ser un instrumento apto para el alma. Permanece entre los pares de opuestos, aprendiendo el secreto de la dualidad y fijo en el punto medio, como Arjuna, busca el camino de salida, y eventualmente acepta la tarea que tiene por delante. Ésta es la etapa de sumisión, a la cual todo discípulo se somete.

Mediante la aceptación, el aspecto astral de la personalidad se pone en línea con el propósito divino del alma que mora internamente, lo cual no es una débil y negativa sumisión ni una penosa y afable aceptación de la así denominada Voluntad de Dios, sino la positiva y dinámica posición o actitud, en el campo de batalla de la vida. Esta actitud reconoce, correctamente, como hizo Arjuna, las exigencias de los dos ejércitos (el del Señor y el de la Personalidad) y mientras acepta la realidad del caso, el discípulo permanece firme y lucha lo mejor que puede por obtener el privilegio de la comprensión y la actitud correcta. Así como el alma en días lejanos accedió y dio el “toque de aceptación” a la obligación asumida, cuando tuvo lugar el acercamiento de apropiación, y las demandas de la personalidad al alma se hicieron cada vez más definidas, ahora la personalidad invierte el proceso y reconoce las demandas del alma. Esto marca, como puede verse, una etapa bien definida en la vida del aspirante, producida por el desdichado sentido de dualidad, causa del malestar y el sufrimiento en la vida de todo discípulo.” (282)

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“Se observará también que los rayos que rigen a la mente incluyen a un rayo que vincula la naturaleza mental con el rayo del sistema solar, el rayo cósmico del amor. Este rayo vinculador es el cuarto Rayo de Armonía, que significa también Armonía a través del Conflicto, rayo muy importante, porque nos da la clave del problema del dolor y del sufrimiento.” (283)

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“Por lo tanto, el problema del aspirante de sexto rayo es liberarse de la esclavitud de la forma (aunque no de ella) y permanecer tranquilamente en el centro, así como el discípulo de tercer rayo debe aprender a hacerlo, aprendiendo a obtener amplitud de visión y un correcto sentido de proporción. Siempre carece de estas dos cualidades, hasta que llega el momento en que se afirma y se alinea con las visiones, las formas verdaderas y los sueños de la realidad y descubre que detrás de todas ellas se hallan Dios y sus semejantes. Sólo entonces se puede confiar en que trabajará con el Plan.

El alineamiento producido por este “modo pacífico de estar quieto” provoca lógicamente una crisis y es muy difícil que el aspirante la resuelva. Durante esta crisis le parece que ha sido desposeído de todo incentivo, móvil, sensación, estima de los demás y hasta del propósito de la vida. El concepto de “mi verdad, mi maestro, mi idea, mi modo”, lo abandona y no tiene con que reemplazarlo. Por pertenecer al sexto rayo y estar, por lo tanto, vinculado al mundo de la vida síquica astral, el sexto plano, es peculiarmente sensible a sus propias reacciones y a las ideas de otros, en lo que a él y a sus verdades concierne. Se siente tonto y cree que los demás piensan que lo es. La crisis es por lo tanto grave, porque tiene que lograr un completo reajuste del Yo con el yo. Su fanatismo, devoción, su manera frenética de impulsarse a si mismo y a los demás, sus esfuerzos perdidos y su falta de comprensión del punto de vista que sostienen otros han desaparecido, pero todavía nada los ha reemplazado. Lo embarga el sentido de futilidad y el mundo oscila bajo sus pies. Entonces debe permanecer quieto en el centro, fijar los ojos en el alma y cesar toda actividad durante un breve período de tiempo, hasta que irrumpa la luz.

Es interesante observar que cuando el Maestro Jesús estaba en la cruz experimentó (en una vuelta de la espiral mucho más elevada de lo que le es posible al discípulo) la máxima culminación de dicha crisis, aunque en Su caso -por estar sintonizado con Dios y con todos los hijos de Dios- tuvo que sufrir todos los padecimientos de los discípulos del mundo y toda la agonía que implica la percepción astral del sufrimiento expresado en las agonizantes palabras “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”.

Pero al encarar la futilidad y al enfrentarse a sí mismo se entregó a la vida que está en el centro, y allí se mantuvo equilibrado y quieto y, aunque alerta, la luz irrumpirá y revelará al discípulo lo que necesita saber. Así aprende a expresar ese amor incluyente que es su principal requisito y a abandonar la actitud estrecha y centrada que hasta entonces ha considerado como amor. Acepta todas las visiones, si sirven para elevar y confortar a sus hermanos; acepta todas las verdades si son medios de revelación para otras mentes, y acepta todos los sueños, si pueden servir como incentivo para sus semejantes. Participa en todo ello, no obstante mantiene su equilibrada posición en el centro.” (284)

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“…el desarrollo humano se efectúa por una serie de integraciones, de procesos de coordinación o síntesis, implicando (especialmente cuando la inteligencia comienza a controlar) el sentido de separación o dualidad. Estas integraciones, en lo que se refiere a la humanidad, subyacen en un pasado lejano, tienen lugar en la actualidad y lo tendrán en el futuro.

Integraciones Pasadas.

Entre los cuerpos animal y vital.
Entre ambos y la naturaleza sensoria de deseo.
Entre estos tres y la mente concreta inferior.

Integraciones Presentes.

Entre los cuatro aspectos mencionados, produciendo así una personalidad coordinada.

Integración Futura.

Entre la personalidad y el alma.

Existen otras integraciones superiores a las cuales no me referiré aquí. Se alcanzan mediante los procesos de la iniciación y el servicio. Debe recordarse que en la historia racial han tenido lugar en forma inconsciente, muchas de estas integraciones como resultado del estímulo de la vida, del impulso evolutivo, de los procesos normales del vivir, de la experiencia por medio del contacto con el medio ambiente y también de la satisfacción, que conduce a la saciedad de la naturaleza de deseos. Pero llega un momento en el desarrollo racial, como en las vidas de los individuos, en que el ciego proceso de la pasividad evolutiva se convierte en un viviente esfuerzo consciente, y es exactamente en este punto donde se halla la humanidad hoy. De allí la comprensión del problema humano en términos de la sicología moderna; el sufrimiento tan ampliamente extendido de los entes humanos en todas partes; el esfuerzo que debe realizar la educación moderna, y de allí también la aparición en amplia escala en todos los países, del creciente número de tres tipos de personas, los que:

a. son conscientes de la separación;
b. están realizando la integración con mucho sufrimiento y grandes dificultades, más
c. esas personalidades o individuos integrados, que son dominadores.” (285)

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“La dificultad reside hoy en que tenemos, en todas partes, personas que se hallan en diferentes etapas del proceso integrador; todas se hallan en un “estado de crisis” y proporcionando, por lo tanto, los problemas de la sicología moderna.

Estos problemas pueden clasificarse en forma precisa en tres grupos principales:

a. Los Problemas de la Separatividad. son a su vez de dos tipos:

1. Los problemas de integración.
2. Los que surgen de un sentido de dualidad.

Este sentido de dualidad, resultado de la separación realizada, abarca desde las dificultades de la doble personalidad que sufren tantas personas, hasta las del místico, por su énfasis puesto en el que ama y el amado, en el que busca y el buscado, en Dios y Su hijo.

b. Los Problemas de la Integración producen la mayoría de las dificultades de las personas más evolucionadas.

c. Los Problemas del Estímulo surgen como resultado de una síntesis e integración logradas, produciendo, en consecuencia, una desacostumbrada afluencia de energía, la cual puede expresarse como desmedida ambición, sentido de poder, deseo de influencia personal, o como poder y fuerza verdaderamente espirituales. Sin embargo, en todos los casos es necesaria una comprensión y manejo cuidadoso de los fenómenos resultantes.

De estos problemas además surgen:

1. Los Problemas Mentales. Aparecerán ciertos complejos definidos cuando se haya logrado integrar la mente con los tres aspectos inferiores y será útil reflexionar sobre ello.

2. Las Enfermedades de los Místicos. Conciernen a esas actitudes de la mente, a las complejas ideas y “empresas espirituales” que afectan a quienes se inclinan al misticismo o se dan cuenta del dualismo espiritual, al cual se refirió San Pablo en la Epístola a los Romanos.

“Sabemos que la ley es espiritual; más yo soy carnal, vendido bajo el pecado.

Porque lo que hago no lo entiendo, pues el bien que quiero no hago; sino hago lo que aborrezco.

Y si hago lo que no quiero, consiento que la ley es buena.

De manera que no soy yo quien lo hace sino el pecado que mora en mi.

Porque sé que en mí (es decir en mi carne) no mora el bien, porque en querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.

Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mi.

Así que, queriendo hacer el bien, descubro la ley: que el mal está en mi.
Porque según el hombre interno, me deleito en la Ley de Dios.

Mas veo otra ley en mis miembros rebelándose contra la ley de mi mente y me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.

Miserable de mí. ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?» (Romanos VII, 14-24.)” (286)
           
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(282) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. I. Apropiación de los Cuerpos. (pág. 216)
(283) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. I. Apropiación de los Cuerpos. (pág. 226)
(284) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. II. La Coordinación de la Personalidad. a. Siete Técnicas de Integración. Sexto Rayo. (pág. 289)
(285) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. III. Algunos Problemas Psicológicos. Introducción. (pág. 313)
(286) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. III. Algunos Problemas Psicológicos. a. Problema de la Separatividad. (pág. 315)

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