miércoles, 23 de octubre de 2019

EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO (XLV) - Del Intelecto a la Intuición (AAB) -



Este artículo es la continuación de El Dolor y el Sufrimiento (XLIV)

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Como en otras ocasiones, para realizar este estudio he intentado hacer una recopilación exhaustiva de extractos de todos los libros del Maestro y de Alice A. Bailey (25) que tratan sobre estos temas, aunque dada la extensión de toda la obra del Tibetano, podría ser que faltase algún fragmento.

Cada fragmento viene precedido por el título del libro, capítulo y/o sección de donde procede el texto, por si se desea ampliar la información mas allá de lo relacionado estrictamente con el tema.

Las conclusiones (cuando las haya) son personales, por tanto, como tales no tiene porque estarse de acuerdo con las mismas. Son reflexiones e interpretaciones propias de los extractos del Tibetano.

En la última entrada que se publique sobre el tema, si lo deseáis, podréis descargaros la recopilación completa en un documento en formato pdf.

Espero que la lectura de estos artículos (que iré publicando progresivamente al ser demasiado extensa toda la recopilación) pueda seros de utilidad.


Dani

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Del Intelecto a la Intuición -AAB- (1932)


“…Quizás sea verdad que el hombre recién está llegando a su mayoría de edad, y en vísperas de entrar en posesión de su herencia descubra dentro de sí mismo poderes, aptitudes, facultades y tendencias que garantizan una madurez útil, vital y una vida eterna. Estamos finalizando la etapa en que dimos gran importancia al mecanismo y al conjunto de células que constituyen el cuerpo y el cerebro, con su reacción automática al placer, dolor y pensamiento. Sabemos mucho acerca del Hombre, la máquina. Hemos contraído una gran deuda con la escuela mecanicista de sicología, por sus descubrimientos sobre el mecanismo por el cual el ser humano se pone en contacto con su medio ambiente. Pero existen hombres entre nosotros que no son meras máquinas, lo que nos concede el derecho de medir nuestras máximas aptitudes y grandeza en potencia, comparándolas con lo que han realizado los más grandes hombres, los cuales no son "rarezas" del capricho divino ni de los ciegos impulsos evolutivos, sino la garantía de la realización final del conjunto.” (464)



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“"No hay meditación para el hombre que come poco ni para el que come mucho; para el que duerme excesivamente o demasiado poco. Pero aquel que es frugal en el alimento y ordenado en el trabajo, en el sueño y en el despertar, la meditación llega a ser el destructor de todo sufrimiento.” (465)

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“…Se observará que la idea del deseo, del sentimiento y de la dualidad, caracteriza la condición de éxtasis. Están siempre presentes la pasión, la devoción y una arrobadora exteriorización hacia la fuente de comprensión; por lo que es necesario que el experimentador haga una cuidadosa diferencia de tales estados, o degenerará en una condición morbosa. En esta condición de percepción sensoria nada tenemos básicamente que hacer. Nuestra elevada meta es la constante intelectualización y el firme control mental, y sólo en las primeras etapas de la iluminación se descubrirá esta condición. Más adelante se verá que la verdadera iluminación excluye automáticamente tales reacciones. El alma se sabe a sí misma libre de los pares de opuestos —del placer lo mismo que del dolor— y permanece firme en el ser espiritual. El canal o línea de comunicación, es eventualmente directo y eliminador desde el alma a la mente y desde la mente al cerebro.” (466)

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“Detrás de la materia existe un factor potente e inmanente, responsable de la coherencia de la naturaleza forma, y constituye la personalidad actuante en el mundo físico. Este factor puede ser considerado como el aspecto vida, con el cual luchan continuamente los estudiosos que tratan de llegar a su origen y a su causa. Aún más profundamente arraigado tenemos los aspectos, sentimiento, sufrimiento, experiencia y emoción del yo, actuando por medio del sistema nervioso y del cerebro y rigiendo muy poderosamente todas las actividades del mundo de los asuntos humanos. El hombre siente placer y dolor; está ensimismado en su estado de ánimo y reacciones emocionales hacia la vida y en sus preocupaciones y deseos de todo tipo. Esta es la vida personal común de la mayoría de nosotros, porque, en la actual etapa del desarrollo humano, sentimos más que pensamos. La razón de ello nos la da claramente Patanjali (*), cuando dice:

"El sentido de lo personal se debe a que el conocedor se identifica con el instrumento del conocimiento... La ilusión de que el Perceptor y lo percibido son una y la misma cosa, es la causa (de los efectos que producen dolor) que debe evitarse".” (467)

(*) La Luz del Alma, Libro II, Af. 6 y 17, por Alice A. Bailey.

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“Encontrado el momento y el lugar, sentémonos cómodamente y empecemos a meditar. Entonces surge la pregunta ¿cómo debemos sentarnos?, ¿Cuál es la mejor posición, las piernas cruzadas, arrodillados, sentados o de pie? La posición más fácil y normal es siempre la mejor. La posición con las piernas cruzadas ha sido, y aún es, la más corriente en Oriente, y se han escrito muchos libros sobre posturas, de las cuales hay aproximadamente ochenta. El hecho de haberlo utilizado en el pasado y en Oriente, no significa que sea la más cómoda para nosotros en la actualidad y en Occidente. Estas posturas son costumbres de la época en que la raza era entrenada psicológica y emocionalmente, y se parece mucho a la disciplina que se le impone a un niño cuando se lo manda a un rincón y se le ordena quedarse quieto. Algunas de las posturas tienen también relación con el sistema nervioso y con esa estructura interna de nervios sutiles que los hindúes denominan nadis, que subyacen en el sistema nervioso, como se lo conoce en Occidente.

El inconveniente de tales posturas conduce a dos reacciones, hasta cierto punto indeseables; nos llevan primero, a concentrar la mente en la mecánica del proceso y no en su finalidad; segundo, con frecuencia producen un agradable sentido de superioridad, basado en la intención de hacer algo que la mayoría no hace y que permite destacarnos como conocedores en potencia. Nos absorbe el aspecto forma de la meditación y no el Originador de la forma. Nos preocupamos del no-yo en lugar del yo. Debemos elegir esa postura que nos haga olvidar más fácilmente el cuerpo físico. Para el occidental probablemente la mejor postura es estar sentado: lo importante es que nos sentemos erguidos, con la columna vertebral en línea recta, relajados (sin dejarse caer) para que no haya tensión en ninguna parte del cuerpo, bajando la barbilla parcialmente a fin de eliminar toda tensión en la nuca. Hay personas que cuando meditan sentadas, miran el techo con los ojos firmemente cerrados, como si el alma estuviera allí, en posición extremadamente rígida, apretando fuertemente los dientes (quizás para impedir que se les escapen palabras inspiradas llegadas del alma). Todo el cuerpo está tenso y rígido. Estas personas se sorprenden cuando nada ocurre, excepto fatiga y dolor de cabeza. El retiro de la conciencia de los conductos de los sentidos no implica la transferencia de la sangre del cuerpo a la cabeza, ni el aceleramiento sin control de las reacciones nerviosas. La meditación es un acto interno y se practica con éxito sólo cuando el cuerpo está relajado, en posición adecuada y, luego, olvidado." (468)

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“"La vida limpia, la mente abierta, el corazón puro, el intelecto ansioso, la revelada percepción espiritual, el hermanazgo con el condiscípulo, la disposición a dar y recibir consejo e instrucción..., la disposición a obedecer los preceptos de la Verdad..., sufrir valerosamente las injusticias personales, la valerosa declaración de principios, la valiente defensa de quienes fueron injustamente atacados, la constante atención hacia el ideal de la progresión y perfección humanas, descritas por la ciencia secreta, constituyen la escalera de oro, por cuyos peldaños puede ascender el aprendiz hasta el Templo de la Sabiduría Divina".

H. P. BLAVTSKY".” (469)

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“La segunda dificultad a considerar puede interpretarse en términos de energía. Los estudiantes con frecuencia se quejan de un sobreestímulo y una acrecentada energía que son incapaces de manejar, y dicen que al tratar de meditar se sienten indebidamente inquietos o con deseos de llorar; experimentan períodos de intensa actividad, donde corren de un lado a otro, sirven, hablan, escriben y trabajan y terminan reaccionando violentamente, hasta llegar a veces al punto de un colapso nervioso. Otros se quejan de cierto dolor en la cabeza, de una molesta vibración en la frente o en la garganta después de
meditar. Sufren, además, de insomnio. En realidad, están sobre estimulados. Su sistema nervioso ha sido afectado por intermedio de los finos y sutiles "nadis" que fundamentan los nervios, a los que ya me he referido. Los principiantes en la ciencia de la meditación atraviesan por dificultades que deben superar cuidadosamente. Si se manejan en forma correcta desaparecerán pronto, pero si se descuidan pueden conducir a serios trastornos. Todo aspirante ansioso e interesado, constituye él mismo una dificultad en esta etapa, porque su ansia por dominar la técnica de la meditación, lo hace olvidar las reglas dadas y precipitarse, a pesar de todo lo que le diga el instructor o las advertencias hechas. En vez de sujetarse a la fórmula señalada de quince minutos, trata de forzarse y dedicar treinta minutos; en vez de seguir el delineamiento establecido, trata de sostener la concentración el mayor tiempo posible, y en el máximo esfuerzo olvida que está aprendiendo a concentrarse y no a meditar. Por lo tanto sufre de insomnio, sobreviniéndole el colapso nervioso, culpando al instructor y considerando peligrosa esta ciencia; sin embargo, el verdadero culpable es él mismo.” (470)

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“Al presentarse alguna de estas dificultades primordiales, debería suspenderse momentáneamente la práctica de la meditación o hacerla con más lentitud. Si la condición no es demasiado grave para justificar la completa cesación de la práctica, debe observarse y descubrirse hacia dónde parece dirigirse (en el cuerpo humano) la energía entrante. Durante la meditación se extrae energía, que se dirige a determinada parte del mecanismo.

En los tipos mentales o en el caso de quienes ya tienen cierta facilidad en "centrar su conciencia" en la cabeza, se sobreestimulan las células del cerebro, dando lugar a dolores de cabeza, insomnio, sensación de plenitud o vibración perturbadora, entre los ojos o en la parte superior de la cabeza. Otras veces, se tiene la sensación de una luz enceguecedora, similar a un repentino relámpago o destello de electricidad, que se ve con los ojos cerrados, lo mismo en la oscuridad que en la luz.

Cuando esto ocurre, el período de la meditación debe reducirse de quince a cinco minutos, o practicar la meditación día por medio, hasta que las células del cerebro se hayan ajustado al nuevo ritmo y al creciente estímulo. No hay motivo de ansiedad si se es prudente y se obedece a los consejos del instructor, pero si el estudiante en tales condiciones empieza a forzar su meditación o a alargar el tiempo, se expone a serios trastornos. De nuevo entra en juego el sentido común, y con la reducción del tiempo y la práctica de una breve meditación cada día, es posible volver a la normalidad. Tuvimos estudiantes que pasaron por esto, pero obedientes a las reglas indicadas y aplicando el sentido común, ahora meditan treinta minutos o una hora diariamente.” (471)

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(464) CAPITULO I. Conceptos de Introducción (pág. 13)

(465) CAPITULO VI. Los Objetivos de la Meditación (pág. 51)

(466) CAPITULO VII. Intuición e Iluminación (pág. 104)

(467) CAPITULO VIII. CAPÍTULO OCTAVO. La Universalidad de la Meditación (pág. 110)
(468) CAPITULO IX. La Práctica de la Meditación (pág. 133)
(469) CAPITULO X. La Precaución en la Meditación (pág. 142)
(470) CAPITULO X. La Precaución en la Meditación (pág. 153)
(471) CAPITULO X. La Precaución en la Meditación (pág. 154)



(CONTINUACIÓN)

miércoles, 9 de octubre de 2019

EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO (XLIV) - La Conciencia del Átomo (AAB) - y - El Alma y su Mecanismo (AAB) -



Este artículo es la continuación de El Dolor y el Sufrimiento (XLIII)

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Como en otras ocasiones, para realizar este estudio he intentado hacer una recopilación exhaustiva de extractos de todos los libros del Maestro y de Alice A. Bailey (25) que tratan sobre estos temas, aunque dada la extensión de toda la obra del Tibetano, podría ser que faltase algún fragmento.

Cada fragmento viene precedido por el título del libro, capítulo y/o sección de donde procede el texto, por si se desea ampliar la información mas allá de lo relacionado estrictamente con el tema.

Las conclusiones (cuando las haya) son personales, por tanto, como tales no tiene porque estarse de acuerdo con las mismas. Son reflexiones e interpretaciones propias de los extractos del Tibetano.

En la última entrada que se publique sobre el tema, si lo deseáis, podréis descargaros la recopilación completa en un documento en formato pdf.

Espero que la lectura de estos artículos (que iré publicando progresivamente al ser demasiado extensa toda la recopilación) pueda seros de utilidad.


Dani

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La Conciencia del Átomo -AAB- (1922)



“…Si las cosas son misteriosas e inexplicables para nosotros, será porque la gran Entidad que se manifiesta por medio de nuestro planeta está llevando a cabo un propósito y plan definidos, análogamente a como lo hacemos en nuestras vidas. A veces llevamos el cuerpo físico a situaciones donde le producimos dificultades dolorosas y agobiadoras; aceptada la hipótesis tratada, es lógico suponer que la gran Inteligencia de nuestro planeta también lleva su cuerpo de manifestación -que incluye la familia humana- a situaciones angustiosas para los átomos. Ciertamente es lógico suponer que el misterio de cuanto vemos a nuestro alrededor está oculto en la voluntad o inteligente propósito de esa Vida mayor que actúa a través de nuestro planeta, como el hombre actúa a través del cuerpo físico.…” (460)

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“Atravesamos un largo período o ciclo de muchas vidas donde nos identificamos con la forma y estamos tan unificados con el no-yo que no vemos la diferencia, ocupándonos totalmente de las cosas transitorias y pasajeras. Esta identificación con el no-yo, trae dolores, insatisfacciones y sufrimientos en el mundo; sin embargo, debe recordarse que por medio de la reacción del yo sobre el no-yo, aprendemos inevitablemente y nos apartamos finalmente de lo impermanente y lo irreal. Este ciclo de identificación con lo irreal va paralelo a la etapa de la conciencia individual. Así como el átomo de la sustancia debe abrirse camino hacia una forma y contribuir a vitalizar a una unidad mayor, también mediante la evolución de la conciencia, el átomo humano debe llegar a un punto en que reconozca su lugar en el Todo mayor, y cargar su responsabilidad en la actividad grupal. Tal es la etapa a la que se acercan muchos individuos de la familia humana. La gente comprende como nunca hasta ahora, la diferencia entre lo real y lo irreal, lo perecedero y lo permanente. Por medio del dolor y el sufrimiento, reconoce que el no-yo es insuficiente, y busca externa e internamente algo que satisfaga más adecuadamente sus necesidades.…” (461)

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(460) LA EVOLUCIÓN DE LA MATERIA. Segunda Conferencia (pág. 38)
(461) LA EVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA. Quinta Conferencia (pág. 79)


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El Alma y su Mecanismo -AAB- (1930) 

“(*) La sensibilidad, la capacidad de discernir entre los grados de sensación y de agudeza de percepción, es otra cualidad de las tiroides. Cuanto más energética es la tiroides, tanto más sensible es el individuo. Cuanto más sensible a las cosas, siente más rápida-mente el dolor, porque llega con mayor rapidez a la etapa en que el estímulo perjudica a su sistema nervioso” (462)

(*) The Glands Regulating Personality, pág. 180. 

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“…En todo caso, las glándulas suprarrenales son primordialmente las glándulas combativas. Producen esa respuesta inmediata y activa que el hombre demuestra en los momentos de peligro o ira, estimulándose su secreción en las emergencias. El dolor, la ira y el temor, tienen efecto definido sobre su secreción y se dice (*) que "toda su médula segrega la sustancia que produce el fenómeno del temor, y la de su corteza predomina en las reacciones iracundas". …” (463)

(*) The Glands Regulating Personality, pág. 76. 

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(462) CAPITULO II. Las Glándulas y la Conducta Humana. 3. La tiroides (pág. 46)
(463) CAPITULO II. Las Glándulas y la Conducta Humana. 3. La tiroides (pág. 46) 


(CONTINUACIÓN)