viernes, 23 de noviembre de 2018

EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO (XXII) - Tratado de los Siete Rayos. VOL. 1 - Psicología Esotérica I (I)


Este artículo es la continuación de El Dolor y el Sufrimiento (XXI)

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Como en otras ocasiones, para realizar este estudio he intentado hacer una recopilación exhaustiva de extractos de todos los libros del Maestro y de Alice A. Bailey (25) que tratan sobre estos temas, aunque dada la extensión de toda la obra del Tibetano, podría ser que faltase algún fragmento.

Cada fragmento viene precedido por el título del libro, capítulo y/o sección de donde procede el texto, por si se desea ampliar la información mas allá de lo relacionado estrictamente con el tema.

Las conclusiones (cuando las haya) son personales, por tanto, como tales no tiene porque estarse de acuerdo con las mismas. Son reflexiones e interpretaciones propias de los extractos del Tibetano.

En la última entrada que se publique sobre el tema, si lo deseáis, podréis descargaros la recopilación completa en un documento en formato pdf.

Espero que la lectura de estos artículos (que iré publicando progresivamente al ser demasiado extensa toda la recopilación) pueda seros de utilidad.


Dani

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Tratado de los Siete Rayos. Vol. 1 - Psicología Esotérica I (1936))


“Además quiero recordarles que el curso que sigue la mónada (un aspecto de la energía que se halla en uno de los tres rayos principales) puede dividirse más o menos en tres partes, las cuales conducen a una cuarta:



1. La realización de una unidad inferior, es decir, la unidad de la naturaleza forma. El alma en esta unidad se identifica tan íntimamente con el aspecto material que no establece diferencia alguna, cree que es la forma, y no se conoce como alma. Esto con frecuencia llega a su máxima expresión en determinada vida donde se manifiesta plenamente la personalidad, donde el alma está totalmente centrada en las reacciones de la personalidad, y la vida inferior es tan fuerte y vital que se expresa en forma potente y material.



2. La consiguiente y dolorosa diferenciación de la conciencia en una dualidad realizada. En esta condición el hombre es consciente de lo que se denomina su dualidad esencial; sabe que es espíritu-materia, vida-forma y el alma en manifestación. Durante esta etapa, que abarca muchas vidas y conduce al hombre por el sendero de probación y del discipulado hacia la tercera iniciación, el centro de gravedad (si así puedo denominarlo) cambia constantemente, sale de la forma y se centra cada vez más en el alma. Hay una acrecentada conciencia de que existe una Realidad que envuelve y al mismo tiempo extingue a la dualidad.



Recuerden que toda la historia de la evolución es la historia de la conciencia y de la creciente expansión del principio de "llegar a ser consciente", de manera que desde el microscópico interés del hombre consciente de sí mismo -porque vamos a confinar la explicación dentro de los límites del cuarto reino de la naturaleza- tenemos una inclusividad que se desarrolla lentamente, y que lo llevará finalmente a la conciencia del Cristo cósmico.



3. La elevada realización de la unidad sigue a este sentido de dualidad y, en esta etapa final, se pierde la sensación de ser el alma y el cuerpo. La conciencia se identifica con la Vida que mora internamente en el planeta y en el sistema solar. Cuando esto sucede, se registra un estado del ser que está más allá de las palabras, de la mente y de la forma.” (249)

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“6to. Rayo. Devoción o Idealismo.



Este rayo, que está saliendo de la manifestación, es de vital importancia para nosotros porque ha puesto su impronta sobre nuestra civilización occidental en forma más definida que los otros rayos, siendo para nosotros el más familiar y mejor conocido. El mántram que define su propósito es diferente de los demás y podría expresarse más o menos así:



La cruzada ha comenzado. Los guerreros marchan. Aplastan y matan todo lo que impide su camino; pisotean todo lo que se yergue ante su camino. Marcha hacia la luz.



El trabajo sigue adelante. Los trabajadores cubren sus ojos por compasión y por temor. El trabaja es lo único de valor. La forma debe desaparecer para que el espíritu amoroso pueda descansar. Nada puede detener el progreso de los trabajadores del plan. Inician el trabajo asignado con himnos y cantos.



La cruz se erige en lo alto; la forma es colocada allí, y en esa cruz tiene que entregar su vida. Cada uno construye una cruz que forma la cruz, y asciende a la cruz.



A través de la guerra, del trabajo, el dolor y la fatiga, se realiza el propósito. Así lo expresó el símbolo.



Se observará en qué forma este propósito produce su liberación cuando el hombre se lo aplica a si mismo. Cuando el hombre lo aplica al hombre produce la corrompida y terrible historia de la crueldad del hombre contra el hombre. En el anterior mántram se hallará la clave del propósito del sexto rayo, tal como aparece en el reino humano, y un amplio y ajustado estudio (observen esta frase paradójica) de las ideas subyacentes, revelará una pequeña parte de un propósito mayor. El alma es y debe ser despiadada para su forma y sus problemas. Sin embargo, el alma puede comprender la necesidad del dolor y las dificultades del mundo, porque el hombre puede ampliar el conocimiento de su propia técnica que aplica a si mismo y aplicar la técnica que Dios aplica a Su mundo, pero nada hace a sabiendas que pueda aumentar posiblemente la pena y el dolor en el mundo.” (250)

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“…En último análisis, puede decirse que la creencia en la existencia del alma en gran parte es cuestión del temperamento, anhelo y deseo de esas épocas en que el hombre luchaba, sufría y aliviaba la tensión del vivir, creando un cuerpo mental alrededor de un ser feliz e inmortal, que oportuna y finalmente lo libraría de todas las vicisitudes de la existencia física. El alma puede ser considerada como una hermosa visión o una alucinación, porque lo único que prueba su existencia es el testimonio sin base sólida alguna, dado por muchos místicos que en el transcurso de las épocas han hecho contacto con Ella y obtuvieron experiencias que podrían tildarse de ilusorias, o ser el resultado de lesiones cerebrales o reacciones escapistas. Eso es lo que dicen los materialistas y los partidarios de los hechos científicos comprobados. Creencia, testimonio verbal, esperanza, acontecimientos síquicos raros e inexplicables, conjunto de opiniones inexpertas y hallazgos de visionarios (probablemente casos sicopáticos) no son suficientes para probar la existencia del alma. Sólo demuestran el poder del hombre para visualizar, construir imágenes y cuadros y perderse él y su espantoso presente en un mundo de ensueño y de un posible y ardientemente deseado futuro, en el cual terminarían las frustraciones, lograrla la plena expresión y entraría en posesión de una imaginaria herencia, construida por él mismo con las esperanzas insatisfechas y los inexpresados anhelos de su profundamente oculta vida mental. La creencia en Dios, en el cielo y en un futuro inmortal ha derivado de un antiguo temor e ignorante terror de la humanidad infantil. Veían en todos los fenómenos de la naturaleza (incomprensibles y aterradores) la actividad de un hombre gigantesco, construido como si fuera la proyección de su propia conciencia, el cual podía ser apaciguado o exasperado por el comportamiento de un ser humano. El resultado del efecto obtenido respecto a esa deidad, definía el destino del hombre, bueno o malo, según como reaccionaba ese Dios a sus acciones. Aquí tenemos el origen de los complejos del cielo o del infierno de las actuales creencias religiosas. De esto derivó automáticamente la idea de una entidad llamada alma, que podía gozar del cielo o sufrir en el infierno, según la voluntad de Dios y como resultado de sus acciones, mientras tenía forma humana. A medida que las formas del hombre acrecentaban su sensibilidad y se refinaban bajo la influencia de la Ley de Selección y de Adaptación; a medida que la vida grupal era más íntima y mejoraba la integración grupal, y que la herencia histórica, tradicional y artística se enriquecía y dejaba su impronta, así crecían las ideas de Dios y similarmente las ideas sobre el alma se acrecentaban y enriquecían y profundizaban los conceptos del hombre y el mundo acerca de la realidad, de modo que hoy enfrentamos un problema de pensamientos heredados que atestiguan un mundo de conceptos, ideas e intuiciones que tratan de lo inmaterial y lo intangible, dando testimonio milenario a una creencia sobre el alma y su inmortalidad, para lo cual no existe una justificación verdadera. Al mismo tiempo la ciencia nos ha demostrado que lo único que podemos realmente conocer con certeza es el mundo tangible de los diversos y diferentes fenómenos, con sus formas, mecanismos, tubos de ensayo, laboratorios y los cuerpos de los hombres "constituidos en forma maravillosa y dignos de admiración". Éstos, en forma misteriosa, producen pensamientos, sueños e imaginaciones, y a su vez hallan expresión en los proyectos formulados en el pasado, presente y futuro, o en el campo de la literatura, el arte y la ciencia, o en la simple vida cotidiana del ser humano común que vive, ama, trabaja, se divierte, engendra hijos, se alimenta, gana dinero y duerme.



¿Y después qué? ¿Desaparece el hombre en la nada, o sigue viviendo en algún lugar una parte de él, hasta ahora invisible? ¿Sobrevive este aspecto durante algún tiempo y a su vez desaparece, o hay un principio inmortal, una entidad sutil intangible que tiene existencia, ya en el cuerpo o fuera de él, y que es el Ser inmutable e inmortal, que la creencia en Él ha sostenido a incontables millones de seres en el transcurso de las épocas? ¿Es el alma una ficción de la imaginación o ha sido satisfactoriamente refutada su existencia por la ciencia? ¿Es la conciencia una función del cerebro y de su aliado sistema nervioso, o aceptaremos la idea de un morador consciente en la forma? ¿El poder de darnos cuenta y reaccionar al medio ambiente tiene su origen en la naturaleza del cuerpo, o existe un ente que observa y acciona? ¿Es esta entidad distinta y separable del cuerpo, o es el resultado del tipo de cuerpo o de vida, por lo cual persiste después que desaparece el cuerpo, o desaparece con éste y se pierde? ¿Existe sólo materia o energía en constante movimiento provocando la aparición de hombres que reaccionan a su vez y expresan la energía que afluye ciega e inconscientemente a través de ellos, sin tener existencia individual? ¿O son todas teorías parcialmente verídicas, y llegaremos a comprender realmente la naturaleza y el ser del hombre sólo en la síntesis de todos ellos y en la aceptación de las premisas generales? ¿Es posible que los investigadores orientados en forma mecánica y científica hayan llegado a la correcta conclusión sobre el mecanismo y la naturaleza de la forma, y que los pensadores espiritualmente orientados que afirman la existencia de un ente inmortal también tengan razón? ¿O quizá falte aún algo que elimine la brecha entre las dos posiciones? ¿ Será probable que descubramos algo que vincule el mundo intangible del verdadero ser con el mundo tangible (así denominados) de la vida de la forma?



Cuando la humanidad esté segura de su divinidad e inmortalidad y haya adquirido conocimiento sobre la naturaleza del alma y el reino en el cual funciona el alma, su actitud hacia la vida y los asuntos cotidianos sufrirán tal transformación que veremos surgir en verdad un nuevo cielo y una nueva tierra. Una vez que esta entidad central, dentro de cada forma humana, sea reconocida y se conozca por lo que esencialmente es, y su divina persistencia sea establecida, entonces, lógicamente, veremos el comienzo del reinado de la Ley divina en la tierra -ley impuesta sin fricciones ni rebeldías. Esta reacción benéfica se producirá debido a que los pensadores de la raza serán fusionados en una percepción general del alma y en la consiguiente conciencia grupal, que les permitirá ver el propósito que subyace detrás de la actuación de la ley.” (251)

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“¿Cuál es la verdadera naturaleza del místico o introvertido? Es una persona cuya fuerza del alma, rayo o cualidad, es demasiado fuerte para que la maneje la personalidad. El hombre descubre que el sendero a los mundos internos de deseo-emoción y de mente y visión espiritual, son para él la línea de menor resistencia y, en consecuencia, sufre la integración y expresión en el plano físico. El "tirón" del alma contrarresta el tirón externo, y el hombre se convierte en un místico visionario. Aquí no me refiero al místico práctico que está en camino de ser un ocultista blanco. Lo contrario podría ser verdad, entonces tendremos al extrovertido puro. El rayo de la personalidad se enfoca en el plano físico y la atracción interna del alma se contrarresta momentáneamente y a veces durante varias vidas. Cuando esta condición externa y "tirón" es muy fuerte y cuando todas las cualidades de rayo de la personalidad se enfocan en un punto, tendremos un despliegue de exhibicionismo, según se lo denomina, o una personalidad constructiva de elevado grado que expresa el genio y las posibilidades creadoras de una expresión física, emocional y mental coordinada, coordinación que se manifestará externamente en el mundo del quehacer y no internamente en el mundo del ser o del alma. Ambas condiciones indican el "genio hacia la perfección". Cuando el equipo es mediocre tenemos un complejo reprimido o frustrado, y un fuerte sentido de inferioridad que puede derivar en un exhibicionismo anormal. Cuando el equipo es refinado y entrenado, tendremos un magnífico trabajador en los distintos campos del esfuerzo humano. Cuando, como ocurre ocasionalmente, se agrega a lo anterior una tendencia a la introversión, con su consiguiente conocimiento del alma y desarrollo de la intuición, entonces tendremos un conductor de hombres, un instructor proveniente de los dioses y una potencia espiritual. De allí que sería de valor si los sicólogos en estos tiempos modernos se interesaran (por lo menos temporariamente) en las hipótesis enunciadas por la escuela de sicología esotérica. Con ello saldrían ganando y, en último caso, nada perderían.” (252)
           
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“El reino animal tiene la cualidad de un creciente propósito instintivo que en su forma más elevada se convierte en los animales más evolucionados en domesticidad y devoción al hombre. Detrás de la apariencia de los animales hay una constante orientación hacia la comprensión, y la consiguiente gravitación hacia las formas de vida que circundan sus deseos. De allí la influencia del quinto Rayo de Conocimiento Concreto, que afluye a través de la familia humana hacia el tercer reino de la naturaleza. El hombre es aquí el factor iniciador, y a él se le ha encomendado la tarea de conducir al reino animal hacia la liberación -liberación hacia el cuarto reino, por ser la esfera de su próxima actividad. El reino vegetal se libera y pasa a otro proceso evolutivo y sus vidas entran en la evolución denominada dévica o angélica. Por eso el viento y el mundo de los insectos son sus agentes, así como el hombre y el elemento agua son los agentes iniciadores del mundo animal. El secreto de la liberación para la naturaleza animal está oculto en la "naturaleza acuosa", el aspecto sangre; en el derramamiento de sangre, esotéricamente comprendido, reside la clave de la liberación del reino animal. De allí que se están llevando a cabo, en gran escala, ciertos procesos iniciadores, tales como el derramamiento de sangre efectuado por la matanza de la forma animal del ser humano durante la Gran Guerra. En la guerra fue derramada sobre la tierra la sangre de millares de seres, y desde el punto de vista del propósito vida, se han obtenido ciertos resultados esotéricos. Este hecho es difícil que lo comprenda el hombre, porque percibe primordialmente la forma y no la cualidad de la vida. Es difícil para el hombre comprender el propósito divino que actúa detrás del mal que se reproduce en la matanza de animales y en el derramamiento de sangré durante las épocas prehumana y humana. Por "el derramamiento de esa agua color rojo", se está llevando a cabo esa liberación que iniciará la vida de ese reino en nuevos estados de conciencia y de percepción. El problema de la matanza, sea en el reino animal o humano, se originó durante la primera "guerra en los cielos", cuando Miguel y sus ángeles fueron arrojados del cielo y nuestro sistema planetario vino a la existencia. Hasta que la conciencia del hombre no haya evolucionado a tal grado que pueda responder a la conciencia planetaria por medio de un mecanismo interno -aún no desarrollado en la mayoría- y "entrar en los secretos del Anciano de los Días", el problema del dolor, del derramamiento de sangre, de la guerra y del sufrimiento, continuarán siendo un misterio inescrutable. Será develado -y ésta es la nota clave más importante- sólo cuando el hombre no emplee el proceso de la iniciación animal mediante el derramamiento de sangre y lo reemplace por la domesticación y el mutuo amor. Cuando la mentalidad de la raza esté más desarrollada, el hombre podrá, por el arbitraje y el correcto empleo de la palabra, allanar todas las diferencias y cambiar la iniciación animal, ya sea que se refiera al reino animal o a su propio cuerpo animal.” (253)

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“A este rayo (*) se lo denomina "el rayo de la lucha" porque en él las cualidades rajas (actividad) y tamas (inercia) están en forma extraña, tan equilibradas, que la lucha entre ambas quebranta la naturaleza del hombre de cuarto rayo; cuando el resultado es satisfactorio se lo denomina el "Nacimiento de Horus" o del Cristo, originado por la agonía del dolor y el constante sufrimiento.



Tamas o inercia, produce apego a las comodidades y a los placeres, detesta causar dolor y llega hasta la cobardía moral, la indolencia, y a dejar las cosas como están, a descansar y a no pensar en el mañana. Rajas o actividad, es fogosa, impaciente e impulsa siempre a la acción. Estas fuerzas opuestas de la naturaleza convierten la vida del hombre de cuarto rayo en una perpetua lucha y desasosiego; las fricciones y las experiencias así adquiridas traen una rápida evolución, pero el hombre puede fácilmente convertirse en un héroe o en una nulidad.



Es el rayo del valiente capitán de caballería, indiferente a sus propios riesgos y a los de sus seguidores. El hombre que pertenece a este rayo hará que renazca la esperanza perdida, porque en los momentos de gran excitación es dominado totalmente por rajas o actividad; es el rayo del arriesgado especulador y del tahúr, lleno de entusiasmo y proyectos, fácilmente agobiado por el fracaso o el dolor, pero recuperándose rápidamente de sus reveses e infortunios.” (254)

(*) 4to Rayo

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“Todo el problema del dolor y el sufrimiento, según hoy se la comprende, está vinculado con este estado de conciencia, incidental a la percepción de los pares de opuestos. El animal sufre, pero lo hace en forma física y sensoria. El hombre sufre, pero lo hace física, sensoria y también mentalmente; el sufrimiento mental se debe a que ha desarrollado ciertos aspectos de la mente inferior -presentimiento, memoria, imaginación, poder de visualizar, remordimiento e impulso innato de alcanzar la divinidad, que trae consigo una sensación de pérdida y de fracaso. Los padecimientos de Dios (a los que se refieren las escrituras del mundo, tan misteriosamente) están lejos de ser sensorios y son mentales e intuitivos, pero no me detendré a dilucidar este misterio. Los padecimientos de la humanidad son primordialmente personales; los de Dios son preeminentemente impersonales y se relacionan con la totalidad. Me referí a ello porque quería describir la síntesis del desenvolvimiento de lo incoado a lo sensorio, de esto a lo que se comprende mentalmente, y de allí a lo que se "aprecia divinamente", como lo define el ocultismo. He hecho descripciones que abarcan la totalidad. Traten de pensar en la totalidad y no adapten cada detalle al todo y recuerden que lo que puede parecer una contradicción quizás sea únicamente un fragmento transitorio, al cual aún no pueden relacionar ni aplicar.



En el reino animal se observan los primeros indicios de dolor o sufrimiento, mientras que en los animales superiores y domésticos ambos procesos educativos están más claramente definidos. El trabajo que realiza el hombre con los animales tiene resultados poderosos y, oportunamente, conducirá a reabrir la puerta al reino humano. Parte del trabajo ya efectuado por el hombre ha excedido la expectativa divina y puede justificar el apresuramiento del Plan….” (255)

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“…Llegamos aquí a un gran misterio, peculiar a nuestro planeta. En muchos libros esotéricos se ha afirmado e insinuado que Dios y nuestro Logos planetario han cometido un error muy serio, y que este error comprende a nuestro planeta y todo lo que contiene de dolor, caos y padecimientos visibles. ¿Podría decirse que no fue un error sino simplemente un gran experimento, cuyo éxito o fracaso es imposible juzgar? Podría decirse también que el objetivo del experimento es el siguiente: La intención del Logos planetario de provocar una condición sicológica que puede ser mejor descripta como "lucidez divina". El trabajo de la siquis y la meta de la verdadera sicología es ver con claridad la vida tal cual es y todo lo que ello involucra. Esto no significa condiciones y medio ambiente, sino Vida. Este proceso comenzó en el reino animal y culminará en el humano. Ambos están descriptos en El Antiguo Comentario como "los dos ojos de la Deidad, ciegos al principio, pero más tarde ven, aunque el ojo derecho ve con más claridad que el izquierdo". La primera tenue indicación de esta tendencia hacia la lucidez se advierte en la facultad que tienen las plantas de buscar el sol, lo cual prácticamente no existe en el reino mineral. (256)

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“El primer punto que debe destacarse respecto a la responsabilidad humana con los animales es que el mundo animal personifica dos aspectos divinos y dos principios divinos, y dos rayos principales tienen que ver con su expresión o manifestación. Los dos aspectos se encuentran también en el hombre, y en estas dos líneas, que el hombre comparte al unísono con el animal, reside su responsabilidad y tarea; al ampliar estos aspectos de la energía divina él comprenderá cuál es su tarea y la llevará a su culminación. La misma actividad e innata inteligencia divinas se encuentran en el aspecto forma de los dos reinos. Son inherentes a la materia misma. Pero este tercer rayo de inteligencia divina actúa con más potencia e influye más poderosamente al reino animal que al hombre. Información que no se había dado hasta hoy.



Lógicamente están también presentes el aspecto constructor de la forma, del segundo rayo, y el instinto de rebaño, base de la relación sexual entre los cuerpos animales. Desempeña una función similar entre los seres humanos, y a lo largo de estas dos líneas de energías se hallarán los puntos de contacto y la oportunidad de asumir la responsabilidad. En último análisis debe observarse que los animales tienen más para dar a los hombres que los hombres a los animales, en lo que respecta a estas determinadas funciones y poderes. En la familia humana actúa otro aspecto divino, la voluntad, el propósito dirigido, el objetivo planificado, el inteligente designio o plan. Estas cualidades son inherentes al hombre y constituyen un aspecto de la mente divina, inactivo como regla general en el animal. Sin embargo, a medida que este reino va entrando bajo la creciente influencia humana y que la constante tendencia a la domesticidad hace sentir su presencia, veremos surgir objetivamente el propósito en cierta medida; uno de los medios para lograr este fin reside en dirigir el afecto y la atención del animal hacia su amo. En esta ilustración se expresa la responsabilidad que tiene el hombre con el mundo animal. Los animales domésticos deben ser entrenados para que participen en la acción de la voluntad aplicada. Parece ser que todavía el hombre interpreta esto como la voluntad del animal de querer a su amo, pero es algo más profundo y fundamental que satisfacer el amor del hombre por ser amado. El verdadero e inteligente entrenamiento de los animales salvajes y la adaptación a las condiciones de la vida ordenada, constituyen parte del proceso divino de integrar el Plan y de expresar la intención divina en forma ordenada y armoniosa. Mediante el poder del pensamiento el hombre eliminará oportunamente la separación que existe entre él y el reino animal, y debe hacerse con el pensamiento dirigido y controlado, que a su vez controlará y dirigirá la conciencia animal. Esto no se efectuará por amor, temor o dolor. Existe la intención de que el procedimiento y el estímulo sean pura y estrictamente mentales.



Desde épocas remotas la relación entre los animales y el hombre ha sido totalmente física. Los animales acechaban al hombre en la época en que el hombre animal no era muy diferente de ellos. Por lo general se olvida que hubo una etapa de desarrollo humano en que el hombre animal y las formas existentes de vida animal, vivían en relación más estrecha que en la actualidad. Lo único que los separaba entonces era el hecho de la individualización. Sin embargo, esta individualización era tan poco comprendida que la diferencia existente entre el animal sin mentalidad (según se dice) y la humanidad infantil, apenas se distinguía. Gran parte de lo acontecido en esos remotos eones se ha perdido en el silencio del pasado. El mundo animal era entonces mucho más poderoso que el humano; los hombres eran totalmente impotentes para defenderse del ataque de los animales, y los estragos que produjeron en los primitivos hombres animales a mediados de la época lemuriana fueron terribles y espantosos. Pequeños grupos nómadas de seres humanos eran diezmados totalmente época tras época, por la poderosa vida animal del período, pero el instinto, que se diferenciaba muy poco del de sus enemigos, enseñó al hombre animal a tomar ciertas precauciones. A medida que transcurrieron millones de años empezaron a afirmarse la inteligencia y la astucia humanas, y la humanidad llegó a ser más poderosa que los animales y a su vez devastó al reino animal. Hasta hace doscientos años las vidas humanas inmoladas por el mundo animal, en las junglas del continente occidental, en África, en las tierras primitivas de Australia y en las islas de los mares tropicales, fueron incalculables. De allí la crueldad del hombre hacia el animal, que frecuentemente se olvida, debido al prevaleciente sentimentalismo. Es el karma que inevitablemente está saldando el reino animal. Esta cuestión debe ser considerada con mayor amplitud que hasta ahora, y sus verdaderos valores históricos deben ser mejor comprendidos antes de que el hombre pueda decidir inteligentemente cuál es el problema de su responsabilidad y cómo debería enfrentarlo y resolverlo.” (257)


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(249) Primera Parte. Capítulo I. Introducción. 1. Los Tres Objetivos en el Estudio de los Rayos (pág. 35)
(250) Primera Parte. Capítulo II. Algunas preguntas y sus Correspondientes Respuestas. Pregunta 2. ¿Cuáles son el origen, la meta, el propósito y el plan del Alma? B. Los Cuatro Rayos de Atributo. El Sexto Propósito de la Deidad (pág. 85)
(251) Primera Parte. Capítulo II. Algunas preguntas y sus Correspondientes Respuestas. Pregunta 3. ¿Puede ser comprobada la realidad de la existencia del Alma? (pág. 94)
(252) Segunda Parte. Capítulo I. Los Siete Constructores Creadores, los Siete Rayos. 1. Los Rayos y la Vida-Cualidad-Apariencia. (pág. 139)
(253) Segunda Parte. Capítulo I. Los Siete Constructores Creadores, los Siete Rayos. 4. La Cualidad en el Mundo de las Apariencias. (pág. 166)
(254) Segunda Parte. Capítulo I. Los Siete Constructores Creadores, los Siete Rayos. 5. Análisis de los Rayos y Su Expresión. El Cuarto Rayo de Armonía a Través del Conflicto (pág. 172)
(255) Segunda Parte. Capítulo II. Los Rayos y los Reinos de la Naturaleza. 2. El Reino Vegetal. C. Los Planetas y los Reinos de la Naturaleza (pág. 204)
(256) Segunda Parte. Capítulo II. Los Rayos y los Reinos de la Naturaleza. 3. El Reino Animal. (pág. 205)
(257) Segunda Parte. Capítulo II. Los Rayos y los Reinos de la Naturaleza. 3. El Reino Animal. A. Las Relaciones Humanas con los Animales (pág. 207)

(CONTINUACIÓN)

martes, 13 de noviembre de 2018

EL APEGO (*)



(Los resaltados en negrita son personales)

“El apego es intenso deseo por la existencia sensoria, inherente a toda forma; es la propia perpetuación, y es conocido hasta por los más sabios.”

"Este tipo de apego constituye la causa básica de toda manifestación, siendo inherente a la relación de los dos grandes opuestos, espíritu y materia; es el factor que rige la manifestación logoica, por tal razón hasta los más sabios están sujetos a él. También es la facultad de autorreproducción y autoperpetuación automáticas; por lo tanto debe recordarse que la superación de esta tendencia, aún llevada al más elevado nivel por el adepto, sólo es relativa. Mientras el Logos de nuestro sistema solar o el espíritu absoluto, encarne por intermedio de un sistema solar, esta tendencia estará presente en el espíritu planetario más elevado y en la existencia espiritual más elevada. Lo máximo que se puede alcanzar, al vencer el apego o matar el deseo, es el desarrollo del poder de equilibrar los pares de opuestos en cualquier plano, a fin de que nadie quede atrapado por las formas de ese plano ni pueda evadirlo. El estudiante común da un significado muy secundario a las palabras matar el apego y el deseo; lo interpreta en términos de su propio y reducido progreso. Son simplemente palabras que tratan de expresar en forma muy inadecuada, aunque simbólica, una actividad oculta. Únicamente pueden ser comprendidas en términos de la Ley de Atracción y Repulsión y mediante la comprensión del sistema de vibraciones ocultas.

La voluntad de vivir o de manifestarse, es parte del impulso de la Vida divina, por lo tanto es correcta. La voluntad de ser o de manifestarse en un plano específico, o por medio de un grupo específico de formas, es incorrecta cuando se ha trascendido esa esfera de manifestación; el mal aparece cuando cualquier conjunto peculiar de formas ha cumplido el propósito de proporcionar los medios para hacer contactos y adquirir experiencias y nada tiene que enseñar pues el mal sólo es la tendencia a volver a emplear las formas y prácticas que el Morador interno ha trascendido. Por esta razón los groseros pecados animales son considerados universalmente malos, pues por lo general se reconoce que el Morador en la forma del hombre ha superado el tercer reino, o reino animal.

Por lo tanto un adepto ha trascendido el apego a la forma en los tres planos (físico, astral y mental) y ha matado toda ansia por las formas de esos planos. Cuando la vida o espíritu se retira, la forma muere ocultamente. Cuando el pensamiento del ego o yo superior está ocupado en su propio plano, no hay energía saliente, dirigida a la materia de los tres mundos, de manera que no es posible la construcción de formas ni el apego a las mismas. Esto está de acuerdo con la verdad oculta de que "la energía sigue al pensamiento" y también con la enseñanza de que el cuerpo del principio crístico (el vehículo búdico) sólo se va coordinando a medida que se desvanecen los impulsos inferiores; concuerda además con el hecho de que el vehículo causal, el cuerpo del yo superior, en los niveles abstractos del plano mental, adquiere belleza, dimensión y actividad, con mayor rapidez durante las etapas del discipulado, de lo que fue posible en todo el ciclo de encarnaciones. La energía egoica no es estrictamente saliente, sino que, más literalmente, va dirigida al propio desarrollo. El apego a la forma, o la atracción de la forma por el espíritu, es el gran impulso involutivo. La repulsión de la forma y su consiguiente desintegración, es el gran impulso evolutivo."


Extraído del libro "La Luz del Alma (LOS AFORISMOS DE LA YOGA DE PATANJALI)" - Libro Segundo - Maestro Tibetano (A.A.B.)

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Reflexiones personales:

A tenor de lo manifestado por el Maestro, es por medio del apego (relación intrínseca entre espíritu y materia) que la existencia viene a la manifestación. La Voluntad del Logos Solar por encarnar (manifestarse) en Su sistema es la causa de que todo lo que conforma su Ser se encuentre matizado por el apego.

En consecuencia, lo único que podemos intentar realizar (que no es poco) es equilibrar los pares de opuestos (espíritu-materia), es decir, encontrar ese difícil punto neutro de equilibrio que nos permita no estar sujeto a su influencia.

Mientras exista oportunidad de aprendizaje el apego a "algo" no es negativo. Es a partir del momento en que ese "algo" ya no puede aportarnos nada nuevo (lo trascendemos), que el continuar aferrados al mismo produce estancamiento y, por tanto, impide nuestra evolución y sus consecuenias negativas que ello conlleva.

Encontrándonos los seres humanos en el arco evolutivo ascendente, la tendencia natural del espíritu es a desapegarse de las formas.


Dani


(*) Este artículo fue publicado en fecha 23/02/2016 en el blog "En Compañía del Alma"