Este artículo es la continuación de El Dolor y el Sufrimiento (XVII)
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Como en otras ocasiones, para
realizar este estudio he intentado hacer una recopilación exhaustiva de
extractos de todos los libros del Maestro y de Alice A. Bailey (25) que
tratan sobre estos temas, aunque dada la extensión de toda la obra del
Tibetano, podría ser que faltase algún fragmento.
Cada fragmento viene precedido por el título del libro,
capítulo y/o sección de donde procede el texto, por si se desea ampliar la
información mas allá de lo relacionado estrictamente con el tema.
Las
conclusiones (cuando las haya) son
personales, por tanto, como tales no tiene porque estarse de acuerdo con
las mismas. Son reflexiones e interpretaciones propias de los extractos
del Tibetano.
En
la última entrada que se publique sobre el tema, si lo deseáis, podréis
descargaros la recopilación completa en un documento en formato pdf.
Espero que la lectura de estos artículos (que iré publicando
progresivamente al ser demasiado extensa toda la recopilación) pueda seros de utilidad.
Dani
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LA EDUCACIÓN EN LA NUEVA ERA (1954)
“Hoy el mundo sufre debido a un provincialismo cultural
basado en una dualidad, la actitud objetiva y extrovertida del mundo
occidental, y la introspección subjetiva de las sociedades orientales. Cada una
de estas civilizaciones, en su forma más extrema, tiende excesivamente hacia
sus propios fines. Para vivir armoniosamente el hombre debe integrar ambos
ideales a fin de alcanzar la plenitud para sí y su mundo. Me parece que éste es
uno de los temas importantes de este trabajo.” (191)
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“El agitado torbellino en que viven las masas actualmente y
la aparición de dos o tres personas clave en cada nación, tiene una estrecha
relación. Estas personas clave hacen oír su voz y despiertan la atención; sus
ideas (buenas o malas) son seguidas unas veces con atención y con confianza y
otras con desconfianza.
Un índice de esta crisis lo tenemos en la forma lenta y cuidadosa con que se organiza el Nuevo Grupo de Servidores del Mundo. Sus miembros están supervisando e introduciendo la Nueva Era, y presenciando los dolores del nacimiento de la nueva civilización y la llegada a la manifestación de una nueva raza, una nueva cultura y una nueva perspectiva mundial. El trabajo es necesariamente lento y quienes están sumergidos en los problemas y sufrimientos, hacen difícil encarar el futuro con confianza e interpretar el presente con claridad.” (192)
Un índice de esta crisis lo tenemos en la forma lenta y cuidadosa con que se organiza el Nuevo Grupo de Servidores del Mundo. Sus miembros están supervisando e introduciendo la Nueva Era, y presenciando los dolores del nacimiento de la nueva civilización y la llegada a la manifestación de una nueva raza, una nueva cultura y una nueva perspectiva mundial. El trabajo es necesariamente lento y quienes están sumergidos en los problemas y sufrimientos, hacen difícil encarar el futuro con confianza e interpretar el presente con claridad.” (192)
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“Actualmente, el niño, durante los primeros cinco o seis
años de su vida, es víctima de la ignorancia, del egoísmo o de la falta de
interés de sus padres. Con frecuencia se lo obliga a callar y no molestar,
porque sus padres están demasiado ocupados con sus propios problemas, para
dedicarle el tiempo necesario -están ocupados en cosas que no son esenciales si
se las compara con la fundamental e importante cuestión que consiste en dar al
niño un comienzo correcto en el sendero de la vida, durante esta encarnación.
En cambio, se lo deja librado a su propio albedrío, en manos de una niñera
ignorante, en una etapa en la que, un pequeño y destructivo animal, debería
convertirse en un pequeño ciudadano constructivo. Algunas veces se lo mima,
pero frecuentemente se lo reprende. Es llevado de un lado a otro, según los
caprichos y el interés de los padres; lo mandan a la Escuela con un sentido de
alivio de su parte, a fin de mantenerlo ocupado para que no moleste. En la
escuela se halla con frecuencia bajo el cuidado de una persona joven o
ignorante, aunque bien intencionada, cuya tarea consiste en enseñarle los
rudimentos de la civilización -cierta actitud superficial, modales que regirán
sus relaciones en el mundo de los hombres, leer, escribir sumar, restar,
conocimientos rudimentarios de historia, geografía y una pequeña preparación
sobre gramática y composición.
Por lo tanto, a esta altura de su vida el daño ya está hecho, y las formas que puede adoptar más tarde la educación desde los once años en adelante, carecen de importancia, porque ya se ha iniciado una orientación, se ha establecido una actitud (generalmente defensiva y en consecuencia inhibitoria) y se ha impuesto una forma superficial de conducta, que no están basadas en la realidad de correctas relaciones. La verdadera persona que reside en cada niño -efusivo, extravertido, bien intencionado, como son la mayoría de los niños durante la infancia- se ha visto obligada a ser introvertida y a ocultarse detrás de una caparazón externo que la costumbre o la enseñanza le han impuesto. Agreguen a esto la incomprensión de padres cariñosos, aunque superficiales pero bien intencionados, más un sinnúmero de pequeñas tragedias en su relación con los demás, y resultará evidente que la mayoría de los niños tienen un mal comienzo e inician la vida fundamentalmente con grandes desventajas. El daño causado a los niños en esa edad plástica y dócil, es a menudo irremediable y responsable de gran parte del dolor y sufrimiento de su vida futura. Entonces, ¿qué se puede hacer? Además de los acercamientos técnicos que delineé en la primera parte de este libro. ¿Qué pueden hacer los padres y los educadores?
Por lo tanto, a esta altura de su vida el daño ya está hecho, y las formas que puede adoptar más tarde la educación desde los once años en adelante, carecen de importancia, porque ya se ha iniciado una orientación, se ha establecido una actitud (generalmente defensiva y en consecuencia inhibitoria) y se ha impuesto una forma superficial de conducta, que no están basadas en la realidad de correctas relaciones. La verdadera persona que reside en cada niño -efusivo, extravertido, bien intencionado, como son la mayoría de los niños durante la infancia- se ha visto obligada a ser introvertida y a ocultarse detrás de una caparazón externo que la costumbre o la enseñanza le han impuesto. Agreguen a esto la incomprensión de padres cariñosos, aunque superficiales pero bien intencionados, más un sinnúmero de pequeñas tragedias en su relación con los demás, y resultará evidente que la mayoría de los niños tienen un mal comienzo e inician la vida fundamentalmente con grandes desventajas. El daño causado a los niños en esa edad plástica y dócil, es a menudo irremediable y responsable de gran parte del dolor y sufrimiento de su vida futura. Entonces, ¿qué se puede hacer? Además de los acercamientos técnicos que delineé en la primera parte de este libro. ¿Qué pueden hacer los padres y los educadores?
Primeramente y sobre todo, debe proporcionársele al niño un clima en que puedan florecer y surgir ciertas cualidades.
1. Un ambiente de amor en el que el temor desaparezca. y el niño se dé cuenta que su timidez, reserva y cautela, no tienen razón de ser; un clima en el que reciba un trato cortés de parte de los demás, esperándose de él ese mismo trato. Esto en verdad es raro de encontrar en las aulas o en el hogar. Esta atmósfera de amor no es una formulación emocional o sentimental; se basa en la comprensión de las potencialidades del niño como individuo, en el sentido de verdadera responsabilidad, libertad de prejuicios, antagonismos raciales y, por sobre todo, en una ternura despertada por la compasión. Ésta se funda en el conocimiento de las dificultades de la vida, en una sensibilidad hacia la respuesta afectuosa y normal del niño, y en la inteligencia de que el amor siempre extrae lo mejor que hay en el niño y en el hombre.
2. Un ambiente de paciencia en el que el niño pueda convertirse, normal y naturalmente, en un buscador de la luz del conocimiento, donde esté seguro de encontrar siempre una contestación inmediata a su demanda y una respuesta cuidadosa a todas sus preguntas, y donde no exista la urgencia del tiempo. La naturaleza del niño se tuerce por la precipitación y el apresuramiento de aquellos con quienes se halla forzosamente ligado. No tienen tiempo para instruirlo y responder a sus pueriles aunque muy importantes preguntas; por eso el factor tiempo llega a ser una amenaza para su correcta evolución, y lo Ileva eventualmente a una vida de evasión y falsas perspectivas. Su norma de valores se deforma cuando ve la impaciencia que le demuestran aquellos con quienes vive. La impaciencia de quienes lo rodean y de los que depende tan patéticamente el niño, siembra las semillas de la irritabilidad, y un número mayor de vidas de las que podemos imaginar están arruinadas debido a ello.
3. Un ambiente de actividad ordenada en el que el niño pueda aprender los primeros rudimentos de la responsabilidad. Los niños que nacen en esta época se beneficiarán con este nuevo tipo de educación porque están al borde de ser conscientes del alma. Una, de las primeras señales de ese contacto con el alma o ego, es un rápido desarrollo del sentido de responsabilidad. Esto debería tenerse muy en cuenta, porque el hacerse cargo de pequeños deberes y compartir responsabilidades (que siempre conciernen a alguna forma de relación grupal) es un factor poderoso que determina el carácter del niño y su futura vocación.
4. Un ambiente de comprensión donde el niño esté siempre seguro de que serán aceptados los motivos y razones de sus actos, y sus mayores comprenderán la naturaleza, de sus impulsos, aunque no siempre aprueben sus actividades o acciones. Muchas de las cosas que el niño hace no son dañinas ni intencionalmente malas. Es impulsado, con frecuencia, por un frustrado espíritu inquisitivo o el deseo de desquitarse por alguna injusticia (debido a la falta de comprensión de los adultos respecto a los actos del niño), o por la incapacidad de emplear el tiempo debidamente (porque la voluntad directriz en esta edad es a menudo totalmente pasiva, y no dejará de serlo hasta que la mente empiece a actuar), y por el deseo de llamar la atención -deseo necesario en el desarrollo de la autoconciencia, lo que requiere comprensión y orientación muy cuidadosa.” (193)
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“A medida que estudiamos la actuación del hombre mientras
busca a tientas el camino que lo sacará de su condición animal y lo conducirá a
su actual estado de creciente intelectualidad, y a medida que progresa hacia un
futuro de amplias posibilidades y oportunidades, debemos recordar que para los
Custodios del Plan Divino y para Aquellos que trabajan con el fin de
desarrollar los nuevos acontecimientos, el aspecto forma de la vida, la expresión
externa tangible, es enteramente de importancia secundaria. La perspectiva a
menudo se distorsiona por el dolor y el sufrimiento a que ha sido sometida la
forma (ya se trate de la propia o la de otros, individualmente o en masa), lo
cual impide ver con claridad el propósito y la imperiosa necesidad que tiene la
vida dentro de la forma. Para muchos de ustedes, la guerra mundial, por
ejemplo, fue un supremo desastre, una agonía que debe ser evitada en el futuro
a cualquier precio, horrendo y terrible acontecimiento que demuestra la maldad
del hombre y la increíble y ciega indiferencia de Dios. Para los que actuamos
en el aspecto interno de la vida, la guerra mundial ha sido una especie de
intervención quirúrgica en un esfuerzo por salvar la vida del paciente. Un
germen virulento del tipo del estreptococo y una infección habían amenazado la
vida de la humanidad (hablando simbólicamente), y fue necesario operar a fin de
prolongar la oportunidad y salvar la vida, no la forma. Esta operación tuvo
amplio éxito. El germen, para decir la verdad, no fue extirpado, y aún se
siente su influencia en algunas zonas infectadas del cuerpo de la humanidad.
Puede ser necesaria otra intervención quirúrgica, no para destruir y terminar con la actual civilización, sino para disipar la infección y eliminar la fiebre. Sin embargo quizás sea innecesaria, porque ha tenido lugar un proceso de disipación, de distribución y de absorción, que puede ser muy eficaz. Trabajaremos para tal fin. Pero al mismo tiempo no olvidemos que lo que tiene importancia es la Vida, su propósito y su destino, dirigidos intencionalmente, y cuando la forma resulta inadecuada o está muy enferma o lisiada para expresar ese propósito, no constituye -desde el punto de vista de la Jerarquía- un desastre el hecho de que esa forma tenga que desaparecer. La muerte no es un desastre que hay que temer; la obra del Destructor no es en realidad cruel e indeseable. Les digo esto porque pertenezco al Rayo del Amor y conozco su significado.
Hay dos formas de destrucción: una, la efectuada por los seres humanos que no comprenden los propósitos de la vida, que actúan ciega e ignorantemente, impelidos por el deseo egoísta, por el amor al poder y por el odio; la otra es la que el alma permite que se realice a su debido y exacto momento, cuando la vida que mora internamente demanda un nuevo vehículo de expresión. En consecuencia, los Custodios del Plan permiten que haya mucha destrucción y, al mismo tiempo, que gran parte del mal se trasforme en bien, porque desde el principio se ve el fin, y la conciencia ya ha adquirido bastante experiencia para renunciar a la forma, pues presiente los beneficios a obtener. Esto atañe tanto a los individuos como a las naciones y a las razas. Ser sensible a los sufrimientos del mundo es una característica grande y divina; sin embargo, cuando se manifiesta a través de la emoción, interpreta las cosas con sentido separatista y se enfoca en partidismos y personalismos, convirtiéndose así en espejismo e ilusión, confundiendo los resultados verdaderos e impidiendo a los hombres percibir las realidades divinas.” (194)
Puede ser necesaria otra intervención quirúrgica, no para destruir y terminar con la actual civilización, sino para disipar la infección y eliminar la fiebre. Sin embargo quizás sea innecesaria, porque ha tenido lugar un proceso de disipación, de distribución y de absorción, que puede ser muy eficaz. Trabajaremos para tal fin. Pero al mismo tiempo no olvidemos que lo que tiene importancia es la Vida, su propósito y su destino, dirigidos intencionalmente, y cuando la forma resulta inadecuada o está muy enferma o lisiada para expresar ese propósito, no constituye -desde el punto de vista de la Jerarquía- un desastre el hecho de que esa forma tenga que desaparecer. La muerte no es un desastre que hay que temer; la obra del Destructor no es en realidad cruel e indeseable. Les digo esto porque pertenezco al Rayo del Amor y conozco su significado.
Hay dos formas de destrucción: una, la efectuada por los seres humanos que no comprenden los propósitos de la vida, que actúan ciega e ignorantemente, impelidos por el deseo egoísta, por el amor al poder y por el odio; la otra es la que el alma permite que se realice a su debido y exacto momento, cuando la vida que mora internamente demanda un nuevo vehículo de expresión. En consecuencia, los Custodios del Plan permiten que haya mucha destrucción y, al mismo tiempo, que gran parte del mal se trasforme en bien, porque desde el principio se ve el fin, y la conciencia ya ha adquirido bastante experiencia para renunciar a la forma, pues presiente los beneficios a obtener. Esto atañe tanto a los individuos como a las naciones y a las razas. Ser sensible a los sufrimientos del mundo es una característica grande y divina; sin embargo, cuando se manifiesta a través de la emoción, interpreta las cosas con sentido separatista y se enfoca en partidismos y personalismos, convirtiéndose así en espejismo e ilusión, confundiendo los resultados verdaderos e impidiendo a los hombres percibir las realidades divinas.” (194)
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“…El hombre se halla ahora en el punto donde el principio
inteligencia ha despertado internamente con tal fuerza, que nada podrá impedir
que adquiera conocimientos que podrían ser utilizados peligrosamente y
aplicados en forma egoísta, si nada se hiciera para detenerlo y protegerlo de
sí mismo --aunque le produzca un sufrimiento temporario. El tiene que aprender
a reaccionar a un más elevado y mejor sentido de los valores….” (195)
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“…El concepto del valor del dolor o el sufrimiento. En el
proceso de enseñar a la raza la cualidad necesaria del desapego, a fin de que
los deseos y planes no sean orientados hacia la forma viviente, los Guías de la
raza han recalcado el concepto de la virtud del sufrimiento y el valor
educativo del dolor. Estas virtudes son reales, pero han sido exageradas por
los maestros menores de la raza, de modo que la actitud racial es hoy de dolor
y temerosa expectativa, y existe una débil esperanza de que alguna recompensa
(agradable y generalmente material, tal como el cielo de las diversas
religiones mundiales) pueda recibirse después de la muerte, compensando así
todo lo que se ha padecido en la vida. Actualmente las razas están agobiadas
por padecimientos y por una lamentable conformidad psicológica con el dolor y
el sufrimiento. La clara luz del amor debe borrar todo esto y la felicidad será
la tónica de la nueva era….” (196)
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“Durante los próximos mil años, los móviles que conducen al
matrimonio sufrirán profundos cambios, aunque el motivo básico -el amor entre
dos personas permanecerá inalterable o, mejor dicho, será mejor comprendido y
desinteresado. La actitud de los padres hacia los hijos cambiará drásticamente
y el punto de vista de la responsabilidad se acentuará continuamente, aunque
esa responsabilidad concernirá especialmente al tiempo, la oportunidad y a la creación
correcta de las formas que asumirán la almas que vienen a la vida. Cambiará la
idea de la procreación acelerada y de la creación de familias numerosas con las
cuales el Estado puede alcanzar sus fines. La preparación de los adultos para
los deberes de la paternidad y su entrenamiento para subvenir a las necesidades
básicas del futuro hijo, cambiará acrecentadamente hacia los niveles de
conciencia mentales y espirituales y no preocuparán tanto los preparativos
físicos. La luz que se halla en los padres, que en el futuro será vista
clarividentemente por un gran número de personas, estará científicamente
relacionada con la luz embrionaria del niño, y el hilo de luz que vincula al
padre y al hijo (del cual el cordón umbilical es símbolo esotérico), será construido
con paciente inteligencia. El niño nacerá con su cuerpo de luz ya introducido y
activo en el cuerpo físico, y esto se deberá al trabajo mental inteligente de
los padres. Ello no ocurre hoy, excepto en el caso de egos muy avanzados,
porque el cuerpo de luz es incipiente y difuso y simplemente se cierne sobre la
forma física del niño, esperando una oportunidad para penetrar en ella e
iluminar la conciencia. Así se produciría una integración en la sustancia de la
luz del planeta de la cual se carece en la actualidad, y la realización de esta
integración será iniciada definidamente por los padres entrenados de la nueva
era y facilitada, a medida que el niño crece, por la enseñanza y la influencia
del educador iluminado.?” (197)
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(191) Prefacio. Tendencias Educativas en una Crisis Mundial
(pág.10)
(192) Capítulo II. Desarrollo Cultural de la Raza.
Civilización y Cultura (pág.59)
(193) Capítulo III. El Próximo Paso en el Desarrollo Mental
de la Humanidad.
Presente Periodo de Transición (pág.88)
(194) Capítulo IV. La Cultura del Individuo. La Situación
Mundial y las Ideologías (pág.122)
(195) Capítulo IV. La Cultura del Individuo. Razones de la
Actual Inquietud Mundial (pág.128)
(196) Capítulo IV. La Cultura del Individuo. Razones de la
Actual Inquietud Mundial (pág.130)
(197) Capítulo IV. La Cultura del Individuo. Tendencias que
Indican Desarrollos Futuros (pág.148)
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