martes, 19 de febrero de 2019

EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO (XXIX) - Tratado de los Siete Rayos. VOL. 2 - Psicología Esotérica II (VI)


Este artículo es la continuación de El Dolor y el Sufrimiento (XXVIII)

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Como en otras ocasiones, para realizar este estudio he intentado hacer una recopilación exhaustiva de extractos de todos los libros del Maestro y de Alice A. Bailey (25) que tratan sobre estos temas, aunque dada la extensión de toda la obra del Tibetano, podría ser que faltase algún fragmento.

Cada fragmento viene precedido por el título del libro, capítulo y/o sección de donde procede el texto, por si se desea ampliar la información mas allá de lo relacionado estrictamente con el tema.

Las conclusiones (cuando las haya) son personales, por tanto, como tales no tiene porque estarse de acuerdo con las mismas. Son reflexiones e interpretaciones propias de los extractos del Tibetano.

En la última entrada que se publique sobre el tema, si lo deseáis, podréis descargaros la recopilación completa en un documento en formato pdf.

Espero que la lectura de estos artículos (que iré publicando progresivamente al ser demasiado extensa toda la recopilación) pueda seros de utilidad.


Dani

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Tratado de los Siete Rayos. Vol. 2 - Psicología Esotérica II (1942)


“Sin embargo, el verdadero sentido de la separatividad y las dificultades realmente serias, surgen cuando han ocurrido dos cosas:

1. La autoconciencia del hombre ha llegado a esa etapa donde sus deseos son tan dominantes y apremiantes que llega a percibir la fuerza de los mismos; simultáneamente se da cuenta de que es incapaz de satisfacerlos y a la vez reconoce que cierto aspecto de sí mismo no quiere en realidad satisfacerlos. Entonces lo embarga el sentido de frustración, y dolorosamente percibe lo que desea y lo que llegaría a ser si satisficiera y saciara sus deseos, siendo entonces impelido hacia dos direcciones: la mente centralizada en el deseo lo mantiene en el reino del anhelo, de la esperanza y del deseo, mientras que su cerebro y su naturaleza física lo convencen de que no es posible lograr lo que desea y, si lo lograra ¿lo desearía realmente? Esto es verdad respecto al hombre cuyo objetivo es satisfacer sus deseos materiales o aquel que responde a la satisfacción del deseo intelectual o espiritual. En el primer caso, la separación empieza a aparecer en los aspectos inferiores de su naturaleza de deseo. En el segundo, aparece en los aspectos superiores, pero, en ambos casos, las líneas de separación están bien definidas, Ha comenzado el conflicto y tiene por delante dos posibilidades:

a. Una eventual pasividad, de tal naturaleza, que la vida termina en futilidad, profunda depresión y en un sentido de frustración, que va desde la vida sumisa que acepta todo, hasta los diferentes caminos de escape que empujan al hombre a un mundo de ensueño, al país de la ilusión, a un estado negativo e, incluso, al borde de la muerte, mediante la propia destrucción.

b. Un encarnizado conflicto basado en no querer ser moldeado por las circunstancias y el medio ambiente. Esto lleva al hombre al éxito, a la satisfacción de sus deseos o se destruye, en la rueda de la vida, física o mentalmente.

2. La separación también se produce cuando el hombre no emplea el intelecto que Dios le ha otorgado y es incapaz de elegir entre lo esencial y lo no esencial, la dirección correcta y las metas erróneas, las distintas satisfacciones que apelan a los variados aspectos de su naturaleza inferior y, en su oportunidad, entre la dualidad superior y la inferior. Debe aprender a captar la diferencia entre:

a. El sometimiento a lo inevitable y al apremio de su propio deseo.

b. El reconocimiento de la capacidad y de la potencialidad. Muchos conflictos se resolverían resumiendo, comprendiendo y utilizando correctamente el acervo reconocido, eliminando las metas imposibles y la consiguiente e inevitable frustración. Cuando esta parte del conflicto ha sido superada, entonces la potencialidad puede surgir como un reconocimiento y convertirse en una expresión de poder.

c. El reconocimiento de las metas individuales y grupales y la habilidad de ser social o antisocial. Mucho se está realizando en este sentido, pero se sigue haciendo hincapié sobre el individuo y no sobre el grupo. Cuando esto sucede, somos responsables de los grupos antisociales.

He mencionado sólo tres de los innumerables reconocimientos posibles, pero la eliminación de las separaciones de la cual son responsables dará por resultado la liberación de gran parte de quienes sufren. Quizás podría decirse que la liberación de esa mayoría, cuya separación radica principalmente en el reino de la naturaleza de deseo, que conduce a un sentido de frustración y a perder el interés por la vida, podría ser curada:

1. Atendiendo el equipo físico y las glándulas, particularmente la glándula tiroides, además de la regulación del régimen alimenticio;

2. atendiendo la coordinación física del paciente, la cual es la expresión externa de un proceso interno de integración y mucho podrá lograrse mediante el entrenamiento;

3. interpretando la vida y el medio ambiente, en términos de valores. Reflexionen sobre esto;

4. Por la descentralización que se obtiene:

a. proporcionando el aliciente, la educación y el entrenamiento vocacional apropiados;

b. cultivando el poder de reconocer y satisfacer la necesidad circundante, despertando así el deseo de servir y proporcionando ese sentido de satisfacción, resultado del cumplimiento y de la valorización;

c. trasmutando lenta y cuidadosamente el deseo en aspiración.

5. Por la reorientación hacia metas más elevadas y por el desarrollo del sentido de la correcta dirección, lo cual implica:

a. El cultivo de una visión más amplia;

b. la formulación de un programa interno inteligentemente recopilado y adecuado al correspondiente grado de evolución, pero no tan evolucionado que sea imposible cumplirlo, y

c. la supresión de esos pasos y actividades que están destinados a fracasar.

6. Más adelante, cuando se haya captado algo de lo antedicho, debe tener lugar la búsqueda y el desarrollo de cualquier facultad creadora, satisfaciendo así el deseo de contribuir y de llamar la atención. Gran parte del esfuerzo artístico, literario o musical, se funda en el deseo de ser el centro de atención y no en la verdadera capacidad creadora, que es el sentido del “yo, el actor dramático”. Esto, correctamente empleado y desarrollado, es de real valor e importancia.

7. La eliminación del sentido del pecado, de la desaprobación, con sus secuelas: rebeldía, sospecha y complejo de inferioridad.” (287)

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“Hemos considerado en parte el problema de las separaciones a las que está sujeto el hombre, y hemos visto que el proceso evolutivo o humano, en último análisis, era una serie de unificaciones; cada paso dado adelante significó reunir ciertos tipos de energía a fin de que su fusión pudiera proporcionarnos una persona más completa. ¿Puedo enunciar aquí algo interesante? El problema mismo tiene sus causas en el hecho de que existe un Observador. Este Observador, en ciertas etapas del desarrollo normal del hombre, se da cuenta de que existen separaciones y sufre porque las hay en su propia conciencia. Comprende que es víctima de las divisiones de su naturaleza, sin embargo -y esto es muy importante- el hombre en el plano físico es incapaz de comprenderlas, o aparentemente eliminarlas sin la ayuda del alma, el Observador, el aspecto superior de sí mismo. Un hombre, por ejemplo, que sufre de la disociación que existe entre la parte emocional sensoria de sí mismo y el aspecto mental, es consciente de la necesidad, de la frustración y de los intensos sufrimientos y dificultades, y necesita no obstante la ayuda comprensiva del sicólogo entrenado o de su propia alma, antes de que pueda tener lugar la fusión, y él, como individuo, “sea hecho de nuevo”.

La misma verdad es aplicable en lo que atañe a las separaciones que existen en el hombre, pero tres de ellas son de gran importancia:

1. La separación entre la mente y la naturaleza inferior -física, vital, astral o emocional.

2. La separación entre el hombre y su medio ambiente que –una vez subsanada y eliminada- lo convierte en un ser humano responsable y en un buen ciudadano que acepta su medio ambiente y le dedica lo mejor de sí mismo. De esta manera fortalece su carácter y aumenta su capacidad, como resultado de la interacción definida entre ambos -él y su medio ambiente.

3. La separación entre el hombre (la personalidad) y el alma, que produce sucesivamente:

a. Una dominante personalidad egoísta.

b. Un místico práctico, consciente de la necesidad de fusionarse y unificarse.

Análogos estados de conciencia existen en el adolescente y en el hombre que se va integrando al trabajo que debe realizar en su vida y también en el aspirante reflexivo. Esto sucede aunque sus pensamientos, propósitos y ambiciones estén egoístamente polarizados o espiritualmente orientados. El sentido de separatividad, la necesidad de ser orientado, el proceso de tender el puente y el esencial sentido de haber logrado la realización, son idénticos en ambos casos.

Cuando el sicólogo enfrenta estas situaciones debería regirse por ciertas reglas y ciertas premisas generales que eventualmente deberían ser aceptadas por el sujeto que constituye el caso-problema. Estas mismas reglas y premisas pueden ser consideradas y aceptadas por el hombre que sin la ayuda de un sicólogo entrenado ha sido capaz de entrenarse a sí mismo y de eliminar las separaciones. Tales premisas fundamentales son:

1. Que toda dificultad sicológica es universal y no única. Considerarla única -con su tendencia separatista y su consabida soledad- es, a menudo, el factor omniabsorbente. Hace que la personalidad se sienta demasiado importante, y esto debería rechazarse definitivamente.

2. Que la crisis enfrentada indica progreso y oportunidad y no desastre y fracaso. El paciente (¿puedo emplear este término?) debe comprender que la raza ha progresado hasta alcanzar su actual punto de evolución por haber pasado crisis similares. Así también progresa el ente humano individual. En último análisis, las crisis sicológicas indican los pasos progresivos dados en el Camino, trayendo la necesidad de realizar un esfuerzo y, al mismo tiempo, un sentido de adquisición y liberación cuando fueron superadas, vencidas y resueltas.

3. Que el poder para lograr la necesaria integración y dar fin a un ciclo en que se siente la dualidad, reside dentro del hombre mismo, porque:

a. El desasosiego, la falta de coordinación, el dolor y la angustia, son síntomas de aspiración, quizás incomprendida, pero existentes. Son reacciones de los aspectos integrados contra ese aspecto que está tratando de integrarse.

b. El aspecto a integrarse es esencialmente más poderoso que los aspectos inferiores que están a la expectativa, pues ellos son negativos o receptivos, y el que debe ser comprendido y aceptado es positivo y dinámico. De allí el sentimiento de desasosiego.

4. Que la capacidad innata de esa criatura imaginativa, el hombre, para actuar “como si”, contiene la solución del problema. Si emplea la imaginación creadora puede tenderse y construirse el puente entre el aspecto inferior y el superior. “Como el hombre piensa, anhela y quiere” así es él. Tal es la enunciación de un hecho inmutable.” (288)

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“En todas partes los hombres aspiran a obtener libertad, comprensión mutua, buenas condiciones de vida, correctos modos de pensar grupales y personales y correctas relaciones externas e internas. Este hecho generalmente se reconoce. La humanidad está hastiada y cansada de los malsanos modos de vivir, de la explotación de los indefensos, del aumento del descontento y de la centralización del poder en manos erróneas y egoístas. Ansía la paz, correctas relaciones, adecuada distribución del tiempo y la comprensión y empleo correcto del dinero. Estas modalidades poco comunes son de naturaleza profundamente espiritual.

¿Qué resultados han traído dichos desarrollos en el gobierno espiritual subjetivo y en el mundo de los asuntos humanos?

Ante todo y en forma predominante, la evocación de un Acercamiento conjunto: uno lo constituye el anhelo y el deseo de la Jerarquía de solucionar el problema humano, el reajuste del sufrimiento humano y también el correcto surgimiento del gobierno espiritual (gobierno de correctos valores) ; el otro consiste en la determinación del hombre de crear correctas condiciones y situaciones ambientales donde puedan desarrollarse adecuadamente los seres humanos y percibirse y reconocerse los verdaderos valores. Es aquí donde la Jerarquía y la humanidad están unificadas. No tiene gran importancia que infinidad de seres humanos estén tan poco desarrollados que no puedan captar debidamente estas aspiraciones, pues trabajan inconscientemente para lograr los mismos fines que la Jerarquía.” (289)

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“Los problemas de la meditación y sus resultados: la Iluminación.

Ante todo quisiera señalar que cuando empleo aquí la palabra meditación lo hago en una de sus acepciones. El intenso enfoque mental que produce indebido énfasis mental, actitudes equivocadas y un vivir antisocial, es también una forma de meditación, pero realizada totalmente en la periferia de la pequeña zona mental de determinado individuo. Esta enunciación es real e importante, lo cual restringe e impide todo contacto con otras zonas de percepción mental, provocando un intenso estímulo mental unilateral, de índole particularmente poderoso, que no tiene salida, excepto hacia el cerebro, mediante la naturaleza de deseo. La meditación que mencionaremos en esta parte del estudio se refiere al enfoque y a la actitud mentales que tratan de relacionarse con lo que existe más allá del mundo mental del individuo. Constituye parte de un esfuerzo que lo pondrá en contacto con los mundos que están más allá del fenoménico y del ser. Expongo esto así a fin de impartir las ideas de expansión, inclusión e iluminación. Tales expansiones y actitudes no deberían convertir al hombre en un ser antisocial, o aprisionarlo en una celda fabricada por sí mismo. Deberían convertirlo en un ciudadano del mundo; inducir en él el deseo de mezclarse y fusionarse con sus semejantes; despertarlo a las más elevadas premisas y realidades, y arrojar luz en los lugares oscuros de su vida y en los de la entera humanidad. Los problemas que surgen como resultado de la iluminación, son prácticamente contrarios a los que acabamos de considerar, no obstante, constituyen a su vez verdaderos problemas que deben ser enfrentados, porque las personas inteligentes del mundo están ahora aprendiendo a meditar en amplia escala. Muchas cosas inducen a esta tendencia hacia la meditación. A veces la fuerza de la circunstancia económica obliga al hombre a concentrarse y la concentración es uno de los primeros pasos en el proceso de la meditación; otras, es el anhelo de realizar un trabajo creador que lleva al hombre a perseguir algún tema o materia, para expresar su creatividad. Si los hombres sólo se interesaran en forma académica por el poder del pensamiento, o si por una vislumbre de la visión se convirtieran en estudiantes de la verdadera meditación (mística u ocultista), tendríamos el hecho de que surgirían serios problemas, aparecerían condiciones peligrosas y, la naturaleza inferior, en cada caso, evidenciaría la necesidad de adaptarse a los impulsos o demandas superiores o, si no lo hicieran, sufrirían como consecuencia muchas dificultades. Deben hacerse los reajustes necesarios, o sobrevendrán inevitablemente desórdenes sicológicos, sicopáticos y nerviosos.

Quiero recordarles, nuevamente, que la razón de esto radica en que el hombre ve, conoce y comprende más de lo que es capaz de hacerlo como una simple personalidad que actúa en los tres mundos, estando por lo tanto, en un verdadero sentido, ajeno al mundo de la actividad del alma. Ha “dejado entrar” energías más fuertes que las fuerzas que él generalmente percibe. Son intrínsecamente fuertes aunque aparentemente no son las más fuertes debido a los hábitos muy arraigados y a los antiguos ritmos de las fuerzas de la personalidad con las cuales entra en conflicto la energía del alma. Necesariamente esto conduce a tensiones y dificultades, y a no ser que exista una adecuada comprensión de esta lucha, podrán producirse terribles resultados que el sicólogo entrenado deberá estar preparado para enfrentarlos.” (290)

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“El hombre que sufre por las revelaciones de la luz en los tres mundos (particularmente en el mundo astral) está haciendo realmente dos cosas:

1. Permanece en una condición relativamente estática en lo que concierne a su progreso superior; observa el confuso caleidoscopio del plano astral con interés y atención. Quizás no esté activo en ese plano ni se identifique conscientemente con el mismo, pero por el momento satisface su interés, mental y emocionalmente, mantiene su atención y despierta su curiosidad, aunque al mismo tiempo lo critique. Por lo tanto, pierde el tiempo rodeándose continuamente de nuevas capas de formas mentales, resultado de su pensamiento sobre lo que ve u oye. Esto es peligroso y debería terminarse con ello. Es necesario que todos los aspirantes y discípulos se interesen inteligentemente por el mundo del espejismo y de la ilusión, para poder liberarse de su esclavitud, pues de lo contrario nunca lo comprenderán ni controlarán. Una dedicación prolongada en esa vida y una completa absorción en sus fenómenos son peligrosos y esclavizantes.

2. El interés evocado en estos casos indeseables es tal, que el hombre

a. llega a estar completamente sometido al espejismo,
b. desciende (hablando simbólicamente) a su nivel,
c. reacciona sensoriamente a sus fenómenos, a menudo con placer y deleite,
d. evoca las antiguas facultades de clarividencia y clariaudiencia,
e. se convierte en un síquico inferior y acepta todo lo que le revelan los poderes síquicos inferiores.” (291)

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(287) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. III. Algunos Problemas Psicológicos. a. Problema de la Separatividad. (pág. 324)
(288) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. III. Algunos Problemas Psicológicos. a. Problema de la Separatividad. (pág. 327)
(289) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. III. Algunos Problemas Psicológicos. c. Problemas del Estímulo. (pág. 345)
(290) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. III. Algunos Problemas Psicológicos. c. Problemas del Estímulo. Los problemas de la meditación y sus resultados: la Iluminación. (pág. 355)
(291) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. III. Algunos Problemas Psicológicos. c. Problemas del Estímulo. Los problemas de la meditación y sus resultados: la Iluminación. (pág. 364)



(CONTINUARÁ)

miércoles, 6 de febrero de 2019

EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO (XXVIII) - Tratado de los Siete Rayos. VOL. 2 - Psicología Esotérica II (V)


Este artículo es la continuación de El Dolor y el Sufrimiento (XXVII)

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Como en otras ocasiones, para realizar este estudio he intentado hacer una recopilación exhaustiva de extractos de todos los libros del Maestro y de Alice A. Bailey (25) que tratan sobre estos temas, aunque dada la extensión de toda la obra del Tibetano, podría ser que faltase algún fragmento.

Cada fragmento viene precedido por el título del libro, capítulo y/o sección de donde procede el texto, por si se desea ampliar la información mas allá de lo relacionado estrictamente con el tema.

Las conclusiones (cuando las haya) son personales, por tanto, como tales no tiene porque estarse de acuerdo con las mismas. Son reflexiones e interpretaciones propias de los extractos del Tibetano.

En la última entrada que se publique sobre el tema, si lo deseáis, podréis descargaros la recopilación completa en un documento en formato pdf.

Espero que la lectura de estos artículos (que iré publicando progresivamente al ser demasiado extensa toda la recopilación) pueda seros de utilidad.


Dani

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Tratado de los Siete Rayos. Vol. 2 - Psicología Esotérica II (1942)


“Se dice que transcurre mucho tiempo entre la primera iniciación y la segunda (donde culmina la Crisis de Apropiación en el sendero ascendente). Hay aquí también una analogía de los primitivos acontecimientos, pues ha transcurrido mucho tiempo desde que tuvo lugar la individualización, técnicamente entendida, que fue el primer gran acercamiento del alma ocurrido en días de Lemuria o en crisis anteriores en el planeta muerto, la Luna. Así como la forma del hombre animal tuvo que alcanzar cierto grado de desarrollo, también la forma humana tiene que alcanzar hoy el nivel de integración de la personalidad antes de que pueda repetir conscientemente el Acercamiento de Apropiación.

Luego tiene lugar en la vida del aspirante un período en el que pasa del sendero de probación al del discipulado, resultado de la actividad que, en la vida de la personalidad individual, es el reflejo del Acercamiento de Aceptación, que se produce en el campo de batalla del plano astral. Allí el discípulo acepta conscientemente, el inevitable proceso de transmutación que debe efectuarse antes de que la personalidad pueda llegar a ser un instrumento apto para el alma. Permanece entre los pares de opuestos, aprendiendo el secreto de la dualidad y fijo en el punto medio, como Arjuna, busca el camino de salida, y eventualmente acepta la tarea que tiene por delante. Ésta es la etapa de sumisión, a la cual todo discípulo se somete.

Mediante la aceptación, el aspecto astral de la personalidad se pone en línea con el propósito divino del alma que mora internamente, lo cual no es una débil y negativa sumisión ni una penosa y afable aceptación de la así denominada Voluntad de Dios, sino la positiva y dinámica posición o actitud, en el campo de batalla de la vida. Esta actitud reconoce, correctamente, como hizo Arjuna, las exigencias de los dos ejércitos (el del Señor y el de la Personalidad) y mientras acepta la realidad del caso, el discípulo permanece firme y lucha lo mejor que puede por obtener el privilegio de la comprensión y la actitud correcta. Así como el alma en días lejanos accedió y dio el “toque de aceptación” a la obligación asumida, cuando tuvo lugar el acercamiento de apropiación, y las demandas de la personalidad al alma se hicieron cada vez más definidas, ahora la personalidad invierte el proceso y reconoce las demandas del alma. Esto marca, como puede verse, una etapa bien definida en la vida del aspirante, producida por el desdichado sentido de dualidad, causa del malestar y el sufrimiento en la vida de todo discípulo.” (282)

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“Se observará también que los rayos que rigen a la mente incluyen a un rayo que vincula la naturaleza mental con el rayo del sistema solar, el rayo cósmico del amor. Este rayo vinculador es el cuarto Rayo de Armonía, que significa también Armonía a través del Conflicto, rayo muy importante, porque nos da la clave del problema del dolor y del sufrimiento.” (283)

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“Por lo tanto, el problema del aspirante de sexto rayo es liberarse de la esclavitud de la forma (aunque no de ella) y permanecer tranquilamente en el centro, así como el discípulo de tercer rayo debe aprender a hacerlo, aprendiendo a obtener amplitud de visión y un correcto sentido de proporción. Siempre carece de estas dos cualidades, hasta que llega el momento en que se afirma y se alinea con las visiones, las formas verdaderas y los sueños de la realidad y descubre que detrás de todas ellas se hallan Dios y sus semejantes. Sólo entonces se puede confiar en que trabajará con el Plan.

El alineamiento producido por este “modo pacífico de estar quieto” provoca lógicamente una crisis y es muy difícil que el aspirante la resuelva. Durante esta crisis le parece que ha sido desposeído de todo incentivo, móvil, sensación, estima de los demás y hasta del propósito de la vida. El concepto de “mi verdad, mi maestro, mi idea, mi modo”, lo abandona y no tiene con que reemplazarlo. Por pertenecer al sexto rayo y estar, por lo tanto, vinculado al mundo de la vida síquica astral, el sexto plano, es peculiarmente sensible a sus propias reacciones y a las ideas de otros, en lo que a él y a sus verdades concierne. Se siente tonto y cree que los demás piensan que lo es. La crisis es por lo tanto grave, porque tiene que lograr un completo reajuste del Yo con el yo. Su fanatismo, devoción, su manera frenética de impulsarse a si mismo y a los demás, sus esfuerzos perdidos y su falta de comprensión del punto de vista que sostienen otros han desaparecido, pero todavía nada los ha reemplazado. Lo embarga el sentido de futilidad y el mundo oscila bajo sus pies. Entonces debe permanecer quieto en el centro, fijar los ojos en el alma y cesar toda actividad durante un breve período de tiempo, hasta que irrumpa la luz.

Es interesante observar que cuando el Maestro Jesús estaba en la cruz experimentó (en una vuelta de la espiral mucho más elevada de lo que le es posible al discípulo) la máxima culminación de dicha crisis, aunque en Su caso -por estar sintonizado con Dios y con todos los hijos de Dios- tuvo que sufrir todos los padecimientos de los discípulos del mundo y toda la agonía que implica la percepción astral del sufrimiento expresado en las agonizantes palabras “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”.

Pero al encarar la futilidad y al enfrentarse a sí mismo se entregó a la vida que está en el centro, y allí se mantuvo equilibrado y quieto y, aunque alerta, la luz irrumpirá y revelará al discípulo lo que necesita saber. Así aprende a expresar ese amor incluyente que es su principal requisito y a abandonar la actitud estrecha y centrada que hasta entonces ha considerado como amor. Acepta todas las visiones, si sirven para elevar y confortar a sus hermanos; acepta todas las verdades si son medios de revelación para otras mentes, y acepta todos los sueños, si pueden servir como incentivo para sus semejantes. Participa en todo ello, no obstante mantiene su equilibrada posición en el centro.” (284)

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“…el desarrollo humano se efectúa por una serie de integraciones, de procesos de coordinación o síntesis, implicando (especialmente cuando la inteligencia comienza a controlar) el sentido de separación o dualidad. Estas integraciones, en lo que se refiere a la humanidad, subyacen en un pasado lejano, tienen lugar en la actualidad y lo tendrán en el futuro.

Integraciones Pasadas.

Entre los cuerpos animal y vital.
Entre ambos y la naturaleza sensoria de deseo.
Entre estos tres y la mente concreta inferior.

Integraciones Presentes.

Entre los cuatro aspectos mencionados, produciendo así una personalidad coordinada.

Integración Futura.

Entre la personalidad y el alma.

Existen otras integraciones superiores a las cuales no me referiré aquí. Se alcanzan mediante los procesos de la iniciación y el servicio. Debe recordarse que en la historia racial han tenido lugar en forma inconsciente, muchas de estas integraciones como resultado del estímulo de la vida, del impulso evolutivo, de los procesos normales del vivir, de la experiencia por medio del contacto con el medio ambiente y también de la satisfacción, que conduce a la saciedad de la naturaleza de deseos. Pero llega un momento en el desarrollo racial, como en las vidas de los individuos, en que el ciego proceso de la pasividad evolutiva se convierte en un viviente esfuerzo consciente, y es exactamente en este punto donde se halla la humanidad hoy. De allí la comprensión del problema humano en términos de la sicología moderna; el sufrimiento tan ampliamente extendido de los entes humanos en todas partes; el esfuerzo que debe realizar la educación moderna, y de allí también la aparición en amplia escala en todos los países, del creciente número de tres tipos de personas, los que:

a. son conscientes de la separación;
b. están realizando la integración con mucho sufrimiento y grandes dificultades, más
c. esas personalidades o individuos integrados, que son dominadores.” (285)

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“La dificultad reside hoy en que tenemos, en todas partes, personas que se hallan en diferentes etapas del proceso integrador; todas se hallan en un “estado de crisis” y proporcionando, por lo tanto, los problemas de la sicología moderna.

Estos problemas pueden clasificarse en forma precisa en tres grupos principales:

a. Los Problemas de la Separatividad. son a su vez de dos tipos:

1. Los problemas de integración.
2. Los que surgen de un sentido de dualidad.

Este sentido de dualidad, resultado de la separación realizada, abarca desde las dificultades de la doble personalidad que sufren tantas personas, hasta las del místico, por su énfasis puesto en el que ama y el amado, en el que busca y el buscado, en Dios y Su hijo.

b. Los Problemas de la Integración producen la mayoría de las dificultades de las personas más evolucionadas.

c. Los Problemas del Estímulo surgen como resultado de una síntesis e integración logradas, produciendo, en consecuencia, una desacostumbrada afluencia de energía, la cual puede expresarse como desmedida ambición, sentido de poder, deseo de influencia personal, o como poder y fuerza verdaderamente espirituales. Sin embargo, en todos los casos es necesaria una comprensión y manejo cuidadoso de los fenómenos resultantes.

De estos problemas además surgen:

1. Los Problemas Mentales. Aparecerán ciertos complejos definidos cuando se haya logrado integrar la mente con los tres aspectos inferiores y será útil reflexionar sobre ello.

2. Las Enfermedades de los Místicos. Conciernen a esas actitudes de la mente, a las complejas ideas y “empresas espirituales” que afectan a quienes se inclinan al misticismo o se dan cuenta del dualismo espiritual, al cual se refirió San Pablo en la Epístola a los Romanos.

“Sabemos que la ley es espiritual; más yo soy carnal, vendido bajo el pecado.

Porque lo que hago no lo entiendo, pues el bien que quiero no hago; sino hago lo que aborrezco.

Y si hago lo que no quiero, consiento que la ley es buena.

De manera que no soy yo quien lo hace sino el pecado que mora en mi.

Porque sé que en mí (es decir en mi carne) no mora el bien, porque en querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.

Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mi.

Así que, queriendo hacer el bien, descubro la ley: que el mal está en mi.
Porque según el hombre interno, me deleito en la Ley de Dios.

Mas veo otra ley en mis miembros rebelándose contra la ley de mi mente y me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.

Miserable de mí. ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?» (Romanos VII, 14-24.)” (286)
           
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(282) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. I. Apropiación de los Cuerpos. (pág. 216)
(283) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. I. Apropiación de los Cuerpos. (pág. 226)
(284) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. II. La Coordinación de la Personalidad. a. Siete Técnicas de Integración. Sexto Rayo. (pág. 289)
(285) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. III. Algunos Problemas Psicológicos. Introducción. (pág. 313)
(286) CAPITULO II. El Rayo de la Personalidad. III. Algunos Problemas Psicológicos. a. Problema de la Separatividad. (pág. 315)