viernes, 3 de agosto de 2018

EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO (XV) - El Destino de las Naciones


Este artículo es la continuación de El Dolor y el Sufrimiento (XIV)

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Como en otras ocasiones, para realizar este estudio he intentado hacer una recopilación exhaustiva de extractos de todos los libros del Maestro y de Alice A. Bailey (25) que tratan sobre estos temas, aunque dada la extensión de toda la obra del Tibetano, podría ser que faltase algún fragmento.

Cada fragmento viene precedido por el título del libro, capítulo y/o sección de donde procede el texto, por si se desea ampliar la información mas allá de lo relacionado estrictamente con el tema.

Las conclusiones (cuando las haya) son personales, por tanto, como tales no tiene porque estarse de acuerdo con las mismas. Son reflexiones e interpretaciones propias de los extractos del Tibetano.

En la última entrada que se publique sobre el tema, si lo deseáis, podréis descargaros la recopilación completa en un documento en formato pdf.

Espero que la lectura de estos artículos (que iré publicando progresivamente al ser demasiado extensa toda la recopilación) pueda seros de utilidad.


Dani

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EL DESTINO DE LAS NACIONES (1949)



“Si la energía del quinto rayo, por ejemplo, el rayo egoico de Francia, puede hacer sentir su poder en las actuales condiciones mundiales de tensión y sufrimiento, entonces a esta nación le corresponde la gloria suprema de probar al mundo la realidad del alma y demostrar su control.” (177)

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“Estados Unidos de América tiene una personalidad de sexto rayo, de allí las dificultades de su personalidad, su fuerte deseo de vivir, que la impele a la expresión sexual y al materialismo, pero un materialismo muy distinto del francés, porque el ciudadano estadounidense da valor al dinero sólo por los efectos que produce y las cosas que hace posible en su vida. De allí también la rápida respuesta El Destino de las Naciones del continente americano a todo tipo de idealismo, a la necesidad de los demás, aún la de sus enemigos, a la compasión por todos los que sufren y a un pronunciado progreso hacia un humanitarismo bien definido.” (178)

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“El mundo es uno, y sus sufrimientos son uno; la humanidad en verdad es una unidad, pero muchos lo ignoran todavía y la tendencia de la actual enseñanza está dirigida a despertar a la humanidad a fin de percibirlo, mientras hay tiempo para evitar condiciones aún más serias. También los pecados de la humanidad son uno. Su meta es una, y como una gran familia humana debemos ir hacia el futuro. Quiero hacer hincapié sobre este pensamiento: emergeremos en el futuro como una sola humanidad, depurada, disciplinada, pero iluminada y fusionada. Quienes no capten este hecho importante, ya se denominen beligerantes o neutrales, sufrirán profundamente como resultado de su falta de participación en el destino de la totalidad.

…/…

La Jerarquía no es neutral. Está con el correcto elemento de cada nación y contra todas las actitudes separatistas, aislacionistas y materialistas. Tales actitudes impiden la captación de los verdaderos valores espirituales y obstaculizan el desarrollo humano. La identificación con todas las condiciones mundiales y la participación en ellas -voluntariamente, y no por la fuerza- es el camino de salida para todos los pueblos. Reflexionen sobre esto.” (179)

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“El Señor del Mundo, el "Anciano de los Días", está liberando nuevas energías sobre la humanidad, trasmutadas en la fragua del dolor y en la ardiente agonía actual. Dicha trasmutación traerá un nuevo poder para el sacrificio, de claudicación incluyente, una clara visión del Todo y un espíritu cooperativo, desconocido hasta ahora, que será la primera expresión de ese gran principio de compartir, tan urgentemente necesario hoy.” (180)

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“Una de las principales características del discípulo de séptimo rayo es un intenso sentido práctico. El discípulo trabaja en el plano físico teniendo un constante y firme objetivo, a fin de lograr resultados efectivos en la determinación de las formas que asumirán la cultura y civilización futuras; al finalizar el ciclo del séptimo rayo, trabajará arduamente para perpetuar lo que ha realizado. Manejará fuerza para construir las formas que satisfarán sus necesidades, haciéndolo más científicamente que los discípulos de otros rayos. El devoto de sexto rayo es mucho más abstracto y místico en su trabajo y pensamiento, y pocas veces llega a comprender realmente la correcta relación que existe entre forma y energía. Piensa casi totalmente en términos de la cualidad y presta poca atención al aspecto material de la vida y a la verdadera significación de la sustancia cuando produce fenómenos. Tiende a considerar a la materia como de naturaleza maligna y a la forma una limitación, poniendo el énfasis únicamente sobre la conciencia del alma, considerándola de suma importancia. El fracaso de trabajar inteligentemente, y agregaría yo, amorosamente, con la sustancia, a fin de relacionarla correctamente con la densa forma externa, produjo en los últimos dos mil años un mundo tan desastrosamente dirigido que ha llevado a los habitantes del planeta a la grave situación actual. El trabajo llevado a cabo en forma ignorante, en el plano físico, por quienes están bajo la influencia de la fuerza de sexto rayo, ha creado un mundo que padece separaciones, en forma análoga al individuo que sufre de doble personalidad. Las líneas demarcatorias entre la ciencia y la religión, constituyen un ejemplo destacado y han sido trazadas con toda claridad y fuerza. La separación a que me refiero ha sido creada por los eclesiásticos del pasado y por nadie más; las líneas separatistas fueron trazadas por los místicos imprácticos y visionarios, así como también por los fanáticos devotos de alguna idea que no obstante eran incapaces de ver las amplias implicaciones y la naturaleza universal de esas reconocidas ideas. Estoy generalizando, porque hubo muchos devotos y santos hijos de Dios que jamás fueron culpables de las estupideces y tendencias separatistas mencionadas. Con esto también debemos reconocer que la religión ortodoxa ha separado, temporariamente, los dos grandes conceptos espíritu y materia en su pensamiento y enseñanza, con lo cual separó la religión de la ciencia.” (181)

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(177) Las Naciones y los Rayos (pág.46)
(178) Las Naciones y los Rayos (pág.47)
(179) Las Naciones y los Signos que las Gobiernan (pág.50)
(180) La Significación de Ciertas Ciudades (pág.72)
(181) La Vida Espiritual de la Nueva Era (pág.94) 

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