Alice A. Bailey (como algunas/os de vosotras/os quizás conozcáis) escribió una serie de libros, algunos de suyos como este ("La Conciencia del Átomo") y otros con enseñanzas dadas por el Maestro Djwhal Khul (mas conocido como el Maestro Tibetano).
Este libro trata de la relación científica entre materia y consciencia, en una época en que la evolución influencia progresivamente la sustancia de todas las formas. El "átomo" aparece como la réplica miniaturizada más completa de la estructura energética común a todas las formas de vida: cósmica, planetaria, humana y subhumana"
Paulatinamente iremos añadiendo nuevos capítulos del libro para poder tratarlos con "la suficiente tranquilidad y mente abierta", aspectos indispensables para poder profundizar en estos temas.
Recordemos que el libro fue escrito hace casi 100 años, por lo que algunas expresiones, aspectos y comentarios que puedan aparecer en el mismo han de considerarse como de aquella época y, por tanto, quizás no coincidan del todo con la realidad actual.
Si alguien estuviese interesado en obtener mas información sobre A. A. Bailey, la Escuela Arcana y/o el Maestro Tibetano (Djwhal Khul), puede consultar los enlaces siguientes:
FUNDACIÓN LUCIS TRUST
FUNDACIÓN LUCISEste libro trata de la relación científica entre materia y consciencia, en una época en que la evolución influencia progresivamente la sustancia de todas las formas. El "átomo" aparece como la réplica miniaturizada más completa de la estructura energética común a todas las formas de vida: cósmica, planetaria, humana y subhumana"
Paulatinamente iremos añadiendo nuevos capítulos del libro para poder tratarlos con "la suficiente tranquilidad y mente abierta", aspectos indispensables para poder profundizar en estos temas.
Recordemos que el libro fue escrito hace casi 100 años, por lo que algunas expresiones, aspectos y comentarios que puedan aparecer en el mismo han de considerarse como de aquella época y, por tanto, quizás no coincidan del todo con la realidad actual.
Si alguien estuviese interesado en obtener mas información sobre A. A. Bailey, la Escuela Arcana y/o el Maestro Tibetano (Djwhal Khul), puede consultar los enlaces siguientes:
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Dani
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LA EVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA
QUINTA CONFERENCIA
La semana pasada analizamos en forma
inadecuada la evolución del hombre, el pensador, el morador de los cuerpos, que
los utiliza mediante el ciclo de evolución. Vimos que constituía el resumen de
las evoluciones precedentes. En dos conferencias anteriores nos preparamos para
el estudio de esa evolución, considerando primero la sustancia o materia
atómica, antes de ser utilizada para construir la forma, o el diminuto átomo
antes de ser incorporado a determinado vehículo. Después estudiamos la
construcción de las formas, por medio de la gran ley de atracción que agrupa a
los átomos, haciendo que se adhieran y vibren al unísono, produciendo una forma
o conglomerado de átomos. Reconocimos que en la sustancia atómica había un
aspecto de la Deidad y de la fuerza central o energía del sistema solar,
manifestándose como el aspecto inteligencia, y vimos manifiesta en el aspecto
forma de la naturaleza otra cualidad de la Deidad, la de amor o atracción,
fuerza cohesiva que mantiene la unidad de la forma. Después nos ocupamos del
ser humano u hombre, y observamos que reúne los tres aspectos divinos, y lo
reconocimos como la voluntad central, manifestándose mediante una forma
compuesta de átomos, expresando las tres cualidades de Dios, inteligencia,
amor-sabiduría y voluntad o poder.
Hoy nos apartaremos del aspecto materia de la
manifestación, tratado ya, y entraremos a considerar la conciencia de la forma.
Notamos que el átomo puede considerarse como la Vida central manifestada por
medio de la forma esferoidal, expresando la facultad mental; el átomo humano
también puede ser considerado como una positiva vida central que utiliza una
forma y denota las distintas cualidades ya enumeradas; dijimos que si nuestra
hipótesis sobre el átomo era correcta y si estábamos en lo cierto al considerar
al ser humano como un átomo, podríamos entonces aplicar este primer concepto al
planeta y decir que en el átomo planetario reside una excelsa Vida manifestada
a través de una forma, denotando cualidades específicas al llevar a cabo una
meta específica; por último extendimos este concepto a la gran esfera del
sistema solar y a la Deidad que mora en ella.
Ahora nos ocuparemos de la cuestión de la
conciencia; estudiaremos brevemente el problema y la reacción de la vida en la
forma. Si con esto les proporciono unas pocas ideas generales de acuerdo con lo
dicho anteriormente, colocaré un ladrillo más sobre la estructura que trato de
erigir.
La palabra conciencia deriva de dos palabras
latinas: con, con, y scio, saber, y literalmente significa "aquello por lo
cual conocemos". Los diccionarios definen la conciencia como "el
estado de ser consciente" o la condición de percibir, la capacidad de
responder a los estímulos, de reconocer contactos y el poder de sincronizar
vibraciones. Estas frases pueden ser incluidas en cualquier definición de la
conciencia, pero lo que quiero acentuar ahora es la que proporciona el Standard
Dictionary, ya mencionado. Al pensador común que consulta la mayoría de los
textos que se ocupan del tema, le resultará confuso, porque fragmentan la
conciencia y el estado de ser consciente en varias divisiones y subdivisiones
hasta llegar a confundirlos. Sólo trataremos hoy tres tipos de conciencia, a
saber: conciencia absoluta, conciencia universal y conciencia individual. De
los tres, sólo dos pueden definirse más o menos con claridad.
Para el pensador común es prácticamente
imposible conocer la conciencia absoluta. Un autor la define como "la
conciencia en que existe todo, tanto lo posible como lo actual" y
concierne a todo lo que puede concebirse como que ocurrió, está ocurriendo u
ocurrirá. Posiblemente, ésta es la conciencia absoluta, y desde el punto de
vista humano es la conciencia de Dios, que contiene en sí el pasado, el
presente y el futuro. Por lo tanto ¿qué es la conciencia universal? Podría
definírsela como la conciencia que piensa en tiempo y espacio, conciencia con
ideas de ubicación y sucesión, involucradas en sí, o, en realidad, conciencia
grupal, el grupo mismo formando una unidad mayor o menor. Finalmente, la
conciencia individual puede definirse como esa medida de conciencia universal,
que la unidad separada puede alcanzar y concebir de sí misma.
Para comprender estas vagas expresiones de
conciencia absoluta, conciencia universal y conciencia individual, será de
ayuda si trato de ilustrarlas. Vimos en anteriores conferencias que el átomo
debe ser considerado en el cuerpo humano como una minúscula entidad, una
diminuta vida inteligente y una microscópica esfera activa. Tomemos ahora la
pequeña célula como punto de partida y obtendremos por su intermedio algún
concepto de lo que son estos tres tipos de conciencia, observándolos desde el
punto de vista del átomo y del hombre. Para el pequeño átomo en el cuerpo del
hombre, la conciencia individual sería su propia vida vibratoria, su interna
actividad y todo cuanto específicamente le concierne. Para la pequeña célula,
la conciencia universal podría ser la conciencia de todo el cuerpo físico,
observándolo como la unidad que incorpora al átomo. Para el átomo, la
conciencia absoluta sería la conciencia del hombre pensante que energetiza el
cuerpo, lo cual resultaría para el átomo algo tan remoto, desde su propia vida
interna, que le sería prácticamente inconcebible e incognoscible; sin embargo
arrastra, dentro de la línea de su voluntad, a la forma y al átomo que está en
la forma y a todo lo que ello concierne. Esto puede aplicarse al hombre,
viéndolo como un átomo o célula del cuerpo de una excelsa Entidad, de allí que
podamos aplicar este concepto a tres tipos de conciencia. Sería inteligente
descender y ocuparnos de cosas más prácticas que la conciencia absoluta.
La ciencia occidental va acercándose
gradualmente a la conclusión de la filosofía esotérica de Oriente, que no sólo
reconoce la conciencia en el hombre y en el animal, sino también en el vegetal
y el mineral, y que la auto-conciencia debe considerarse como la consumación
del evolutivo desenvolvimiento de la conciencia en los tres reinos inferiores.
Quizás sea posible, en el breve tiempo que me queda, encarar ese estudio fascinador
del desarrollo de la conciencia en los reinos animal y vegetal, y su aparición
en el reino mineral, así descubriríamos que incluso los minerales manifiestan
vestigios de conciencia y de reacción a los estímulos, que dan señales de
fatiga y que es posible envenenar a un mineral y matarlo como se hace con un
ser humano. La realidad de que las flores tienen conciencia se está aceptando
rápidamente, y se publican artículos muy interesantes sobre la conciencia de
las plantas, abriendo un amplio campo de reflexión. Hemos visto que respecto a
la materia atómica, lo único que podemos afirmar con seguridad es que denota
inteligencia, poder de seleccionar y discriminar. Éste es el rasgo predominante
de la conciencia al manifestarse por medio del reino mineral. En el reino
vegetal aparece otra cualidad, la de sensación o sensibilidad rudimentarias,
que responden en forma distinta de la del mineral. En el reino animal, aparece
una tercera reacción, el animal no sólo demuestra señales de sensación en
acrecentado grado, análogamente a la respuesta del reino vegetal, sino que
manifiesta señales de intelecto o mente embrionaria. El instinto es una
facultad que poseen todos los animales, y las palabras instinto e instigación,
derivan de la misma raíz. Cuando el poder de instigación se inicia en la forma
animal, es signo de que la mentalidad embrionaria comienza a manifestarse. En
estos reinos existen distintos grados y tipos de conciencia, mientras que en el
hombre tenemos los primeros síntomas de la autoconsciencia, o la facultad con
que el hombre se hace consciente de que es una entidad separada, el impulso
inmanente en el cuerpo, que está en proceso de hacerse consciente a través de
dicho cuerpo. Esto ha sido enseñado en Oriente a través de las épocas, y
"la filosofía esotérica también enseña que todo vive y es consciente, pero
que no toda vida y conciencia es similar a la humana", y además hace
resaltar que "existieron dilatados intervalos entre la conciencia del
átomo y de la flor, la de la flor y el hombre, la de éste y Dios". Según
dijo Browning: "En el hombre comienza nuevamente la tendencia hacia
Dios". El hombre no es un Dios, sino un Dios en ciernes; está labrando la
imagen de Dios, y algún día la producirá a la perfección. Se esfuerza en
manifestar la triple vida divina subjetiva, mediante la objetiva.
El método del desarrollo evolutivo de la
conciencia de un ser humano es la repetición, en una vuelta más elevada de la
espiral, de las dos etapas observadas en la evolución del átomo, la de la
energía atómica y la de coherencia grupal. Actualmente podemos ver en el mundo
a la familia humana en la etapa atómica, manifestación que conduce a una meta
aún no lograda, la etapa grupal.
A quienes están interesados por la facultad de
percepción y habitualmente observan lo que sucede a su alrededor, les resulta
evidente los distintos grados de mentalidad que vemos en todas partes y los
variados tipos de conciencia que existen entre los hombres. Conocemos
individuos alertas, despiertos, que se dan cuenta de todo lo que sucede;
agudamente conscientes, responden a los distintos tipos de corrientes mentales
en los asuntos humanos; perciben contactos de todo tipo; otros individuos
parecen estar dormidos, nada les interesa, totalmente inconscientes a los
contactos, están todavía en la etapa de la inercia y son incapaces de responder
a los estímulos externos, pues no se hallan mentalmente despiertos. También lo
observamos en los niños; algunos responden rápidamente y otros en cambio
parecen tontos. No es que realmente unos sean más estúpidos que otros, sino
que, sencillamente, se debe a la etapa interna de evolución del niño, a que
encarnaron con más frecuencia y a que se dedicaron durante períodos más
prolongados a ser conscientes.
Consideremos ahora las etapas del átomo y de
la forma, y veamos cómo se desarrolla la conciencia humana, teniendo en cuenta
que en el átomo humano está acumulado todo lo adquirido en los tres reinos
inferiores de la naturaleza, en las primeras etapas. El hombre es el
beneficiario de ese vasto proceso evolutivo que quedó atrás. Comienza con lo
adquirido, latente en él. Es autoconsciente y tiene ante si una meta definida,
el logro de la conciencia grupal. El logro de la autoconsciencia constituye la
meta para el átomo sustancia. La finalidad para el hombre consiste en adquirir
mayor Conciencia y un campo más amplio.
La etapa atómica que estamos considerando es
peculiarmente interesante, interesante porque en ella se halla la mayoría de la
humanidad. Pasamos allí el indispensable período de la autocentralización,
ciclo en que el hombre se ocupa principalmente de sus propios asuntos, de lo
que le interesa, y vive su propia vida interna vibratoria, intensamente.
Durante un largo período y quizás también en la actual etapa (creo que nadie
debe ofenderse si no ha alcanzado la perfección ni la meta), somos intensamente
egoístas, y sólo nos interesamos mentalmente de lo que sucede en el mundo y,
probablemente, lo hacemos por compasión o desagrado, o porque es común. A pesar
de esta actitud mental, ponemos la atención en lo que atañe a nuestra vida
individual. Estamos en la etapa atómica y somos intensamente activos respecto a
nuestros problemas personales. Si observamos las multitudes en las calles de
una gran ciudad populosa, veremos por todas partes personas en la etapa
atómica, centradas en sí mismas, preocupadas únicamente en sus negocios,
procurando sus propios placeres, deseando sólo divertirse, e incidentalmente
preocupadas en los asuntos que conciernen al grupo. Esta etapa es necesaria. y
protectora, de esencial valor para cada ente de la familia humana. Su
comprensión nos hará pacientes con nuestros hermanos que con tanta frecuencia
nos provocan irritabilidad.
¿Cuáles son los dos factores por cuyo
intermedio evolucionamos dentro y fuera de la etapa atómica? Durante muchos
siglos, en Oriente, se ha considerado que el proceso de evolución es dual. Se
le ha enseñado al hombre que él evoluciona y llega a ser consciente,
primeramente por medio de los cinco sentidos, después por el desarrollo de la
facultad de discernimiento, conjuntamente con el desapasionamiento. En
Occidente hemos dado importancia a los cinco sentidos, y no se ha enseñado el
discernimiento, tan esencial. Si observamos el desarrollo de un niño,
advertiremos, por ejemplo, que primeramente desarrolla los cinco sentidos en
ordenada secuencia. El primer sentido es el oído; oye algún ruido y mueve la
cabeza. Después el tacto, y empieza a palpar con las manos. Le sigue la vista.
No es que el niño no vea o nazca ciego como los gatos, sino que transcurren varias
semanas antes de ver y reconocer conscientemente los objetos. La facultad ha
estado latente en espera de su realización. Así sucede con las graduadas
expansiones de conciencia y conocimientos que tiene ante sí el hombre. En estos
tres principales sentidos: oído, tacto y vista, tenemos una interesante
analogía y relación con la triple manifestación de la Deidad, el yo, el no-yo y
la relación entre ambos. El yo oye y responde ocultamente a la vibración y se
reconoce a sí mismo. Se hace consciente del no-yo y de su tangibilidad por
medio del tacto, pero hasta actualizar la visión o consciente reconocimiento,
no se establece la relación entre ambos. El yo utiliza otros dos sentidos, el
gusto y el olfato, al hacer sus contactos, pero no son tan esenciales como los
tres primeros para desarrollar la percepción inteligente. Por medio de los
cinco sentidos podemos efectuar cuantos contactos son posibles en el plano
físico; por ellos aprendemos, crecemos, somos conscientes, nos desarrollamos,
evolucionan los grandes instintos, constituyen los sentidos protectores, que no
sólo nos permiten relacionarnos con nuestro medio ambiente, sino que nos
protegen del mismo.
En consecuencia, habiendo llegado a ser
inteligentes unidades por medio de los cinco sentidos, y expandido por su
intermedio la conciencia, llegamos a un punto crítico donde aparece otro
factor: el inteligente discernimiento. Aquí me refiero al discernimiento
manifestado por la unidad autoconsciente, esa elección consciente evidenciada
por ustedes y yo, que forzosamente utilizaremos cuando el poder de la evolución
nos impulse hacia el punto en que aprenderemos a diferenciar entre el yo y el
no-yo, lo real y lo irreal, entre la vida dentro de la forma, y la forma que
ésta utiliza, y entre el conocedor y lo conocido. He aquí la finalidad de la
evolución, el logro de la conciencia del verdadero yo por medio del no-yo.
Atravesamos
un largo período o ciclo de muchas vidas donde nos identificamos con la forma y
estamos tan unificados con el no-yo que no vemos la diferencia, ocupándonos
totalmente de las cosas transitorias y pasajeras. Esta identificación con el
no-yo, trae dolores, insatisfacciones y sufrimientos en el mundo; sin embargo,
debe recordarse que por medio de la reacción del yo sobre el no-yo, aprendemos
inevitablemente y nos apartamos finalmente de lo impermanente y lo irreal. Este
ciclo de identificación con lo irreal va paralelo a la etapa de la conciencia
individual. Así como el átomo de la sustancia debe abrirse camino hacia una
forma y contribuir a vitalizar a una unidad mayor, también mediante la
evolución de la conciencia, el átomo humano debe llegar a un punto en que
reconozca su lugar en el Todo mayor, y cargar su responsabilidad en la
actividad grupal. Tal es la etapa a la que se acercan muchos individuos de la
familia humana. La gente comprende como nunca hasta ahora, la diferencia entre
lo real y lo irreal, lo perecedero y lo permanente. Por medio del dolor y el
sufrimiento, reconoce que el no-yo es insuficiente, y busca externa e
internamente algo que satisfaga más adecuadamente sus necesidades. Muchos
anhelan hoy conocerse a sí mismos, hallar el reino de Dios en su interior y,
mediante la Ciencia Mental, el Nuevo Pensamiento y el estudio de la psicología,
llegarán a ciertos conocimientos que serán de inestimable valor para la raza
humana. Por lo tanto, hay indicios de que llega rápidamente la etapa de la
forma y los hombres pasan del período atómico a algo infinitamente mejor y más
grande. Comienza el hombre a sentir las vibraciones de esa excelsa Vida de cuyo
cuerpo es un átomo; empieza en pequeña escala a responder conscientemente al
magno llamado y a descubrir posibles canales mediante los cuales podrá
comprender a esa excelsa Vida que presiente, pero que no conoce aún. Si
persiste en ello hallará al grupo al que pertenece, entonces cambiará su
centro. Ya no estará limitado por su propio y pequeño muro atómico, sino que
irá más allá, convirtiéndose a su vez, en parte consciente, inteligente y
activa del Todo mayor.
¿Cómo se produce este cambio? La etapa atómica
se desenvolvió por medio de los cinco sentidos y la aplicación de la facultad
discernidora. La etapa en que el hombre alcanza la comprensión grupal y llega a
participar conscientemente de las actividades del grupo se logra de dos maneras:
por medio de la meditación y por una serie de iniciaciones. Al emplear la
palabra meditación no indico lo que generalmente se entiende por ella, un
estado mental receptivo, negativo o de trance. Existe un concepto erróneo sobre
lo que es realmente la meditación, y se practica una pseudo meditación que hace
poco fue verazmente descrita por alguien que dijo "cierro los ojos, abro
la boca y espero que suceda algo". La verdadera meditación requiere
intensa concentración mental, máximo control del pensamiento y una actitud
equilibrada, que no es negativa ni positiva, sino un punto de equilibrio entre
ambos extremos. Las Escrituras orientales describen, a quien practica la
meditación para obtener resultados, con las siguientes palabras, cuya
consideración proporcionará ayuda e iluminación: "El Maha Yogi, el gran
asceta, en quien está centrada la máxima perfección de austera penitencia y
meditación abstracta, y por la cual alcanza ilimitados poderes y obra milagros
y prodigios, adquiere el supremo conocimiento espiritual y llega eventualmente
a la Unión con el excelso espíritu del universo". Aquí se sostiene que la
unión con la Vida grupal es resultado de la meditación y no puede lograrse de
otra manera.
La verdadera meditación (cuyas etapas
preliminares son la concentración y la dedicación en cualquier línea
determinada de pensamiento) diferirá según el individuo y el tipo. El hombre
religioso, el místico, enfocará su atención en la vida que reside en la forma,
en Dios, en Cristo, o en lo que para él encarne su ideal. El comerciante, el
profesional, que durante horas de trabajo se centraliza en su negocio y enfoca
su atención en los problemas que debe resolver, aprende a meditar;
posteriormente, cuando entra en el aspecto espiritual de la meditación,
descubrirá que ha recorrido la parte más ardua del camino. Quien lee un libro
difícil y se esfuerza con todo su poder mental en comprender el sentido de las
palabras, medita hasta donde le es posible en ese momento. Digo esto para
alentarlos, pues vivimos en una época en que hay muchos libros que se refieren
a la meditación. Todos presentan algún aspecto de la verdad y pueden ser de
ayuda, pero no contienen lo mejor para el individuo. Debemos descubrir nuestro
propio método de concentración, cerciorarnos de cuál es nuestro método de
acercarnos a lo interno y estudiar qué es la meditación.
Sería conveniente hacer aquí una advertencia.
Debe desconfiarse de las escuelas y métodos que combinan la meditación con los
ejercicios de respiración, enseñan diferentes posturas físicas y enfocan la
atención en determinados órganos o centros físicos. Quienes siguen estos
métodos van hacia el fracaso y, además de los peligros físicos que entrañan y
de los riesgos de locura y desórdenes nerviosos, se ocupan de la forma, que es
una limitación, y no del espíritu, que es la vida. Por este camino nunca se llegará
a la meta. Para la mayoría de nosotros la concentración intelectual, resultado
del control de la mente y de la capacidad de pensar con claridad y sólo sobre
lo que queremos, debe preceder a la verdadera meditación, algo que muy pocos
conocen. No me es posible explayarme sobre la verdadera meditación, la cual
dará por resultado un definido cambio en la polarización, abriéndole al hombre
un campo de experiencias hasta ahora insospechado, revelándole contactos que
aún no conoce, y permitiéndole hallar el lugar que le corresponde en el grupo.
Ya no estará recluido entre las paredes de su vida personal, comenzará a
fusionar esa vida en la totalidad mayor. Ya no se ocupará de sus intereses
egoístas, sino que atenderá los problemas del grupo. No empleará el tiempo en
cultivar su propia identidad, sino que procurará comprender esa Identidad mayor
de la cual es parte. En realidad, esto es lo que los hombres avanzados
comienzan más o menos a hacer. Por poco que lo comprenda el hombre común, los
grandes pensadores como Edison y otros, solucionaron sus problemas por medio de
la meditación. Por la concentración reflexiva, la constante recapitulación y la
intensa aplicación a la línea particular de pensamiento que les interesa,
obtienen resultados, extraen de las reservas internas de inspiración y poder, y
permiten que desciendan de los niveles superiores del plano mental, resultados
benéficos para el grupo. Cuando hayamos efectuado cierta medida de trabajo en
la meditación y cultivado el interés por el grupo y no el propio, cuando
desarrollemos un cuerpo físico fuerte y sano, y controlemos el cuerpo
emocional, para que no nos arrastre el deseo, y el cuerpo mental sea nuestro
instrumento y no nuestro amo, entonces conoceremos el verdadero significado de
la meditación.
Cuando el hombre, por la meditación, ha
establecido contacto con su grupo al cual pertenece, y es cada vez más
consciente del grupo, entonces se halla en la etapa en que puede recibir una
serie de iniciaciones, según se las denomina, que son simplemente expansiones
de conciencia obtenidas con la ayuda de Quienes alcanzaron la meta, están
identificados con el grupo y son parte consciente del cuerpo del Hombre
celestial. Con la asistencia de estos Seres y su participación, el hombre
despertará gradualmente al conocimiento que Ellos poseen.
Existe gran interés sobre el tema de la
iniciación y se ha destacado mucho, quizá demasiado, su aspecto ceremonial.
Conviene recordar que cada gran desenvolvimiento de la conciencia es una
iniciación, y cada paso adelante en el camino de la percepción es también una
iniciación. Cuando el átomo de sustancia entró a constituir parte de una forma,
fue una iniciación para el átomo, conoció otro tipo de fuerza y se extendió su
campo de contacto. Cuando la conciencia de los reinos vegetal y animal se
fusionó y pasó del reino inferior al superior, constituyó una iniciación;
cuando la conciencia del animal se expandió hacia la conciencia del hombre,
tuvo lugar una iniciación aún mayor. Se entra en los cuatro reinos a través de
una iniciación o expansión de conciencia. La familia humana tiene ante sí un
quinto reino o espiritual, en el cual se ingresa mediante cierta iniciación,
según se infiere de la lectura de El Nuevo Testamento. En todos estos casos la
iniciación se logró con la ayuda de Quienes tienen conocimiento. De manera que
en el esquema evolutivo no hay grandes separaciones entre un reino y otro, un
estado de percepción y otro, sino un desarrollo gradual de conciencia, donde
cada uno de nosotros desempeñamos y desempeñaremos nuestra parte. Si recordamos
la universalidad de la iniciación, obtendremos un proporcionado punto de vista.
Cada vez que somos más conscientes de nuestro medio ambiente y aumenta nuestro
contenido mental, es una iniciación en pequeña escala. Cada vez que nuestro
horizonte se dilata y pensamos y vemos con más amplitud, es una iniciación. En
esto reside el valor de la vida y la magnitud de nuestra oportunidad.
Aquí deseo señalar que toda iniciación debe
ser autoiniciada. Esa etapa final, donde recibimos ayuda definida de fuentes
externas, no se debe a que los Grandes Seres ansían ayudarnos, llegar a
nosotros y tratar de elevarnos; llega porque hemos realizado el trabajo
necesario y nada puede evitar recibirla, pues nos corresponde por derecho.
Quienes llegaron a la perfección, pueden y quieren ayudar, pero Sus manos están
atadas si no hemos desempeñado nuestra parte en la tarea. Por lo tanto, nada de
lo hecho se pierde para acrecentar nuestra utilidad en el mundo, mejorar
nuestros cuerpos, adquirir dominio propio y equipar el cuerpo mental. Este
ingreso en el cúmulo total traerá algún día una gran revelación; cada hora y
cada día el esfuerzo acrecentará la oleada de energía que llevará al portal de
la iniciación. El significado de iniciación es "entrar en". Simplemente
significa que iniciado es quien ha dado los primeros pasos hacia el reino
espiritual y ha recibido la primera serie de revelaciones espirituales, cada
una de las cuales es la clave de una revelación mayor.
(*) Este artículo fue publicado en fecha 15/03/2015 en el blog "En Compañía del Alma"
(SIGUIENTE ARTÍCULO)
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