Este artículo es la continuación de El Dolor y el Sufrimiento (XXXVI)
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Como en otras ocasiones, para
realizar este estudio he intentado hacer una recopilación exhaustiva de
extractos de todos los libros del Maestro y de Alice A. Bailey (25) que
tratan sobre estos temas, aunque dada la extensión de toda la obra del
Tibetano, podría ser que faltase algún fragmento.
Cada fragmento viene precedido por el título del libro,
capítulo y/o sección de donde procede el texto, por si se desea ampliar la
información mas allá de lo relacionado estrictamente con el tema.
Las
conclusiones (cuando las haya) son
personales, por tanto, como tales no tiene porque estarse de acuerdo con
las mismas. Son reflexiones e interpretaciones propias de los extractos
del Tibetano.
En
la última entrada que se publique sobre el tema, si lo deseáis, podréis
descargaros la recopilación completa en un documento en formato pdf.
Espero que la lectura de estos artículos (que iré publicando
progresivamente al ser demasiado extensa toda la recopilación) pueda seros de utilidad.
Dani
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Tratado de los Siete Rayos. Vol. 4 - Curación Esotérica (1953)
(CONTINUACIÓN)
“Las Inoculaciones.
¿Qué concepto se tiene o qué valor se le da a la inoculación o
vacunación, desde el punto de vista ocultista o esotérico?” Esta pregunta se
halla a menudo en la mente de los curadores cuando formulan otro interrogante,
verdadero fundamento de su interés. “¿Afecta a los cuerpos sutiles? ¿Cómo?”.
La inoculación no tiene ningún objeto ni valor oculto, como no lo tiene
el hecho de dar una inyección hipodérmica. Todo el asunto concerniente a los
sueros e inoculaciones han sido excesivamente acentuados por los denominados
estudiantes de ocultismo. Actualmente [i326] el cuerpo humano es el receptor de
una cantidad tan enorme de sustancia, precipitada desde afuera al interior del
cuerpo, que el tema, no obstante ser de mayor importancia, es al mismo tiempo
de menor importancia de lo que los hombres creen. Ésta es la paradoja que les
presento. La ingestión de alimento erróneo de todo tipo, la inhalación de humo
durante siglos, la respiración [e241] de aire contaminado, la ingestión de
medicinas, píldoras y tabletas de toda descripción, el saqueo de los reinos
vegetal y mineral en la búsqueda de sus ingredientes, la inyección de
sustancias minerales, de drogas y sueros, causa a veces admiración el
maravilloso poder asimilador que posee la estructura humana.
Sin embargo, para ser justo, quisiera recordarles, en lo que concierne
al bienestar físico del hombre, esos métodos y técnicas occidentales han dado
por resultado una raza más saludable que la oriental, han prolongado
definidamente la vida humana y eliminado innumerables y penosos flagelos
físicos que exigían su tributo al hombre. Esto, como oriental, lo admito. He
descrito la situación con el fin de ampliar vuestro punto de vista, comenzando
de lo específico al todo.
Referente a la enfermedad y a la inoculación, recordaré que existen
tres grupos de enfermedades que no son peculiares al hombre, pero sí nativas
del planeta.
Dichas enfermedades se dividen en tipos totalmente diferentes en todos
los reinos de la naturaleza, y estos tres tipos o grupos de enfermedades son:
1. El cuantioso grupo de enfermedades cancerosas.
2. El grupo de enfermedades sifilíticas.
3. La tuberculosis.
La mayoría de las objeciones que presentan los médicos con tendencias
ocultistas están basadas inconscientemente en el sentimiento de que deberían
existir métodos superiores que controlen las enfermedades del hombre, en vez de
inyectar en el cuerpo humano sustancias extraídas de los cuerpos animales, lo
cual ciertamente es exacto y algún día será comprobado. Otra reacción de su
parte es de sensible desagrado, aún no reconocido ampliamente. Otra objeción
más vital estaría basada en el sufrimiento producido a los animales que proveen
vacunas y otras sustancias.
El efecto en los cuerpos internos es prácticamente nulo, y mucho menor
que las mismas enfermedades. He aquí un interrogante muy interesante para el
futuro. ¿En qué medida las condiciones enfermizas del cuerpo humano pueden
alcanzar y afectar los cuerpos internos, desde el ángulo estructural? No tengo
la intención de responder a esta pregunta. La medicina moderna controla las
enfermedades, principalmente de tres modos: por medio de la ciencia sanitaria,
de la medicina preventiva y de la inoculación. Éstas son las analogías
inferiores de los métodos empleados en la actividad emanada del plano astral,
de los niveles etéricos y de la tierra misma.
La ciencia de la sanidad, el uso del agua y el creciente conocimiento
de la hidroterapia son la precipitación sobre la tierra, de ciertas actividades
internas del plano astral, de naturaleza muy definida. Desde el ángulo del
aspirante, a estos métodos se los denomina de purificación.
La ciencia de la prevención (de las enfermedades y de la muerte) es la
precipitación sobre la tierra de ciertos procedimientos en el plano etérico,
por los cuales son empleadas correctamente las fuerzas y controlados ciertos
agentes destructores, evitando que sigan su marcha destructora.
La ciencia de la inoculación es puramente física en su origen y
concierne únicamente al cuerpo animal. Esta ciencia será en breve reemplazada
por una técnica superior, pero aún no ha llegado el momento.” (379)
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“La humanidad es una y la misma en todo el mundo, y ambos cuerpos,
oriental u occidental, están predispuestos a las mismas enfermedades y
manifiestan los mismos síntomas; todos sufren de tuberculosis, de cáncer y
muchas taras sexuales; todos mueren frecuentemente por neumonía e influenza.
Mediante la sanidad y otros métodos curativos, llevados a cabo en gran escala,
antiguas enfermedades (heredadas de los atlantes), tales como la peste bubónica
y el cólera, van siendo lentamente extirpadas. Todavía brotan en Oriente,
debido al vigor de las antiguas civilizaciones, a la carencia de alimentos y
sanidad y a la densa población. Hay también enfermedades climáticas, que
desaparecen por el aire frío de los hemisferios polares. Ciertas enfermedades
son el resultado de erróneos regímenes alimenticios, empleados durante
innumerables siglos.
Una de las principales razones de la aparente diferencia (si existe)
debe atribuirse a la mayor antigüedad de las razas orientales. Las enfermedades
de la vejez, de la madurez y de la juventud tienen sus variaciones, y Asia y
sus pueblos son muy, pero muy antiguos. Las reservas del cuerpo se van agotando
rápidamente. Sin embargo, los japoneses no manifiestan signos de esa vejez. La
India es mucho más vieja que Europa, pero la estirpe de chinos y japoneses es
más antigua aún; no obstante no demuestran los signos de una senil vejez. La
razón de ello reside en los distintos tipos de cuerpo emocional de los arios y
atlantes. Toda esta cuestión es extremadamente difícil.” (380)
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“Los problemas de la melancolía son difíciles de encasillar debido a
una amplia variedad de causas. Las enumeraré aquí y quizás alguna vez podrán
ser de utilidad:
…/…
6. Una sintonización, mediante la supersensibilidad, con el sufrimiento
y el dolor masivo del mundo. Esto puede afectar temporariamente a los
discípulos.
…/…
8. A veces una persona se sintoniza con un
estado de melancolía masiva, como el que se reproduce en los sanatorios o
asilos. La condición no tiene nada que ver con el sujeto, pero por ser
sensible, se identifica con quienes sufren de melancolía aguda.
…/…
Una persona puede sufrir debido a la combinación de tales causas…”
(381)
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“El Sufrimiento.
El sufrimiento, en última instancia, sólo es posible cuando el alma
está identificada con el cuerpo, o más bien cuando el aspecto espiritual del
alma (en el cuerpo) está identificado con el alma animal que anima y vitaliza
la forma y constituye su vida temporaria. Durante la inconsciencia, el alma
animal es consciente del dolor y el sufrimiento, y esto lo conocen muy bien
quienes cuidan y vigilan; pero no existe verdadero dolor ni angustia, cuando el
hombre real, el alma espiritual, ha sido expulsado por el excesivo dolor (como
en la verdadera inconsciencia) o por los narcóticos.
El sufrimiento del alma, cuando la personalidad se desvía, es sólo una
frase simbólica. No existe verdadero dolor ni sufrimiento, y con frecuencia
ningún conocimiento de lo que está sucediendo, porque la vibración no es
suficientemente elevada como para penetrar en ese plano superior donde mora el
alma. No obstante, cuando existe tal conocimiento, el alma experimenta, si
puedo expresarlo así, el sentimiento de que ha perdido la oportunidad y, en
consecuencia, un sentido de frustración, pero no pasa de esto, porque la
paciencia del alma así como la de la Jerarquía, son ilimitadas. Si hablamos
simbólicamente y decimos que el alma sufre, no debe ser interpretado en
términos comunes.
El sufrimiento de Cristo o el del Logos planetario o el de Dios Mismo,
no puede ser comprendido en términos de reacción de la personalidad. Empleamos
esas palabras pero, realmente, significan “identificación desapegada y
aislada”. ¿Esto significa algo? Identificación errónea es causa de dolor y
conduce al sufrimiento, angustia y a diversos efectos. La identificación
correcta conduce a entender y comprender las actitudes psicológicas del que
sufre, pero no el verdadero dolor o la angustia, como normalmente lo
comprendemos.” (382)
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“He sugerido ya que todo el tópico del karma aún no es comprendido
perfectamente. Existe una gran Ley de Causa y Efecto, pero hay un particular
aspecto que nunca ha sido acentuado, y el conocimiento de la humanidad sobre el
tema del karma es muy elemental. El karma ha sido siempre interpretado como
desastre, consecuencias dolorosas, error y castigo, acontecimientos funestos
para el individuo y el grupo. Sin embargo tal es la belleza de la naturaleza
humana, y gran parte de lo que se realiza es de cualidad tan refinada y
altruista y tan felizmente orientado, que frecuentemente el mal es neutralizado
por el bien. En todas partes hay, aunque no se crea, abundancia de buen karma,
de igual potencia (de acuerdo a la misma ley) que el malo. Esto raras veces se
menciona. El buen karma pone en actividad fuerzas que pueden actuar como
energías curadoras en cualquier caso específico. El curador siempre puede
disponer de esas energías, para el bien, porque las ha ganado y son operantes.
…” (383)
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“Referente a la prolongación de la vida, lograda en el último siglo de
realizaciones científicas, quisiera señalar que las verdaderas técnicas y
posibilidades de la organizada acción del alma son siempre parodiadas y
falsamente demostradas en el plano físico por las primeras actividades
científicas, que tienen un correcto móvil pero sólo son un símbolo, en la
esfera externa de la vida, de la verdadera y por lo común futura actividad del
alma. El lapso de vida oportunamente será corto o largo, según la voluntad de
las almas que sirven conscientemente y emplean el mecanismo del cuerpo como
instrumento para servir al Plan. En la actualidad, con frecuencia, se mantiene
la vida en la forma -tanto en la vejez como en la infancia- que bien podría
liberarse. No cumplen ningún propósito útil y causan mucho dolor y sufrimiento
a formas que la naturaleza (si se la dejara actuar) no las utilizaría y las
extinguiría. Observen esta última palabra. Debido al excesivo énfasis puesto
sobre el valor dado a la vida de la forma, al temor universal que se tiene a la
muerte -esta gran transición que todos debemos enfrentar- y a nuestra
incertidumbre acerca de la realidad de la inmortalidad y debido a nuestro
profundo apego a la forma, detenemos el proceso natural y nos aferramos a la
vida, la cual lucha por liberarse, conformada en cuerpos muy inadaptados para
los propósitos del alma. No me interpreten mal. No tengo la intención de decir
nada que pueda constituir un aliciente para el suicidio. Pero sí digo, y lo
hago con énfasis, que la Ley del Karma frecuentemente queda en suspenso cuando
las formas se mantienen en expresión coherente, las cuales debían haber sido
descartadas, pues no sirven a ningún propósito útil. …” (384)
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“…Llamaré la atención sobre el hecho de que el éxito en la curación no
siempre podrá significar liberación de la enfermedad ni la curación física del
paciente. Simplemente podrá significar para el individuo, si ha tenido éxito
físicamente, la postergación del plan del alma. El éxito podrá significar la
corrección de erróneas actitudes internas, equívocas corrientes de pensamiento
y al mismo tiempo dejar al cuerpo físico tal como estaba. Ello podría
significar que el paciente (por la paciencia y la sabia enseñanza) se pone en
armonía con su alma y obtiene la consiguiente reorientación de la vida hacia
las eternas verdades, lo cual podría consistir en la preparación adecuada para
ese gran acontecimiento que llamamos muerte, trayendo así alivio al dolor.”
(385)
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“…cualquier miembro del grupo, que como individuo esté libre de las
debilidades de la personalidad y de tales actitudes, conoce no obstante (y
gozosamente reconoce) que participa de la cualidad grupal, como miembro del
grupo. Ésta es una de las dificultades incidentales al trabajo grupal.
Participar, sin embargo estar libre de flaquezas; reconocer que las
realizaciones o fracasos de cada miembro del grupo son asuntos privados;
compartir y sin embargo no dejarse dominar por los poderosos pensamientos e
ideas de los miembros más fuertes del grupo, constituye siempre un problema.
Señalo esto porque en la era venidera, donde el trabajo grupal será
desarrollado grandemente, será de valor comprender las situaciones y problemas
grupales y luego llevar adelante el trabajo grupal con quienes les corresponde
trabajar. Entonces, debido a las experiencias pasadas, serán mejores y más
inteligentes, y se fusionarán, como un grupo, por las limitaciones y
sufrimientos compartidos y por la habilidad adquirida en los fracasos
correctamente enfrentados.” (386)
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“El proceso, por parte de quien vigila, debería ser lo menos mental
posible. Todo lo que se requiere y lo único posible, en la actualidad, es
simplemente llevar al moribundo hacia una corriente de amor cada vez más
profunda. Mediante el poder de la imaginación creadora, y no a través de
conceptos intelectuales (no importa cuán elevados sean), el moribundo debe ser
ayudado para descartar las vestiduras externas, con las cuales ha sido
revestido y con las que ha luchado toda su vida. Esto involucra un acto de
total autoolvido, lo cual muy pocos son capaces de lograr. Muchas personas son
embargadas por el temor, o por el fuerte deseo de retener a la persona amada, o
son desviadas de su objetivo por las actividades involucradas en el alivio del
dolor y el amortiguamiento de la agonía; también están desanimadas por su
profunda ignorancia sobre la “técnica de morir”, cuando enfrentan la
emergencia. Son incapaces de ver lo que está más allá de los portales de la
muerte, y se sumergen en una incertidumbre mental que forma parte de la gran
ilusión. No existe, como sabemos, una técnica segura en este proceso de morir.
Todo es incertidumbre y perplejidad. Pero ello terminará pronto y el hombre
conocerá y también verá.” (387)
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“Respecto a quienes han penetrado en la luz, que ustedes desean ayudar,
síganlos con su amor, recordando que son las mismas personas sin la mortaja
limitadora del cuerpo. Sírvanlos, pero no pretendan que ellos sirvan la
necesidad que ustedes sienten de ellos. Vayan hacia ellos, pero no traten de
hacerlos volver a ustedes.
La vida en el plano físico es el purgatorio, y la experiencia de la
vida constituye una escuela de drástica disciplina. No temamos a la muerte ni
lo que está más allá. El inteligente discípulo trabaja en el campo de servicio,
pero mira adelante constantemente hacia el alborear de la “clara y fría luz”
donde algún día él entrará y así dará fin momentáneamente al capítulo de la
fiebre y la fricción y el dolor de la existencia terrenal. Pero existen otras
fases, en la experiencia de la vida, donde el servidor enfrenta hoy en el mundo
el sentido de futilidad y frustración.” (388)
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“En amplia medida, el complejo de inferioridad que afecta hoy a tantas
personas, se debe a la forma de reaccionar a las afluyentes influencias
espirituales. Saben que son superiores a lo que realizan; se dan cuenta
inconsciente y silenciosamente de su divinidad, pero las circunstancias
limitadoras y los impedimentos de la naturaleza corpórea son demasiado grandes
para la correcta respuesta a la oportunidad y a la realidad. Busquen a esas
almas y ayúdenlas con verdadera comprensión, apreciación y colaboración,
disipando así la ilusión de la no realización, que acecha sus pasos.
Sin embargo, el exhibicionismo y las alucinaciones neurasténicas deben
ser curados principalmente por el autoesfuerzo individual, la
descentralización, el altruismo y la trasferencia de intereses. Las tendencias
neurasténicas están propensas a acrecentarse durante algún tiempo en vez de
disminuir, pues tal es la tensión bajo la cual el hombre trabaja actualmente.
Las condiciones mundiales lo obligan hoy a buscar caminos de escape y volver al
poder curador de su propia imaginación creadora. La liberación viene por la
aceptación del drama que sufre la totalidad y no la parte, y a través de la
constante dedicación al trabajo creador en el plano físico.” (389)
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“Los científicos han hecho declaraciones de que el aire que respiramos
contiene partículas electrificadas con cargas positivas y negativas; que son
capaces de producir artificialmente aire electrificado; que hasta una llama
abierta en una chimenea ioniza el aire; que con un aparato apropiado se pueden
extraer iones negativos o positivos, y que los pacientes expuestos a iones
electrificados positivamente, tienen sensaciones de fatiga, vértigos y dolor de
cabeza, mientras que los expuestos a iones cargados negativamente, experimentan
una sensación de alegría; que iones positivos aumentan la presión sanguínea y
producen un malestar general y los negativos disminuyen la presión y crean una
sensación de bienestar y relajación.” (390)
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(379) PRIMERA PARTE. Las Causas Fundamentales de las Enfermedades. Capítulo
Cuarto. Respuestas a Algunas Preguntas. Ley IX. Regla Seis. Las Inoculaciones. (pág.
240)
(380) PRIMERA PARTE. Las Causas Fundamentales de las Enfermedades. Capítulo
Cuarto. Respuestas a Algunas Preguntas. Ley IX. Regla Seis. Los Cuerpos
Oriental y Occidental. (pág. 245)
(381) PRIMERA PARTE. Las Causas Fundamentales de las Enfermedades. Capítulo
Cuarto. Respuestas a Algunas Preguntas. Ley IX. Regla Seis. Los Problemas de la
Melancolía. (pág. 252)
(382) PRIMERA PARTE. Las Causas Fundamentales de las Enfermedades. Capítulo
Cuarto. Respuestas a Algunas Preguntas. Ley IX. Regla Seis. El Sufrimiento. (pág.
257)
(383) PRIMERA PARTE. Las Causas Fundamentales de las Enfermedades. Capítulo
Cuarto. Respuestas a Algunas Preguntas. Ley IX. Regla Seis. El Karma. (pág. 259)
(384) PRIMERA PARTE. Las Causas Fundamentales de las Enfermedades. Capítulo
Cuarto. Respuestas a Algunas Preguntas. Ley IX. Regla Seis. El Karma. (pág. 260)
(385) PRIMERA PARTE. Las Causas Fundamentales de las Enfermedades. Capítulo
Cuarto. Respuestas a Algunas Preguntas. Ley IX. Regla Seis. El Karma. (pág. 261)
(386) PRIMERA PARTE. Las Causas Fundamentales de las Enfermedades. Capítulo
Cuarto. Respuestas a Algunas Preguntas. Ley IX. Regla Seis. La Energía
Curadora. (pág. 265)
(387) PRIMERA PARTE. Las Causas Fundamentales de las Enfermedades. Capítulo
Cuarto. Respuestas a Algunas Preguntas. Ley IX. Regla Seis. El Sentido de
Futilidad. (pág. 270)
(388) PRIMERA PARTE. Las Causas Fundamentales de las Enfermedades. Capítulo
Cuarto. Respuestas a Algunas Preguntas. Ley IX. Regla Seis. El Sentido de
Futilidad. (pág. 270)
(389) PRIMERA PARTE. Las Causas Fundamentales de las Enfermedades. Capítulo
Cuarto. Respuestas a Algunas Preguntas. Ley IX. Regla Seis. El Sentido de
Futilidad. (pág. 272)
(390) PRIMERA PARTE. Las Causas Fundamentales de las Enfermedades. Capítulo
Cuarto. Respuestas a Algunas Preguntas. Ley IX. Regla Seis. Iones e
Irradiación. (pág. 273)
(CONTINUACIÓN)
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