martes, 9 de julio de 2019

EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO (XXXVII) - Tratado de los Siete Rayos. VOL. 4 - Curación Esotérica (IV)



Este artículo es la continuación de El Dolor y el Sufrimiento (XXXVI)

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Como en otras ocasiones, para realizar este estudio he intentado hacer una recopilación exhaustiva de extractos de todos los libros del Maestro y de Alice A. Bailey (25) que tratan sobre estos temas, aunque dada la extensión de toda la obra del Tibetano, podría ser que faltase algún fragmento.

Cada fragmento viene precedido por el título del libro, capítulo y/o sección de donde procede el texto, por si se desea ampliar la información mas allá de lo relacionado estrictamente con el tema.

Las conclusiones (cuando las haya) son personales, por tanto, como tales no tiene porque estarse de acuerdo con las mismas. Son reflexiones e interpretaciones propias de los extractos del Tibetano.

En la última entrada que se publique sobre el tema, si lo deseáis, podréis descargaros la recopilación completa en un documento en formato pdf.

Espero que la lectura de estos artículos (que iré publicando progresivamente al ser demasiado extensa toda la recopilación) pueda seros de utilidad.


Dani

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Tratado de los Siete Rayos. Vol. 4 - Curación Esotérica (1953)



“Las Inoculaciones.



¿Qué concepto se tiene o qué valor se le da a la inoculación o vacunación, desde el punto de vista ocultista o esotérico?” Esta pregunta se halla a menudo en la mente de los curadores cuando formulan otro interrogante, verdadero fundamento de su interés. “¿Afecta a los cuerpos sutiles? ¿Cómo?”.

La inoculación no tiene ningún objeto ni valor oculto, como no lo tiene el hecho de dar una inyección hipodérmica. Todo el asunto concerniente a los sueros e inoculaciones han sido excesivamente acentuados por los denominados estudiantes de ocultismo. Actualmente [i326] el cuerpo humano es el receptor de una cantidad tan enorme de sustancia, precipitada desde afuera al interior del cuerpo, que el tema, no obstante ser de mayor importancia, es al mismo tiempo de menor importancia de lo que los hombres creen. Ésta es la paradoja que les presento. La ingestión de alimento erróneo de todo tipo, la inhalación de humo durante siglos, la respiración [e241] de aire contaminado, la ingestión de medicinas, píldoras y tabletas de toda descripción, el saqueo de los reinos vegetal y mineral en la búsqueda de sus ingredientes, la inyección de sustancias minerales, de drogas y sueros, causa a veces admiración el maravilloso poder asimilador que posee la estructura humana.

Sin embargo, para ser justo, quisiera recordarles, en lo que concierne al bienestar físico del hombre, esos métodos y técnicas occidentales han dado por resultado una raza más saludable que la oriental, han prolongado definidamente la vida humana y eliminado innumerables y penosos flagelos físicos que exigían su tributo al hombre. Esto, como oriental, lo admito. He descrito la situación con el fin de ampliar vuestro punto de vista, comenzando de lo específico al todo.

Referente a la enfermedad y a la inoculación, recordaré que existen tres grupos de enfermedades que no son peculiares al hombre, pero sí nativas del planeta.

Dichas enfermedades se dividen en tipos totalmente diferentes en todos los reinos de la naturaleza, y estos tres tipos o grupos de enfermedades son:

1. El cuantioso grupo de enfermedades cancerosas.

2. El grupo de enfermedades sifilíticas.

3. La tuberculosis.

La mayoría de las objeciones que presentan los médicos con tendencias ocultistas están basadas inconscientemente en el sentimiento de que deberían existir métodos superiores que controlen las enfermedades del hombre, en vez de inyectar en el cuerpo humano sustancias extraídas de los cuerpos animales, lo cual ciertamente es exacto y algún día será comprobado. Otra reacción de su parte es de sensible desagrado, aún no reconocido ampliamente. Otra objeción más vital estaría basada en el sufrimiento producido a los animales que proveen vacunas y otras sustancias.

El efecto en los cuerpos internos es prácticamente nulo, y mucho menor que las mismas enfermedades. He aquí un interrogante muy interesante para el futuro. ¿En qué medida las condiciones enfermizas del cuerpo humano pueden alcanzar y afectar los cuerpos internos, desde el ángulo estructural? No tengo la intención de responder a esta pregunta. La medicina moderna controla las enfermedades, principalmente de tres modos: por medio de la ciencia sanitaria, de la medicina preventiva y de la inoculación. Éstas son las analogías inferiores de los métodos empleados en la actividad emanada del plano astral, de los niveles etéricos y de la tierra misma.

La ciencia de la sanidad, el uso del agua y el creciente conocimiento de la hidroterapia son la precipitación sobre la tierra, de ciertas actividades internas del plano astral, de naturaleza muy definida. Desde el ángulo del aspirante, a estos métodos se los denomina de purificación.

La ciencia de la prevención (de las enfermedades y de la muerte) es la precipitación sobre la tierra de ciertos procedimientos en el plano etérico, por los cuales son empleadas correctamente las fuerzas y controlados ciertos agentes destructores, evitando que sigan su marcha destructora.

La ciencia de la inoculación es puramente física en su origen y concierne únicamente al cuerpo animal. Esta ciencia será en breve reemplazada por una técnica superior, pero aún no ha llegado el momento.” (379)

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“La humanidad es una y la misma en todo el mundo, y ambos cuerpos, oriental u occidental, están predispuestos a las mismas enfermedades y manifiestan los mismos síntomas; todos sufren de tuberculosis, de cáncer y muchas taras sexuales; todos mueren frecuentemente por neumonía e influenza. Mediante la sanidad y otros métodos curativos, llevados a cabo en gran escala, antiguas enfermedades (heredadas de los atlantes), tales como la peste bubónica y el cólera, van siendo lentamente extirpadas. Todavía brotan en Oriente, debido al vigor de las antiguas civilizaciones, a la carencia de alimentos y sanidad y a la densa población. Hay también enfermedades climáticas, que desaparecen por el aire frío de los hemisferios polares. Ciertas enfermedades son el resultado de erróneos regímenes alimenticios, empleados durante innumerables siglos.

Una de las principales razones de la aparente diferencia (si existe) debe atribuirse a la mayor antigüedad de las razas orientales. Las enfermedades de la vejez, de la madurez y de la juventud tienen sus variaciones, y Asia y sus pueblos son muy, pero muy antiguos. Las reservas del cuerpo se van agotando rápidamente. Sin embargo, los japoneses no manifiestan signos de esa vejez. La India es mucho más vieja que Europa, pero la estirpe de chinos y japoneses es más antigua aún; no obstante no demuestran los signos de una senil vejez. La razón de ello reside en los distintos tipos de cuerpo emocional de los arios y atlantes. Toda esta cuestión es extremadamente difícil.” (380)

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“Los problemas de la melancolía son difíciles de encasillar debido a una amplia variedad de causas. Las enumeraré aquí y quizás alguna vez podrán ser de utilidad:

…/…

6. Una sintonización, mediante la supersensibilidad, con el sufrimiento y el dolor masivo del mundo. Esto puede afectar temporariamente a los discípulos.

…/…

8. A veces una persona se sintoniza con un estado de melancolía masiva, como el que se reproduce en los sanatorios o asilos. La condición no tiene nada que ver con el sujeto, pero por ser sensible, se identifica con quienes sufren de melancolía aguda.

…/…

Una persona puede sufrir debido a la combinación de tales causas…” (381)

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“El Sufrimiento.

El sufrimiento, en última instancia, sólo es posible cuando el alma está identificada con el cuerpo, o más bien cuando el aspecto espiritual del alma (en el cuerpo) está identificado con el alma animal que anima y vitaliza la forma y constituye su vida temporaria. Durante la inconsciencia, el alma animal es consciente del dolor y el sufrimiento, y esto lo conocen muy bien quienes cuidan y vigilan; pero no existe verdadero dolor ni angustia, cuando el hombre real, el alma espiritual, ha sido expulsado por el excesivo dolor (como en la verdadera inconsciencia) o por los narcóticos.

El sufrimiento del alma, cuando la personalidad se desvía, es sólo una frase simbólica. No existe verdadero dolor ni sufrimiento, y con frecuencia ningún conocimiento de lo que está sucediendo, porque la vibración no es suficientemente elevada como para penetrar en ese plano superior donde mora el alma. No obstante, cuando existe tal conocimiento, el alma experimenta, si puedo expresarlo así, el sentimiento de que ha perdido la oportunidad y, en consecuencia, un sentido de frustración, pero no pasa de esto, porque la paciencia del alma así como la de la Jerarquía, son ilimitadas. Si hablamos simbólicamente y decimos que el alma sufre, no debe ser interpretado en términos comunes.

El sufrimiento de Cristo o el del Logos planetario o el de Dios Mismo, no puede ser comprendido en términos de reacción de la personalidad. Empleamos esas palabras pero, realmente, significan “identificación desapegada y aislada”. ¿Esto significa algo? Identificación errónea es causa de dolor y conduce al sufrimiento, angustia y a diversos efectos. La identificación correcta conduce a entender y comprender las actitudes psicológicas del que sufre, pero no el verdadero dolor o la angustia, como normalmente lo comprendemos.” (382)

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“He sugerido ya que todo el tópico del karma aún no es comprendido perfectamente. Existe una gran Ley de Causa y Efecto, pero hay un particular aspecto que nunca ha sido acentuado, y el conocimiento de la humanidad sobre el tema del karma es muy elemental. El karma ha sido siempre interpretado como desastre, consecuencias dolorosas, error y castigo, acontecimientos funestos para el individuo y el grupo. Sin embargo tal es la belleza de la naturaleza humana, y gran parte de lo que se realiza es de cualidad tan refinada y altruista y tan felizmente orientado, que frecuentemente el mal es neutralizado por el bien. En todas partes hay, aunque no se crea, abundancia de buen karma, de igual potencia (de acuerdo a la misma ley) que el malo. Esto raras veces se menciona. El buen karma pone en actividad fuerzas que pueden actuar como energías curadoras en cualquier caso específico. El curador siempre puede disponer de esas energías, para el bien, porque las ha ganado y son operantes. …” (383)

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“Referente a la prolongación de la vida, lograda en el último siglo de realizaciones científicas, quisiera señalar que las verdaderas técnicas y posibilidades de la organizada acción del alma son siempre parodiadas y falsamente demostradas en el plano físico por las primeras actividades científicas, que tienen un correcto móvil pero sólo son un símbolo, en la esfera externa de la vida, de la verdadera y por lo común futura actividad del alma. El lapso de vida oportunamente será corto o largo, según la voluntad de las almas que sirven conscientemente y emplean el mecanismo del cuerpo como instrumento para servir al Plan. En la actualidad, con frecuencia, se mantiene la vida en la forma -tanto en la vejez como en la infancia- que bien podría liberarse. No cumplen ningún propósito útil y causan mucho dolor y sufrimiento a formas que la naturaleza (si se la dejara actuar) no las utilizaría y las extinguiría. Observen esta última palabra. Debido al excesivo énfasis puesto sobre el valor dado a la vida de la forma, al temor universal que se tiene a la muerte -esta gran transición que todos debemos enfrentar- y a nuestra incertidumbre acerca de la realidad de la inmortalidad y debido a nuestro profundo apego a la forma, detenemos el proceso natural y nos aferramos a la vida, la cual lucha por liberarse, conformada en cuerpos muy inadaptados para los propósitos del alma. No me interpreten mal. No tengo la intención de decir nada que pueda constituir un aliciente para el suicidio. Pero sí digo, y lo hago con énfasis, que la Ley del Karma frecuentemente queda en suspenso cuando las formas se mantienen en expresión coherente, las cuales debían haber sido descartadas, pues no sirven a ningún propósito útil. …” (384)

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“…Llamaré la atención sobre el hecho de que el éxito en la curación no siempre podrá significar liberación de la enfermedad ni la curación física del paciente. Simplemente podrá significar para el individuo, si ha tenido éxito físicamente, la postergación del plan del alma. El éxito podrá significar la corrección de erróneas actitudes internas, equívocas corrientes de pensamiento y al mismo tiempo dejar al cuerpo físico tal como estaba. Ello podría significar que el paciente (por la paciencia y la sabia enseñanza) se pone en armonía con su alma y obtiene la consiguiente reorientación de la vida hacia las eternas verdades, lo cual podría consistir en la preparación adecuada para ese gran acontecimiento que llamamos muerte, trayendo así alivio al dolor.” (385)

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“…cualquier miembro del grupo, que como individuo esté libre de las debilidades de la personalidad y de tales actitudes, conoce no obstante (y gozosamente reconoce) que participa de la cualidad grupal, como miembro del grupo. Ésta es una de las dificultades incidentales al trabajo grupal. Participar, sin embargo estar libre de flaquezas; reconocer que las realizaciones o fracasos de cada miembro del grupo son asuntos privados; compartir y sin embargo no dejarse dominar por los poderosos pensamientos e ideas de los miembros más fuertes del grupo, constituye siempre un problema. Señalo esto porque en la era venidera, donde el trabajo grupal será desarrollado grandemente, será de valor comprender las situaciones y problemas grupales y luego llevar adelante el trabajo grupal con quienes les corresponde trabajar. Entonces, debido a las experiencias pasadas, serán mejores y más inteligentes, y se fusionarán, como un grupo, por las limitaciones y sufrimientos compartidos y por la habilidad adquirida en los fracasos correctamente enfrentados.” (386)

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“El proceso, por parte de quien vigila, debería ser lo menos mental posible. Todo lo que se requiere y lo único posible, en la actualidad, es simplemente llevar al moribundo hacia una corriente de amor cada vez más profunda. Mediante el poder de la imaginación creadora, y no a través de conceptos intelectuales (no importa cuán elevados sean), el moribundo debe ser ayudado para descartar las vestiduras externas, con las cuales ha sido revestido y con las que ha luchado toda su vida. Esto involucra un acto de total autoolvido, lo cual muy pocos son capaces de lograr. Muchas personas son embargadas por el temor, o por el fuerte deseo de retener a la persona amada, o son desviadas de su objetivo por las actividades involucradas en el alivio del dolor y el amortiguamiento de la agonía; también están desanimadas por su profunda ignorancia sobre la “técnica de morir”, cuando enfrentan la emergencia. Son incapaces de ver lo que está más allá de los portales de la muerte, y se sumergen en una incertidumbre mental que forma parte de la gran ilusión. No existe, como sabemos, una técnica segura en este proceso de morir. Todo es incertidumbre y perplejidad. Pero ello terminará pronto y el hombre conocerá y también verá.” (387)

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“Respecto a quienes han penetrado en la luz, que ustedes desean ayudar, síganlos con su amor, recordando que son las mismas personas sin la mortaja limitadora del cuerpo. Sírvanlos, pero no pretendan que ellos sirvan la necesidad que ustedes sienten de ellos. Vayan hacia ellos, pero no traten de hacerlos volver a ustedes.

La vida en el plano físico es el purgatorio, y la experiencia de la vida constituye una escuela de drástica disciplina. No temamos a la muerte ni lo que está más allá. El inteligente discípulo trabaja en el campo de servicio, pero mira adelante constantemente hacia el alborear de la “clara y fría luz” donde algún día él entrará y así dará fin momentáneamente al capítulo de la fiebre y la fricción y el dolor de la existencia terrenal. Pero existen otras fases, en la experiencia de la vida, donde el servidor enfrenta hoy en el mundo el sentido de futilidad y frustración.” (388)

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“En amplia medida, el complejo de inferioridad que afecta hoy a tantas personas, se debe a la forma de reaccionar a las afluyentes influencias espirituales. Saben que son superiores a lo que realizan; se dan cuenta inconsciente y silenciosamente de su divinidad, pero las circunstancias limitadoras y los impedimentos de la naturaleza corpórea son demasiado grandes para la correcta respuesta a la oportunidad y a la realidad. Busquen a esas almas y ayúdenlas con verdadera comprensión, apreciación y colaboración, disipando así la ilusión de la no realización, que acecha sus pasos.

Sin embargo, el exhibicionismo y las alucinaciones neurasténicas deben ser curados principalmente por el autoesfuerzo individual, la descentralización, el altruismo y la trasferencia de intereses. Las tendencias neurasténicas están propensas a acrecentarse durante algún tiempo en vez de disminuir, pues tal es la tensión bajo la cual el hombre trabaja actualmente. Las condiciones mundiales lo obligan hoy a buscar caminos de escape y volver al poder curador de su propia imaginación creadora. La liberación viene por la aceptación del drama que sufre la totalidad y no la parte, y a través de la constante dedicación al trabajo creador en el plano físico.” (389)

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“Los científicos han hecho declaraciones de que el aire que respiramos contiene partículas electrificadas con cargas positivas y negativas; que son capaces de producir artificialmente aire electrificado; que hasta una llama abierta en una chimenea ioniza el aire; que con un aparato apropiado se pueden extraer iones negativos o positivos, y que los pacientes expuestos a iones electrificados positivamente, tienen sensaciones de fatiga, vértigos y dolor de cabeza, mientras que los expuestos a iones cargados negativamente, experimentan una sensación de alegría; que iones positivos aumentan la presión sanguínea y producen un malestar general y los negativos disminuyen la presión y crean una sensación de bienestar y relajación.” (390)

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(379) PRIMERA PARTE. Las Causas Fundamentales de las Enfermedades. Capítulo Cuarto. Respuestas a Algunas Preguntas. Ley IX. Regla Seis. Las Inoculaciones. (pág. 240)
(380) PRIMERA PARTE. Las Causas Fundamentales de las Enfermedades. Capítulo Cuarto. Respuestas a Algunas Preguntas. Ley IX. Regla Seis. Los Cuerpos Oriental y Occidental. (pág. 245)
(381) PRIMERA PARTE. Las Causas Fundamentales de las Enfermedades. Capítulo Cuarto. Respuestas a Algunas Preguntas. Ley IX. Regla Seis. Los Problemas de la Melancolía. (pág. 252)
(382) PRIMERA PARTE. Las Causas Fundamentales de las Enfermedades. Capítulo Cuarto. Respuestas a Algunas Preguntas. Ley IX. Regla Seis. El Sufrimiento. (pág. 257)
(383) PRIMERA PARTE. Las Causas Fundamentales de las Enfermedades. Capítulo Cuarto. Respuestas a Algunas Preguntas. Ley IX. Regla Seis. El Karma. (pág. 259)
(384) PRIMERA PARTE. Las Causas Fundamentales de las Enfermedades. Capítulo Cuarto. Respuestas a Algunas Preguntas. Ley IX. Regla Seis. El Karma. (pág. 260)
(385) PRIMERA PARTE. Las Causas Fundamentales de las Enfermedades. Capítulo Cuarto. Respuestas a Algunas Preguntas. Ley IX. Regla Seis. El Karma. (pág. 261)
(386) PRIMERA PARTE. Las Causas Fundamentales de las Enfermedades. Capítulo Cuarto. Respuestas a Algunas Preguntas. Ley IX. Regla Seis. La Energía Curadora. (pág. 265)
(387) PRIMERA PARTE. Las Causas Fundamentales de las Enfermedades. Capítulo Cuarto. Respuestas a Algunas Preguntas. Ley IX. Regla Seis. El Sentido de Futilidad. (pág. 270)
(388) PRIMERA PARTE. Las Causas Fundamentales de las Enfermedades. Capítulo Cuarto. Respuestas a Algunas Preguntas. Ley IX. Regla Seis. El Sentido de Futilidad. (pág. 270)
(389) PRIMERA PARTE. Las Causas Fundamentales de las Enfermedades. Capítulo Cuarto. Respuestas a Algunas Preguntas. Ley IX. Regla Seis. El Sentido de Futilidad. (pág. 272)
(390) PRIMERA PARTE. Las Causas Fundamentales de las Enfermedades. Capítulo Cuarto. Respuestas a Algunas Preguntas. Ley IX. Regla Seis. Iones e Irradiación. (pág. 273)


(CONTINUACIÓN)


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