sábado, 19 de mayo de 2018

EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO (IX) - Tratado sobre Magia Blanca - (3)


Este artículo es la continuación de El Dolor y el Sufrimiento (VIII)

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Como en otras ocasiones, para realizar este estudio he intentado hacer una recopilación exhaustiva de extractos de todos los libros del Maestro y de Alice A. Bailey (25) que tratan sobre estos temas, aunque dada la extensión de toda la obra del Tibetano, podría ser que faltase algún fragmento.

Cada fragmento viene precedido por el título del libro, capítulo y/o sección de donde procede el texto, por si se desea ampliar la información mas allá de lo relacionado estrictamente con el tema.

Las conclusiones (cuando las haya) son personales, por tanto, como tales no tiene porque estarse de acuerdo con las mismas. Son reflexiones e interpretaciones propias de los extractos del Tibetano.

En la última entrada que se publique sobre el tema, si lo deseáis, podréis descargaros la recopilación completa en un documento en formato pdf.

Espero que la lectura de estos artículos (que iré publicando progresivamente al ser demasiado extensa toda la recopilación) pueda seros de utilidad.


Dani

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TRATADO SOBRE MAGIA BLANCA (1934)

“El trabajo de los Adeptos atlantes fue impresionar en la conciencia del mundo la verdad de que Dios es Amor. Ésta es la expresión simbólica de la verdad, como lo es el empleo de la palabra Dios. El trabajo de los Adeptos arios consiste en plasmar en la conciencia del mundo, que Dios es Voluntad. Para que redunde en bien de la familia humana, trabajan con el intelecto a fin de controlarlo, subordinar otras formas a la mente y por medio de ella revelar al hombre la visión de lo que es y será. De esta manera el hombre se alinea con el centro coronario esotérico de la Vida una. En el reino animal, por el desarrollo de la sensibilidad y el paralelo desenvolvimiento por medio del dolor, se alinean esos tipos de formas con el centro cardíaco de la naturaleza. Esta frase imparte una verdad que no puede ser expresada con mayor claridad hasta que el hombre no sea más incluyente en su conciencia. Por medio del color en el reino vegetal, esas formas de manifestación divina son también puestas en contacto vibratorio con ese centro de fuerza en la naturaleza, análogo al centro laríngeo del hombre.” (91)

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“Cada centro o chakra, se compone de tres ruedas o remolinos concéntricos, que se entremezclan en el hombre espiritual que se halla en el sendero de probación; se mueven lentamente en una sola dirección, pero gradualmente aumentan su actividad a medida que se aproxima al portal del sendero de iniciación. En la iniciación, hace contacto con el centro del chakra (un punto de fuego latente), la rotación se intensifica y la actividad se hace cuatridimensional. Es difícil expresar estas ideas en palabras comprensibles para los no iniciados, pero el efecto podría describirse como un cambio de girar acompasado, a otro de radiación rutilante, una "rueda que gira sobre sí misma", según lo expresan las Antiguas Escrituras. De allí que por la purificación, el cumplimiento de las reglas y una aspiración que no admite obstáculos ni cesa ante el dolor, el aspirante ha hecho que palpiten y giren sus centros; sólo entonces, el Maestro puede conducirlo a la Presencia del Hierofante.” (92)

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“Para quienes luchan, perseveran y se esfuerzan, la alegría es múltiple cuando llega la materialización. El contraste causa alegría, pues conociendo el pasado de tinieblas, gozarán en la luz de la fructificación y poseerán la alegría del compañerismo experimentado y probado; los años habrán demostrado quiénes son los asociados elegidos, y en la comunidad del sufrimiento se fortalecerá el vínculo; la alegría de la paz después de la victoria será suya; para el cansado guerrero los frutos de la realización y el descanso son doblemente dulces; obtendrán la alegría de participar en el plan de los Maestros, y será correcto todo aquello que los asocie a Ellos más estrechamente; la alegría de haber ayudado a consolar a un mundo necesitado, de haber llevado luz a las almas ensombrecidas, de haber curado en alguna medida las llagas del sufrimiento del mundo, les pertenecerá, y tener conciencia de haber empleado bien los días y recibir la gratitud de las almas salvadas, trae la mayor de todas las alegrías -la que experimenta un Maestro cuando sabe que ha contribuido a elevar a un hermano un poco más en la escala de evolución. Esta alegría les aguarda a ustedes, y no está muy lejana. De manera que, no trabajen para la alegría, sino hacia ella; no por la recompensa, sino por la necesidad interna de ayudar; no por la gratitud, sino por el impulso que sobreviene al percibir la visión y comprender la parte que les corresponde desempeñar para traer esa visión a la tierra.” (93)

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“Parece una trivialidad y una paradoja ocultista decir que en medio de una profunda aflicción y desgracia de la personalidad, se puede conocer y sentir la alegría del alma. Sin embargo es así, y tal debe ser la meta del estudiante. Algunas personas son felices porque cierran los ojos a la verdad o están autohipnotizadas, ocultándose detrás de una coraza de ilusión. Pero el aspirante, por lo general, ha alcanzado la etapa en que sus ojos están bien abiertos; ha aprendido a ser veraz consigo mismo y no ha construido ninguna muralla que lo separe de sus semejantes. Está despierto y alerta; es sensible y frecuentemente sufre. Se pregunta por qué lo han abandonado, en lo que el mundo denomino felicidad y paz, y cuál será la consecuencia.” (94)

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“…Ofrendar todo lo que uno posee a los pies del Señor de la Vida para poder avanzar en el trabajo de salvación mundial, eliminar de la vida todos los obstáculos, dar todo lo que uno tiene, hasta el dolor de dar, reglamentar la propia vida sobre la base del renunciamiento, interrogándose a cada instante: ¿Qué renuncias debo hacer para poder ayudar más eficazmente?; eso y aún mucho, queda ante todos aquellos que oyen el llamado y responden a la necesidad y a la oportunidad.” (95)

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“…Para ti, aspirante en el camino de la vida, el camino de construcción consciente no es aún la meta. El trabajo de limpiar la atmósfera del pensamiento, cerrar para siempre las puertas al odio, al dolor, al temor, a los celos y a los bajos deseos, debe preceder al trabajo consciente de construcción (*). Cuida tu aura, oh caminante en el sendero.” (96)

(*) de Formas Mentales

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“Recordaremos ante todo que ningún aspirante está libre de faltas, no importa cuán sincero y devoto sea. Si lo estuviera, sería un adepto. Todos los aspirantes son aún egoístas, propensos al mal genio y a la irritabilidad, a momentos de depresión y a veces hasta sentir odio. Con frecuencia ese mal genio y odio puede ser despertado por lo que podríamos llamar causas justas. Injusticias por parte de otros, crueldad hacia seres humanos o animales, odio y depravación hacia los semejantes, hacen despertar en ellos las reacciones correspondientes, ocasionándoles mucho sufrimiento y demora. Una cosa hay que tener siempre en cuenta. Si un aspirante siente odio por un compañero, si demuestra mal genio y encuentra aversión y antagonismo, es porque no es totalmente inofensivo; hay en él todavía la simiente de las dificultades, pues es ley de la naturaleza recibir lo que damos y producir reacciones de acuerdo a nuestra actividad física, emocional o mental.” (97)

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“Actualmente existe una gran diferencia entre el método científico de traer una persona a la encarnación y la forma completamente ciega y frecuentemente atemorizada e ignorante con que la despedimos al salir de la encarnación. Trato hoy de mostrar a Occidente un método nuevo y más científico para dirigir el proceso de la muerte y permítanme dejar bien aclarado que lo que tengo que decir, de ninguna manera abroga a la ciencia médica moderna, con sus paliativos y pericia. Todo lo que alego es un acercamiento sensato a la muerte; sólo trato de sugerir que cuando el debido sufrimiento ha terminado y sobreviene el debilitamiento, se permita a la persona moribunda prepararse, aunque esté aparentemente inconsciente, para la gran transición. No olviden que requiere una fuerte y constante opresión sobre el sistema nervioso para producir dolor. ¿Les resulta imposible concebir el momento en que el acto de morir sea el triunfo final de la vida? ¿No pueden imaginarse que el tiempo transcurrido en el lecho de muerte será el preludio de un retiro consciente? ¿Pueden imaginarse el momento en que el hombre llegue a desprenderse del obstáculo de la envoltura física y sea para él y quienes lo rodean, la tan esperada y feliz consumación? ¿No pueden visualizar el momento en que en vez de lágrimas y temores, por no querer reconocer lo inevitable, la persona moribunda y sus amigos se pongan de acuerdo respecto a la hora, y sólo la felicidad caracterice el tránsito? ¿Que las mentes de los que quedan estén libres de ideas funestas, y los lechos de muerte sean considerados como ocasiones más felices que los nacimientos y casamientos? Les digo que dentro de poco tiempo esto será ciertamente así para los inteligentes de la raza, y poco a poco para todos.” (98)

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“Podría decirse que esta segunda categoría (*) incluye todas las existencias, pero la línea de demarcación entre la limitación autoproducida y la incomprendida adquisición de forma, se halla totalmente en el reino de la conciencia. Algunas vidas son prisioneras y lo saben. Otras lo son y no lo saben. La clave del sufrimiento reside precisamente en el reino de la mente. Dolor y agonía, rebeldía e impulso consciente hacia algo mejor y cambio de condiciones, sólo se encuentran donde está presente lo que llamamos individualidad, donde el complejo del "yo" controla y donde la entidad autoconsciente actúa. Existe, lógicamente, el equivalente del sufrimiento en los reinos inferiores al humano, pero entran en otra diferenciación. No están autorrelacionados. Las formas subhumanas de vida sufren y padecen malestar y están sujetas a los estertores de la muerte, pero carecen de memoria y previsión, y no poseen esa captación mental que les permite relacionar el pasado y el presente y anticipar el futuro. Están exentas de la agonía de la premonición. Todas sus reacciones, hacia lo que denominamos condiciones malignas, son tan diferentes de las de la humanidad, que es difícil captarlas. El Antiguo Comentario describe estos dos grupos en los siguientes términos:



"Los hijos de Dios que conocen, ven y oyen (y conociendo, saben que conocen), sufren el dolor de la limitación consciente. En las más íntimas profundidades del ser consciente, su perdido estado de libertad corroe como una gangrena. Dolor, enfermedad, pobreza y pérdida, son considerados como tal, y contra ellos todo hijo de Dios se subleva. Sabe dentro de sí mismo que, como él era antes de estar prisionero en la forma, no conocía el dolor. Enfermedad y muerte, corrupción y malestar no lo afectaban. Las riquezas del universo eran suyas, y desconocía las pérdidas.



"Las vidas que entran en la forma junto con las vidas autoconscientes, y las vidas de los devas que construyeron las formas habitadas por todos los Hijos de Dios, no conocen el dolor, las pérdidas o la pobreza. La forma se corrompe, las otras formas se retiran y falta lo necesario para nutrir y mantener fuerte lo externo. Pero faltando también la voluntad y la intención planeada, no se exasperan ni sienten rebelión alguna".



Sería apropiada aquí una palabra respecto al dolor, aunque nada tengo que comunicar de naturaleza abstracta respecto a la evolución de la jerarquía humana por medio del dolor. Los devas no sufren como la humanidad. Su grado rítmico es más constante, aunque está de acuerdo a la Ley. Aprenden por el trabajo de construcción y por la incorporación en la forma de eso que es construido. Crecen por la apreciación y el regocijo de las formas construidas y el trabajo efectuado. Los devas construyen y la humanidad destruye, y mediante el descontento el hombre aprende la destrucción de las formas. Así se logra el consentimiento en el trabajo de los grandes Constructores. El dolor es ese esfuerzo ascendente a través de la materia, que coloca al hombre a los Pies del Logos; dolor es seguir la línea de mayor resistencia y por ese medio llegar a la cima de la montaña; dolor es la destrucción de la forma y la obtención del fuego interno; dolor es el frío de la soledad que conduce al calor del sol central; dolor es arder en la hoguera a fin de conocer la frescura del agua de la vida; dolor es viajar al país lejano, que trae como resultado la bienvenida al hogar del Padre; dolor es la ilusión del desconocimiento del Padre, que conduce al hijo pródigo al corazón del Padre; dolor es la cruz de la pérdida completa, que trae de retorno las riquezas de la eterna generosidad; dolor es el látigo que hostiga al esforzado constructor para llevar la construcción del Templo a la completa perfección.


La utilidad del dolor es muy grande y conduce al alma humana de la oscuridad a la luz, de la esclavitud a la liberación y de la agonía a la paz. Esa paz, esa luz y esa liberación, más la ordenada armonía del cosmos, son para todos los hijos de los hombres.” (99)

(*) Aquellas vidas que están limitadas por la forma, porque no son autoconscientes, sino partes inconscientes que constituyen una forma más grande. Todavía no han evolucionado hasta el punto de ser entidades autoconscientes.

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“La crítica es una facultad de la mente inferior, por lo tanto tiende a dañar y herir, y ningún hombre puede proseguir en el camino mientras daña y causa dolor a sabiendas.” (100)

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“A medida que la vida alcanza una vibración acrecentadamente elevada mediante la purificación y la disciplina, el fuego del alma, que literalmente es el fuego de la mente, hace que los centros también acrecienten su vibración, y esta acrecentada actividad provoca un contacto con las protectoras "redes" o discos de energía pránica que están a cada lado. Así, mediante la interacción, se desgastan gradualmente, de modo que con el tiempo llegan a perforarse, si puedo utilizar un término tan inadecuado. Muchos aspirantes tienen la convicción de haber despertado el fuego kundalini en la base de la columna vertebral y que, por consiguiente, progresan rápidamente, mientras que lo único que han logrado es quemar o "hacer desaparecer por fricción" la red, en un punto de la columna vertebral. Una sensación de quemadura o de dolor en cualquier parte de la columna vertebral, cuando no se debe a causas fisiológicas en la mayoría de los casos, es producida por la perforación de una de las redes, mediante la actividad de los centros relacionados con ellas. Esto sucede muy frecuentemente en las mujeres en conexión con el centro plexo solar, y en los hombres en conexión con el centro sacro. Ambos centros -como resultado del desarrollo evolutivo- sumamente activos y altamente organizados, son la expresión de la naturaleza física creadora y del cuerpo emocional. Por lo tanto, una sensación de quemadura y dolor en la espalda indica generalmente indebida actividad de un centro, que produce resultados destructivos en el mecanismo protector, en vez de señalar superioridad o verdadero desarrollo espiritual. Podría indicar esto último, pero debería recordarse que donde hay verdadero progreso espiritual, el dolor y el peligro son prácticamente eliminados.” (101)

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“Por lo antedicho se evidencia que no puedo dar instrucciones específicas respecto al despertar de los centros, ni indicar cómo quemar la red etérica que libera la energía. Tal información es demasiado peligrosa y seductora para ponerla en manos del público en general, el cual está impulsado por el deseo de algo nuevo y carece del correcto equilibrio y del desarrollo mental necesario. Sin embargo, ha llegado el momento en que todo el mundo debe reconocer el hecho de que existe un cuerpo de energía subyacente en el sistema nervioso, que la naturaleza de los siete centros, su estructura y ubicación, debería ser comprendida técnicamente, y que las leyes de su desenvolvimiento deben ser ampliamente conocidas. Pero no puede darse nada más que esto. La naturaleza intrincada de esta ciencia de los centros es demasiado grande para ser de utilidad general. La enseñanza a impartirse en cualquier caso particular y los métodos a aplicarse, dependen de muchos factores para que puedan darse instrucciones y una regla general. Deben considerarse el rayo y el tipo, el sexo y el grado de evolución, y también el equilibrio de los centros. Con esto quiero significar que es necesario considerar el desarrollo excesivo en un caso y el escaso desarrollo en otro; si tienen preponderancia las fuerzas de abajo o de arriba del diafragma, o si la principal energía está concentrada en esa distribuidora central, el plexo solar. Deben ser estudiadas la cualidad y brillantez de la luz en la cabeza, porque indican la medida de control del alma, y deben ser cuidadosamente tratadas la relativa pureza de los vehículos y las diferentes "redes" etéricas, como también el grado de vibración de la red y del centro. Deberá establecerse una sincronización, y esto es muy difícil de realizar. Éstos son algunos puntos que el instructor debe observar y, por lo tanto, es evidente que sólo un instructor que haya logrado visión sintética y pueda ver a un hombre "en su totalidad", o como realmente es, podrá dar esas instrucciones que invierten el antiguo ritmo de los centros, destruyen sin dolor ni peligro las envolturas protectoras y elevan el fuego kundalini desde la base de la columna vertebral hasta la salida de la cabeza.” (102)

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“Su tarea es excesivamente difícil (*), más difícil que la del primer grupo (**), y más aún que la del último (***), porque carece todavía de ciertos poderes y experiencia necesaria. Su centro de conciencia es la intuición y no el intelecto sintetizador, y su estado de percepción es amplio e incluyente. Pueden sufrir más que la mayoría, pues la mayor parte de los que se encuentran en esta etapa son muy sensibles a su propio bienestar y responden demasiado a las vibraciones emanadas del aspecto forma en los tres mundos. Su estado de desapego no es todavía completo. Sirven de puente, por lo tanto soportan infinidad de problemas, y responden al dolor mundial. Ven demasiado, si puedo expresarlo así, pero aún no tienen el privilegio de visualizar con claridad la meta que se halla doscientos años adelante. Perciben la necesidad actual. Responden a la nueva corriente de fuerza espiritual que está afluyendo. Llevan el peso de la humanidad sobre sus hombros, y como están coordinados en cierta medida, viven simultáneamente en los tres mundos, aunque pocos pueden hacerlo. Perciben la urgencia de la oportunidad presente y también la apatía de la mayoría, y por esas razones trabajan bajo una enorme presión.” (103)

(*) La de los comunicadores telepáticos del Nuevo Grupo de Trabajadores del Mundo
(**) La de los Observadores Organizados del Nuevo Grupo de Trabajadores del Mundo
(***) La de los miembros de la Jerarquía

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“A quienes guían a la raza humana no les preocupa particularmente el éxito de las nuevas condiciones emergentes. Eso está definitivamente asegurado y no puede ser detenido el crecimiento de la comprensión humana y de la conciencia espiritual de la no separatividad. El problema está en saber qué medios emplear para lograr estos fines deseados, de tal manera que la naturaleza forma pueda ser excitada y preparada para manejar sus nuevas responsabilidades y tratar con los nuevos conocimientos, sin excesivos sufrimientos, penosas separaciones y horas de agonía, que atraen la atención, más que el progreso sutil y constante de la percepción divina. Cada vez que hay una tendencia a la síntesis y comprensión en el mundo; cada vez que lo inferior es fusionado con lo superior, y la unidad es mezclada con el todo; cada vez que los conceptos grandes y universales hacen su impacto sobre las mentes de las masas, hay un consiguiente desastre y cataclismo y una destrucción del aspecto forma y de lo que podría evitar que esos conceptos se convirtieran en realidades en el plano físico. Este, por lo tanto, es el problema de los trabajadores jerárquicos: cómo evitar el tan temido sufrimiento y conducir al hombre, mientras la oleada de realización espiritual invade al mundo y efectúa su necesario trabajo. De allí el presente llamado al servicio, emitido como una clarinada para el oído atento de todos los discípulos.



Este llamado al servicio halla generalmente una respuesta, pero una respuesta matizada por la personalidad del aspirante y por su orgullo y ambición. La necesidad es verdaderamente comprendida. El deseo de satisfacer esa necesidad es genuino y sincero; el anhelo de servir y elevarse es verdadero. El estudiante da los pasos necesarios que lo capacitarán para adaptarse al plan. Pero el inconveniente que debemos enfrentar forzosamente en el aspecto interno es que, aun no existiendo duda alguna respecto a la voluntad y deseo de servir, los caracteres y temperamentos son de tal índole, que se presentan dificultades casi insuperables. Por medio de estos aspirantes tenemos que hacer el trabajo, y con frecuencia el material que nos brindan da mucho que hacer.



Estas características latentes, a menudo no aparecen hasta después de haber emprendido el servicio. Los guías observadores pueden sospechar su existencia, pero ni aun ellos tienen el derecho de negar la oportunidad. Cuando tardan en aparecer, lo trágico es que otros sufren además del aspirante. A medida que el elemento humano se hace sentir y se desprende de la niebla del idealismo, de los hermosos planes y del demasiado hablar y reajustar, muchos son atraídos por el idealismo sincronizado que se congrega en torno al servidor. Cuando aparecen sus ocultas debilidades, esta gran mayoría sufre conjuntamente con él. El método de los Grandes Seres, de buscar a quienes se han entrenado en cierta medida para responder sensiblemente y trabajar por medio de ellos, trae consigo ciertos peligros. El aspirante común, bien intencionado, no se halla tan en peligro como el dis-cípulo más avanzado y activo.” (104)

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(91) Regla Diez. La Construcción de Formas Mentales. La Era Presente y el Futuro (pág. 262)

(92) Regla Diez. La Construcción de Formas Mentales. La Era Presente y el Futuro (pág. 264)

(93) Regla Diez. La Construcción de Formas Mentales. La Era Presente y el Futuro (pág. 268)

(94) Regla Diez. La Construcción de Formas Mentales. La Era Presente y el Futuro (pág. 270)

(95) Regla Diez. La Construcción de Formas Mentales. El Nuevo Grupo de Trabajadores del Mundo (pág. 312)

(96) Regla Once. Análisis de las Tres Fases (pág. 343)

(97) Regla Once. Análisis de las Tres Fases. La Liberación de Nuestras Formas Mentales (pág. 350)

(98) Regla Once. Análisis de las Tres Fases. La Liberación de la Muerte (pág. 362)

(99) Regla Doce. Los Intervalos y los Ciclos. Los Prisioneros del Planeta (pág. 384 y 385)

(99) Regla Doce. Los Intervalos y los Ciclos. Los Prisioneros del Planeta (pág. 384 y 385)

(100) Regla Trece. Los Cuaternarios que Deben Ser Reconocidos. La Precipitación de Formas Mentales (pág. 404)

(101) Regla Cartorce. Los Centros y el Prana. El Despertar de los Centros (pág. 425)

(102) Regla Cartorce. Los Centros y el Prana. El Despertar de los Centros (pág. 427)

(103) Regla Quince. El Sentido Esotérico (pág. 434)

(104) Regla Quince. El Sentido Esotérico. Un Llamado al Servicio (pág. 444 y 445)

(CONTINUACIÓN)
 

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