jueves, 19 de julio de 2018

EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO (XIV) - La Reaparición de Cristo


Este artículo es la continuación de El Dolor y el Sufrimiento (XIII)

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Como en otras ocasiones, para realizar este estudio he intentado hacer una recopilación exhaustiva de extractos de todos los libros del Maestro y de Alice A. Bailey (25) que tratan sobre estos temas, aunque dada la extensión de toda la obra del Tibetano, podría ser que faltase algún fragmento.

Cada fragmento viene precedido por el título del libro, capítulo y/o sección de donde procede el texto, por si se desea ampliar la información mas allá de lo relacionado estrictamente con el tema.

Las conclusiones (cuando las haya) son personales, por tanto, como tales no tiene porque estarse de acuerdo con las mismas. Son reflexiones e interpretaciones propias de los extractos del Tibetano.

En la última entrada que se publique sobre el tema, si lo deseáis, podréis descargaros la recopilación completa en un documento en formato pdf.

Espero que la lectura de estos artículos (que iré publicando progresivamente al ser demasiado extensa toda la recopilación) pueda seros de utilidad.


Dani

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LA REAPARICIÓN DE CRISTO (1948)



“Las distintas y excepcionales condiciones que Cristo enfrentó durante los años de guerra lo forzaron a decidir la aceleración de Su venida, en vista de la necesidad humana. El estado infausto del mundo como resultado de la guerra mundial y de siglos de egoísmo, la sensibilidad excepcional que los hombres demostraron en todas partes (como resultado del proceso evolutivo), la inusitada difusión del conocimiento respecto a la Jerarquía espiritual y el singular desarrollo de la conciencia grupal que se manifiesta en todas partes mediante incontables conferencias, enfrentó al Cristo con su oportunidad excepcional y le impuso una decisión que no pudo evitar.



Podemos decir con toda reverencia que en esta "oportunidad" del Cristo, estaban involucrados dos factores difíciles de comprender por el hombre. Debemos reconocer el hecho de la sincronización de Su voluntad con la del padre, lo cual condujo a una decisión fundamental. No es fácil para el cristiano común comprender que el Cristo pasa constante y acrecentadamente por grandes experiencias, y que en Su divina experiencia no existe nada estático ni permanente, excepto Su inalterable amor por la humanidad.



Un profundo estudio del Evangelio, sin las limitaciones de las interpretaciones ortodoxas, revelaría muchas cosas. Las interpretaciones corrientes, si fueran reconocidas en su verdadero significado, consisten sencillamente en lo que alguien comprendió de una serie de palabras arameas, griegas o latinas. El hecho de que la mayoría de los comentaristas aceptados vivieran hace muchos siglos, han dado a dichas palabras un valor totalmente injustificable. Las palabras de un comentarista o intérprete, evidentemente no tienen hoy valor alguno, en comparación con los de la antigüedad; sin embargo el comentarista moderno es probablemente más inteligente y está mejor instruido y posee también la ventaja de que hay muchas traducciones aceptadas y una ciencia exacta. Teológicamente estamos sufriendo la ignorancia del pasado; lo inusitado es que un comentarista antiguo tenga más autoridad que uno moderno, culto e inteligente. Si El Nuevo Testamento es veraz en la presentación y en la repetición de las palabras del Cristo, de que podemos hacer “cosas más grandes" de las que Él hizo, y si es verdad que dijo: "Sed perfectos como vuestro Padre en los cielos es perfecto”, ¿qué error hay en reconocer la capacidad de estar a la par de la mente del Cristo y saber lo que Él quiere que sepamos? También dijo que "si un hombre hiciere la voluntad de Dios, conocerá"; así fue como el Cristo mismo aprendió y Él nos asegura que con ese método tendremos éxito.” (160)



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“3. Entonces, en el Huerto de Getsemaní, exclamó: "Padre, no mi voluntad sino la Tuya sea hecha", indicando con ello que comprendía el destino divino. El significado de estas palabras no implica (como a menudo lo afirman los teólogos cristianos) aceptar el sufrimiento de un futuro infortunado y la muerte. Es la exclamación evocada por Su verdadera comprensión de las implicaciones universales de Su misión y el intenso enfoque de Su vida en sentido universal. La experiencia de Getsemaní es excepcionalmente posible sólo para aquellos Hijos de Dios que han alcanzado esta poco común etapa de evolución, no tenía ninguna conexión con el episodio de la crucifixión, como los comentaristas ortodoxos afirman.” (161)



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“Si a esta nueva Invocación (*) se la divulga ampliamente, podrá ser para la nueva religión mundial lo que el Padre Nuestro ha sido para la cristiandad, y el Salmo 23 para el judío de mente espiritual. Existen tres tipos de acercamientos a esta Plegaria o Invocación:



   1. El público en general.

   2. Los esoteristas, los aspirantes y discípulos del mundo.

   3. Los miembros de la Jerarquía.



Primero, el público en general la considerará como una plegaria a Dios Trascendente, aunque no Lo reconozca como Inmanente en Su creación; la elevará en alas de la esperanza -esperanza de luz, de amor y de paz-, que anhela incesantemente; también la empleará como una plegaria que ilumine a los gobernantes y dirigentes de todos los grupos que manejan los asuntos mundiales; como un ruego para que afluya amor y comprensión entre los hombres y puedan vivir en paz entre sí; como una demanda para que se cumpla la voluntad de Dios, sobre la cual el público nada sabe y la considera tan inescrutable y omnincluyente que se resigna a esperar y creer como una Invocación para fortalecer el sentido de responsabilidad humana, a fin de que los reconocidos males actuales -que tanto angustian y confunden a la humanidad - puedan ser eliminados y frenada esa indefinida fuente del mal. Finalmente la considerará como una oración para que se restablezca una condición primordial e indefinida de beatífica felicidad, y desaparezca de la tierra todo sufrimiento y dolor. Todo esto es bueno y útil para el público en general y todo ello debe hacerse inmediatamente.…” (162)



(*) La Gran Invocación



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“El desastre (*) sufrido por la humanidad es universal y nadie ha escapado a él; todos estamos, en una u otra forma, implicados -física, económica o socialmente. El despertar espiritual de los hombres (creyentes o no, pero en mayor escala los no creyentes) es general y cabal, pudiendo observarse en todas partes un retorno hacia Dios. Finalmente, ambas causas han hecho que la humanidad eleve, como nunca, una demanda invocadora más clara, pura y altruista, que en ninguna otra época de la historia humana, porque está basada en el claro pensar y en la angustia común. La verdadera religión está surgiendo nuevamente en los corazones de los hombres de todas las tierras; abrigar esta esperanza y reconocer los antecedentes divinos, posiblemente permita que los pueblos vuelvan a las iglesias y a practicar las religiones mundiales, pero con toda seguridad hará que vuelvan a Dios.” (163)



(*) Guerra Mundial (1914-1945)



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“Hace muchos años manifesté que el Cristo podría venir de tres maneras distintas, o más bien, que la realidad de Su presencia también podría comprobarse de tres modos distintos.



En esa oportunidad se señaló que lo primero que haría el Cristo sería estimular la conciencia espiritual del hombre, evocar en amplia escala las demandas espirituales de la humanidad y fomentar -en escala mundial - la conciencia crística en el corazón humano. Esto ya se ha hecho con resultados muy efectivos. Las demandas clamorosas de los hombres de buena voluntad, de los trabajadores en el campo de la beneficencia y de quienes se han comprometido a colaborar internacionalmente para aliviar los sufrimientos del mundo y establecer correctas relaciones humanas, expresan innegablemente la naturaleza de este proceso.” (164)

           

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“No vendrá (*) como el Omnipotente Dios de la ignorante creación del hombre, sino como el Cristo, el Fundador del Reino de Dios en la Tierra, para terminar el trabajo que Él comenzó, y nuevamente demostrar la divinidad en circunstancias mucho más difíciles.



Sin embargo, al Cristo lo hacen sufrir más sus allegados que el resto del mundo. El aspirante avanzado obstaculiza más Su trabajo que el pensador inteligente. No fue la crueldad en el mundo externo de los hombres lo que Le causó el profundo dolor, sino sus propios discípulos, además del masivo sufrimiento de la humanidad -padecido durante su ciclo de vida - que incluye el pasado, el presente y el futuro.” (165)



(*) Cristo



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“…El Cristo que retornará no será igual al Cristo que aparentemente partió. No será un "varón de dolores", ni una figura silenciosa y pensativa; hará declaraciones espirituales que no será necesario interpretar, ni serán tergiversadas, porque Él estará presente para explicar el verdadero significado. (166)



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“En esos siglos cuya historia es relativamente oscura y sus delineamientos indefinidos, la inteligencia de los hombres se acrecentaba rápidamente y la percepción investigadora del género humano era cada vez más activa. Los interrogantes, para los cuales no existe una aparente ni fácil respuesta, fueron formulados por un grupo de pensadores de la India que representaban a los pensadores de todos los países. Repetidamente preguntaban por qué existe el dolor y la miseria en todas partes y en cada vida, cuál es la causa de esas cosas y qué se debe hacer para cambiar las circunstancias de la vida; además querían saber cuál es el principio integrador del hombre, qué es el alma y si existe un yo. Entonces vino el Buddha y respondió a estas preguntas y sentó las bases de un acercamiento más iluminado hacia la vida, impartiendo esas enseñanzas que abrirían la puerta para el trabajo del Cristo, pues el Buddha sabía que Le seguiría los pasos.



…/…



El Buddha respondió a los interrogantes de Su época impartiendo las Cuatro Nobles Verdades que se refieren eterna y satisfactoriamente a los por qué del hombre, verdades que pueden ser sintetizadas de la siguiente manera: Él enseñó que la aflicción y el sufrimiento eran producidos por el hombre mismo, y que el enfoque del deseo humano sobre lo indeseable, efímero y material, es la causa de la desesperación, el odio y la rivalidad y también la razón del por qué el hombre vive en el reino de la muerte -el reino de la vida física, que es la verdadera del espíritu.” (167)



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“Un aspecto de la voluntad divina que debe cumplir la humanidad es el establecimiento de correctas relaciones humanas y la siguiente faceta de la expresión divina para manifestarse en los asuntos humanos, individuales, comunales, nacionales e internacionales. Nada ha impedido que se manifieste esta expresión divina, excepto el factor tiempo, que lo determina la humanidad, siendo una expresión del libre albedrío divino. La expresión e intención divina puede manifestarse lenta o rápidamente según lo decida el hombre; hasta ahora ha elegido la manifestación lenta, muy lenta. Aquí se pone de relieve el libre albedrío de la voluntad humana. Debido a que la divinidad es inmanente, o está presente en todas las formas y, por lo tanto, en todos los seres humanos, la Voluntad divina debe ser cumplida oportunamente. Porque la enorme tendencia materialista de todas las formas en la actualidad (hablando esotéricamente), la expresión de esa Voluntad ha sido demorada; la voluntad del hombre no ha consistido en establecer correctas relaciones humanas. De allí la disciplina impuesta por la guerra, la tortura en las formas y el sufrimiento del vivir humano.” (168)



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 “Sería conveniente reflexionar sobre cuáles son los factores existentes en la sumisión y la conformidad. En ellas están involucradas las correctas relaciones humanas, el renunciamiento, la sumisión a los hechos existentes y la obediente conformidad a la ley divina. Esto es lo que Cristo demostró anteriormente y éstas "son las cosas" que Él ayudará a que, entusiasta y comprensivamente, la humanidad acepte, lo cual traerá la felicidad, lección difícil de aprender, y experiencia totalmente nueva para la humanidad. Cristo deberá enseñar a los seres humanos cómo disfrutarla correctamente, cómo superar los antiguos hábitos de sufrimiento y comprender el significado de la alegría. Sin embargo, no vendrá solamente a enseñar a los hombres la necesidad de establecer correctas relaciones humanas, sino a que aprendan a establecerlas debidamente.” (169)



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“Gran parte de lo que se expone en estas páginas concierne, en realidad, a la aparición del Reino de Dios -aparición que ahora puede tener lugar, debido a tres factores:



1. Al acrecentamiento de ese Reino en la Tierra, con sus miles de personas que aceptan sus leyes y se esfuerzan por vivir de acuerdo a sus reglas y espíritu.



2. Al hecho de que los signos de la época y la imperante necesidad de la humanidad han evocado al Cristo, y Él ha decidido reaparecer.



3. A la demanda invocadora de la humanidad que asciende continuamente hasta "el Lugar Secreto del Altísimo", y que la Jerarquía proyecta aparecer conjuntamente con el Cristo y restablecer la Ley del Espíritu sobre la Tierra. El momento de restablecer los antiguos Misterios ha llegado.



Estos hechos se han divulgado ampliamente durante los últimos dos años, como resultado de la depuración llevada a cabo en el mundo por la guerra mundial (1914-1945), y del sufrimiento a que fue sometida la humanidad (cuyo efecto igualmente purificador y poderoso, se manifestará posteriormente). Entonces será posible que la Jerarquía, la Iglesia del Cristo hasta ahora invisible, se exteriorice y actúe abiertamente en el plano físico. Esto significa retornar a la situación que existía en la época atlante cuando - empleando la simbología bíblica (Gn. 2,3) - Dios Mismo caminó entre los hombres y habló con ellos, pues no existían barreras entre el reino de los hombres y el Reino de Dios. La divinidad estaba entonces presente en forma física, y los Miembros de la Jerarquía espiritual guiaban y dirigían abiertamente los asuntos de la humanidad, hasta donde lo permitía la innata libertad del hombre. Hoy, y en un futuro inmediato, esto volverá a ocurrir en una vuelta más alta de la espiral de la vida. Los Maestros caminarán abiertamente entre los hombres y Cristo reaparecerá físicamente. También se restaurarán los antiguos Misterios; serán nuevamente reconocidos los antiguos jalones que la Masonería ha preservado con tanto empeño y conservado hasta ahora en los rituales masónicos, esperando el día de la restauración y de la resurrección.” (170)



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“Según reza una antigua Escritura:



"Lo que ha sido un misterio dejará de serlo y aquello que ha estado oculto será ahora revelado; lo que ha estado velado surgirá a la luz y engrandecerá esa luz, y todos los hombres verán y se regocijarán. Llegará el momento en que la destrucción habrá realizado su trabajo benéfico; entonces los hombres, por el sufrimiento, buscarán aquello que han desechado. En vana persecución han buscado lo que tenían a mano y era fácil de obtener. Cuando lo poseyeron se comprobó que era un agente de la muerte. Sin embargo, buscaron siempre la vida y no la muerte".” (171)



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“La tarea del Señor de la Luz y la del Señor del Amor (*) debe ser presentada de nuevo a un mundo indigente. Respecto a esto podría decirse que algunas naciones necesitan comprender la enseñanza que el Buddha enunció en las Cuatro Nobles Verdades; debe comprenderse que la causa de toda aflicción y sufrimiento reside en el indebido abuso del deseo -deseo por lo material y transitorio.” (172)



(*) Buda y Cristo


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“No es posible que Él (*) se sienta feliz con los grandes templos de piedra construidos por los eclesiásticos, en tanto que Su pueblo ha quedado sin guía y no se le han esclarecido razonablemente los asuntos mundiales. En verdad (con gran dolor en su corazón) ha de sentir que la sencillez que Él enseñó y el simple camino hacia Dios que acentuó, desaparecieron entre las brumas de la teología (iniciada por San Pablo) y las discusiones de los eclesiásticos en el transcurso de los siglos. El ser humano se ha apartado mucho de la sencillez mental y de la simple vida espiritual de los primitivos cristianos. Es muy posible que el Cristo haya considerado errónea e indeseable la vida separatista de las iglesias y la arrogancia de los teólogos (haciendo una división, como lo han hecho, entre creyentes y no creyentes, cristianos y ateos, seudo-iluminados y seudo-ignorantes), contraria a todo lo que Él Mismo sostuvo y creyó cuando dijo: "También tengo otras ovejas que no son de este redil" (Jn. 10,16).” (173)



(*) Cristo



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“La presentación de la verdad religiosa en el pasado, ha impedido el crecimiento del espíritu religioso; la teología ha llevado a la humanidad a las puertas de la desesperación; la delicada flor de la vida crística se ha marchitado en los oscuros meandros del pensamiento humano; la fanática adhesión a las interpretaciones humanas ocupó el lugar del vivir cristiano; millones de libros han borrado las palabras vivientes de Cristo; los argumentos y las discusiones de los sacerdotes han apagado la luz que trajo el Buddha, y el Amor de Dios, tal como lo reveló la vida de Cristo, ha sido olvidado, al mismo tiempo que los hombres argumentaron acerca de los significados, las frases y las palabras. Mientras tanto los hombres agonizaban, se morían de hambre, sufrían, pedían ayuda y enseñanza y, al no verse satisfechos, perdieron la fe.” (174)



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“La gente se pregunta por qué el Cristo no viene -con la pompa y la ceremonia que la iglesia le asigna a ese acontecimiento - y comprueba con Su venida Su divino poder y pone a prueba, de manera convincente, la autoridad y el poder de Dios, terminando así con el ciclo de agonía y sufrimiento. Las respuestas son muchas. Debe recordarse que el principal objetivo del Cristo no será demostrar Su poder, sino dar a conocer el ya existente Reino de Dios. También se preguntarán, ¿por qué cuando vino anteriormente no fue reconocido? --; ¿hay alguna garantía de que esta vez será diferente? Quizás se pregunten, ¿por qué no será reconocido? Porque los ojos de los hombres están cegados por las lágrimas de la autoconmiseración y no de la contrición; porque el corazón del hombre está aún corroído por un egoísmo que la agonía de la guerra no ha curado; porque la norma de valores es la misma que existía en el corrupto Imperio Romano que presenció Su primera aparición, pero tales valores eran locales y no universales como lo son en la actualidad; porque aquellos que podrían reconocerlo y anhelan y esperan Su venida, no están dispuestos a hacer los sacrificios necesarios para asegurar el éxito de Su advenimiento.” (175)



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“1. La Inercia del Hombre Común espiritualmente Orientado.



El hombre común espiritualmente orientado, el hombre de buena voluntad y el discípulo, siempre son conscientes del desafío de la época y de la oportunidad que pueden ofrecer los acontecimientos espirituales. El deseo de hacer el bien y de llevar a cabo fines espirituales se agita incesantemente en sus conciencias. Quien ama a sus semejantes y sueña con la materialización del Reino de Dios en la tierra, o es consciente del despertar ---por lento que sea - de las masas a los valores espirituales superiores, se siente totalmente insatisfecho. Se da cuenta que ha contribuido muy poco para lograr esos objetivos deseables. Sabe que su vida espiritual es secundaria y la guarda cuidadosamente para sí, temiendo frecuentemente hablar de ello a sus seres queridos y allegados; trata de ensamblar sus esfuerzos espirituales con su vida común y externa, de hallar tiempo y oportunidad para ello, en forma apacible, fútil e inocua. Se siente inerme ante la tarea de organizar y reajustar sus asuntos, para que predomine el modo espiritual de vivir; busca excusas y oportunamente razona con tanto éxito que llega a la conclusión de que, dadas las circunstancias, hace todo cuanto puede. La verdad es que lo que hace es tan poco que probablemente una hora, quizás dos, de las veinticuatro del día, abarque el tiempo que le dedica al trabajo del Maestro; se escuda detrás del argumento de que las obligaciones del hogar le impiden hacer más, y no se da cuenta que, con tacto y comprensión amorosa, el ambiente hogareño puede y debe ser el campo donde él triunfe; olvida que no hay circunstancias en las que el espíritu del hombre pueda ser vencido, o en que el aspirante no pueda meditar, pensar, hablar y preparar el camino para la venida del Cristo, siempre que tenga suficiente interés y conozca el significado del sacrificio y el silencio. Las circunstancias y el medio ambiente no constituyen un verdadero obstáculo para la vida espiritual.



Quizás se excuse tras el pretexto de tener poca salud y con frecuencia enfermedades imaginarias. Dedica tanto tiempo al cuidado de sí mismo, que el que podría dedicar al trabajo del Maestro es muy reducido; está tan preocupado con su cansancio, su resfrío y sus imaginarias dificultades cardíacas, que su “Conciencia del cuerpo" se desarrolla constantemente hasta que con el tiempo domina su vida; entonces es demasiado tarde para hacer algo. Esto ocurre especialmente con las personas que han llegado a los cincuenta años o más. Difícilmente dejarán de dar esta excusa, porque se sienten cansados y doloridos, y en el transcurso de los años esto tiende a empeorarse.



El único remedio para esta inercia progresiva es ignorar el cuerpo y sentir alegría en la vivencia del servicio. No me refiero a enfermedades definidas o a serios impedimentos físicos; a éstos se les ha de dedicar el cuidado y la atención debidos; me refiero a los miles de hombres y mujeres que se quejan y preocupan de cuidarse a sí mismos, desperdiciando horas que podría dedicarlas a servir a la humanidad. Aquellos que tratan de hollar el Sendero del Discipulado deberían dedicar las incontables horas malgastadas en un inútil cuidado de sí mismos, a servir a la Jerarquía.” (176)



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(160) Capítulo II. Oportunidad Excepcional de Cristo. El Mundo Actual (pág.24)
(161) Capítulo II. Oportunidad Excepcional de Cristo. El Mundo Actual (pág. 28)
(162) Capítulo II. Oportunidad Excepcional de Cristo. El Mundo Actual (pág. 32)
(163) Capítulo III. La Reaparición de Cristo. La Expectativa Mundial (pág. 40)
(164) Capítulo III. La Reaparición de Cristo. La Expectativa Mundial (pág. 45)
(165) Capítulo III. La Reaparición de Cristo. La Expectativa Mundial (pág. 51)
(166) Capítulo III. La Reaparición de Cristo. La Expectativa Mundial (pág. 55)
(167) Capítulo V. Las Enseñanzas del Cristo (pág. 94 y 95)
(168) Capítulo V. Las Enseñanzas del Cristo . I. El Establecimiento de Correctas Relaciones Humanas. (pág. 100)
(169) Capítulo V. Las Enseñanzas del Cristo . I. El Establecimiento de Correctas Relaciones Humanas. (pág. 101)
(170) Capítulo V. Las Enseñanzas del Cristo . III. La Revelación de los Misterios de la Iniciación. (pág. 106)
(171) Capítulo V. Las Enseñanzas del Cristo . III. La Revelación de los Misterios de la Iniciación. (pág. 109)
(172) Capítulo V. Las Enseñanzas del Cristo . IV. La Disipación del Espejismo. (pág . 115)
(173) Capítulo VI. La Nueva Religión Mundial (pág. 122)
(174) Capítulo VI. La Nueva Religión Mundial (pág. 124)
(175) Capítulo VII. Preparación para la Reaparición de Cristo. La Preparación Necesaria. El Trabajo del Nuevo Grupo de Servidores (pág. 142)
(176) Capítulo VII. Preparación para la Reaparición de Cristo. La Preparación Necesaria. El Trabajo del Nuevo Grupo de Servidores (pág. 144)



miércoles, 4 de julio de 2018

EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO (XIII) - Los Problemas de la Humanidad


Este artículo es la continuación de El Dolor y el Sufrimiento (XII)

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Como en otras ocasiones, para realizar este estudio he intentado hacer una recopilación exhaustiva de extractos de todos los libros del Maestro y de Alice A. Bailey (25) que tratan sobre estos temas, aunque dada la extensión de toda la obra del Tibetano, podría ser que faltase algún fragmento.

Cada fragmento viene precedido por el título del libro, capítulo y/o sección de donde procede el texto, por si se desea ampliar la información mas allá de lo relacionado estrictamente con el tema.

Las conclusiones (cuando las haya) son personales, por tanto, como tales no tiene porque estarse de acuerdo con las mismas. Son reflexiones e interpretaciones propias de los extractos del Tibetano.

En la última entrada que se publique sobre el tema, si lo deseáis, podréis descargaros la recopilación completa en un documento en formato pdf.

Espero que la lectura de estos artículos (que iré publicando progresivamente al ser demasiado extensa toda la recopilación) pueda seros de utilidad.


Dani

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LOS PROBLEMAS DE LA HUMANIDAD  (1947)



“La clave de las dificultades que sufre la humanidad (las dificultades económicas de los últimos doscientos años (*) y las desavenencias teológicas de las iglesias ortodoxas) se debe a que recibió y no dio, aceptó y no compartió, acumuló y no distribuyó. Esto ha implicado el quebrantamiento de una ley que ha colocado a la humanidad en una posición de culpabilidad. La guerra ha sido el elevado precio que el género humano ha tenido que pagar debido al gran pecado de la separatividad. Las ideas provenientes de la Jerarquía han sido deformadas, mal aplicadas y erróneamente interpretadas, y es tarea del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo contrarrestar este mal.

La humanidad nunca ha vivido realmente de acuerdo a la enseñanza recibida. La impresión espiritual trasmitida, ya por el Cristo, el Buda o Krishna (y dada a las masas por Sus discípulos), no ha sido expresada como se esperaba. Los hombres no viven de acuerdo a lo que saben ni ponen en práctica sus conocimientos; interfieren la afluencia de luz, no se disciplinan; están controlados por el deseo codicioso y la ambición ilegal, en vez del conocimiento interno. Expresándolo más científicamente y desde el punto de vista esotérico: La impresión espiritual ha sido interrumpida, y también interferida la corriente divina circulatoria. La tarea de los discípulos del mundo es restablecer esta corriente y eliminar la interferencia. Tal es el principal problema que tienen ante sí las personas espirituales.” (150)

(*) Escrito en 1947

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“Es necesario captar en cierta medida el cuadro de sufrimiento mundial debido a las condiciones creadas por el movimiento capitalista y obrero, y verlo en forma realista y justa. En una forma u otra siempre ha habido intercambios entre el capital y el trabajo, el patrón y el empleado y los capitalistas y las masas explotadas. Con la era del vapor, la era científica, la era de la electricidad y la era de la intercomunicación planetaria, el mal se ha agravado y difundido. El capital se ha hecho ahora más poderoso y los trabajadores están cada vez más impacientes y son más exigentes. La culminación de la lucha ha sido la guerra mundial y su corolario: una guerra de treinta años apoyada por el capital, aunque ganada por los esfuerzos del trabajo.” (151)

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“La humanidad ha sufrido tan terriblemente durante los últimos doscientos años, que tal vez sea posible lograr los cambios necesarios, siempre que se den ahora los pasos adecuados, antes de que el dolor y la agonía sean olvidados y sus efectos hayan desa-parecido de la conciencia del hombre. Tales pasos (87) deben darse inmediatamente, mientras los males del pasado son todavía evidentes, pues tenemos ante nuestros ojos las consecuencias de la guerra.” (152)

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“La sensibilidad de estas minorías (*), el carácter enardecedor de su apremiante ambición y la violencia y los prejuicios de quienes hablan y luchan a su favor, impiden que la mayoría enfrente el problema con calma y fría reflexión y reconozca la relación con toda la humanidad que su problema fundamentalmente requiere. Los defectos raciales son más ampliamente reconocidos que las virtudes raciales; las cualidades raciales están en conflicto con las características nacionales o las tendencias mundiales, todo lo cual tiende a aumentar las dificultades. El esfuerzo de los ciudadanos bien intencionados, que son numerosos, y los planes de los humanitarios convencidos para ayudar a estas minorías, se basan con mucha frecuencia únicamente en un buen corazón, en los principios cristianos y en el sentido de justicia; sin embargo, estas excelentes cualidades a veces van acompañadas de una profunda ignorancia de los hechos reales, de los valores históricos y de las diversas relaciones implicadas. Además las minorías están impulsadas por un fanatismo agresivo hacia las mayorías, rayado en el odio, y son las responsables, según ellas, de la cruel injusticia que sufren. Tampoco reconocen que tienen defectos, y que en cierta medida son responsables también de algunas dificultades, defectos y dificultades raciales francamente ignorados por las mismas minorías y sus adeptos.” (153)

(*) Raciales

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“Al considerar este problema crucial (del cual depende en gran parte la paz futura del mundo) debemos esforzarnos por mantener en segundo plano nuestra actitud mental y nacional y visualizar el problema que surge a la luz del enunciado bíblico, de que existe “un sólo Dios, Padre de todos, que está sobre todo, a través de todo y en todos nosotros”. Vamos a considerar esto científicamente y no como una religiosa y piadosa esperanza. Dios nos ha hecho a todos de la misma sangre, y ese Dios –bajo cualquier nombre o aspecto que se lo conozca, trascendente o inmanente, se lo considere como energía o inteligencia, o se lo denomine Dios, Brahma, el Abstracto o el Absoluto— es universalmente reconocido. También bajo la gran Ley de la Evolución y del proceso de la creación, los hombres están sujetos a las mismas reacciones hacia su medio ambiente, los mismos dolores, alegrías, ansiedades, apetitos, impulsos de mejoramiento, aspiraciones místicas, egoísmos, tendencias y deseos pecaminosos; la misma sorprendente actitud para la heroica expresión divina, el mismo amor y belleza, orgullo innato, sentido de divinidad y los mismos esfuerzos fundamentales. Bajo el gran proceso evolutivo los hombres y las razas difieren por su desarrollo mental, vigor físico, posibilidades creadoras, comprensión, percepción humana y lugar en la escala de la civilización, todo lo cual es temporario, porque las mismas potencialidades que existen en todos nosotros, sin excepción, se manifestarán. Tales diferencias, que en el pasado han separado a pueblos y razas, van desapareciendo rápidamente por la difusión de la educación, los descubrimientos unificadores de la ciencia, que nos acercan y nos unen cada vez más, y el poder de pensar, leer y planear.” (154)
           
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“Todas estas naciones grandes y pequeñas han sufrido cruelmente durante los años de guerra (1914-1945), y están destinadas a sufrir aún más en los próximos años de reajuste. Unas sufrieron más que otras y tienen la oportunidad de demostrar la purificación resultante si así lo desean; otras eligieron durante la guerra el camino más fácil, no apoyaron a ninguna y perdieron con ello una gran oportunidad espiritual, basada en el principio de compartir; éstas tendrán que aprender de otro modo y más lentamente la lección del dolor; las naciones del hemisferio occidental no sufrieron agudamente, porque sus territorios no fueron invadidos y la población civil vivió con comodidad, holgura y abundancia; también perdieron algo y tendrán que aprender en alguna forma la gran lección humana de identificación y no separatividad.” (155)

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“El judío es un buen ciudadano, respetuoso de la ley, de modales bondadosos y decentes, ansioso de desempeñar su parte en la vida comunal y dispuesto a ayudar con su dinero cuando se le pide –pero se mantiene separado. La tendencia al “ghetto”, como se la podría denominar, se está difundiendo por todas partes, especialmente en las grandes ciudades. A través de las épocas, los judíos tienden a agruparse y a buscarse, como medida de protección y para tranquilidad comunal; los gentiles entre los cuales vivían, fomentaron esa tendencia y así crearon hábitos de asociación que todavía predominan. Además, y debido a la acción separatista de los gentiles, empezaron a aparecer en muchos países, en zonas y ciudades restringidas donde a ningún judío se le permitía residir, comprar propiedades ni establecerse. Debido a la aptitud del judío de prosperar y vivir dentro de una nación, obteniendo beneficio de acuerdo a sus costumbres, cultura y civilización, manteniendo su identidad propia sin asimilarse a la vida nacional, ha estado siempre sujeto a persecuciones; por eso como raza no es querida en ninguna parte y la gente se protege contra ella y sus métodos.

Esta afirmación general es frecuentemente errónea en lo que concierne al judío individualmente. En toda nación y localidad hay judíos muy queridos por quienes los tratan, sean judíos o gentiles, respetados por todos cuantos los rodean y a veces solicitados y apreciados. Pertenecen a la gran aristocracia espiritual de la humanidad y, aunque actúen en cuerpos judíos y lleven nombres judíos, unen sus fuerzas a las de los hombres y mujeres de todas las demás naciones que pertenecen a la humanidad y trascendieron sus características nacionales y raciales. Estos hombres y mujeres, cuyo número aumenta cada día son, como grupo, la esperanza de la humanidad y la garantía de un mundo nuevo y mejor que todos esperamos. Cuando se hace una amplia generalización sobre una raza o nación, el individuo sufre necesariamente, pero las declaraciones hechas respecto a esa raza y nación como un todo, son correctas, verdaderas y comprobables. (156)

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“¿Existe alguna probabilidad de que se vuelva a renovar la fe, tal como estaba en el Cristo? ¿Hay en las iglesias suficientes hombres de visión que puedan salvar la situación –visión que satisfaga las necesidades del hombre y no la ambición de crecimiento y engrandecimiento de las iglesias? En toda organización religiosa existen tales hombres, pero lamentablemente son muy pocos. Aunque se unieran (cosa que por ahora parece imposible debido a las diferencias de doctrina), constituirían un grupo casi inútil frente al poder organizado, al oropel materialista, a los intereses creados y a la fanática determinación de los eclesiásticos reaccionarios de todos los credos. Por lo general es la minoría que lucha (en este caso los pocos que se hallan espiritualmente inspirados) y custodia la verdadera visión que finalmente la traen a la existencia. Son los que deambulan, con la humanidad sufriente, por los candentes y desgraciados caminos y por lo tanto reconocen con un agudo sentido la necesidad de regenerar las iglesias.

Las tribunas religiosas, los púlpitos, periódicos y revistas de carácter religioso, hacen un llamado a los hombres para que vuelvan a Dios y encuentren en la religión una salida a la caótica situación actual. Sin embargo, la humanidad nunca ha estado tan espiritualmente inclinada ni tan consciente y decididamente orientada hacia los valores espirituales y hacia la necesidad de la reevaluación y realización espirituales. El llamado deberá hacerse a los conductores de las iglesias y a los eclesiásticos de todos los credos, así como también a quienes trabajan para las iglesias en todas partes; son ellos los que deben volver a la simplicidad de la fe que está en Cristo. Son ellos los que necesitan regenerarse. En todas partes los hombres demandan luz. ¿Quién puede dársela?” (157)

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“Existen hombres profundamente espirituales, cuyo destino los ha ubicado dentro del clericalismo, y si en conjunto son muchos y se hallan en todas las iglesias y credos, su destino es muy difícil, pues se dan cuenta de la situación y luchan y se esfuerzan por presentar sanas ideas cristianas y religiosas a un mundo que busca y sufre.

Son verdaderos hijos de Dios y han puesto sus pies en los lugares más desagradables; conocen el virus que ha carcomido la estructura clerical, así como también el fanatismo, el egoísmo, la ambición y la estrechez mental que los rodea.” (158)

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 “Los pueblos están preparados para recibir la luz; esperan Una nueva revelación y una nueva dispensación. La humanidad ha avanzado tanto en el camino de la evolución, que tales demandas y expectativas no están presentadas únicamente en términos de mejoras materiales, sino en términos de visión espiritual, verdaderos valores y correctas relaciones humanas. Los pueblos reclaman, enseñanza y ayuda espiritual, a la par que piden alimento, ropa y la oportunidad de trabajar y vivir en libertad. Sufren hambre en numerosas regiones del planeta y sienten con igual congoja el hambre del alma. Sin embargo, su gran tragedia es que no saben adónde dirigirse ni a quién escuchar. Su esperanza es de orden espiritual y nunca morirá. Esta esperanza y tal demanda ha llegado al atento oído del Cristo y Sus discípulos y hasta el lugar donde Ellos moran, trabajan y observan a la humanidad. ¿Por intermedio de qué agente trabajarán estas fuerzas del espíritu para el restablecimiento del mundo? ¿Qué medios emplearán los Guías espirituales de la raza para llevar a los hombres hacia una mayor luz y a la oportunidad de la Nueva Era? El género humano está ante el Camino de la Resurrección. ¿Quién lo conducirá por ese camino?

¿Se darán cuenta las religiones y las iglesias del mundo de la oportunidad que se les presentan y responderán al llamado de Cristo y a la demanda espiritual de innumerables millones de seres? ¿O sólo trabajarán para sus organizaciones e iglesias? ¿Gravitará en la conciencia de los eclesiásticos el aspecto institucional de sus religiones, más que la necesidad del pueblo por conocer la verdad sencilla y vivificadora? ¿Se concentrará el interés y el poder de las iglesias en la reconstrucción de sus estructuras materiales, en el restablecimiento de su seguridad económica, en la recuperación de sus teologías caducas y en la readquisición de su poder y prestigio temporales? ¿Tendrán la visión y el valor de abandonar los antiguos y malos métodos, y darán al pueblo el Mensaje de que Dios es Amor, expresándolo por medio de sus vidas dedicadas al humilde y amoroso servicio? ¿Le dirán al pueblo que el Cristo vive eternamente y le pedirán que se aparte de las viejas doctrinas de sangre, muerte y retribución divina, y se enfoque en la fuente de toda vida y en el Cristo viviente, el cual espera la oportunidad de derramar sobre el pueblo esa “Vida más abundante” que Él prometió y hace tanto tiempo que aguardan? ¿Enseñarán que la destrucción de los métodos antiguos fue necesaria, y su desaparición garantiza que es posible una vida espiritual nueva, más plena e ilimitada? ¿Les recordarán al pueblo que el Cristo dijo que no era posible poner vino nuevo en odres viejos? ¿Renunciarán públicamente los potentados de las iglesias y los altivos eclesiásticos a sus materialistas y equivocados objetivos, a su dinero y a sus palacios, y venderían “todo cuanto poseen” para seguir al Cristo en la senda del servicio? ¿O volverán la espalda como lo hizo el rico joven del Evangelio? ¿Invertirán el dinero que poseen, en aliviar el dolor, enseñar a los niños las cosas del Reino de Dios, dar ejemplo de humilde fe, gozosa confianza y de seguro conocimiento de Dios, como lo hizo el Cristo? ¿Podrán los eclesiásticos de todas las religiones, en ambos hemisferios, alcanzar esa luz espiritual interna que los convertirá en Portadores de Luz, la cual evocará esa luz mayor que la nueva y anunciada revelación traerá con seguridad? ¿Podrá eliminarse el materialismo de las iglesias, así como el fracaso de sus representantes en dar una enseñanza correcta al pueblo? Todo esto ha sido parte responsable de la guerra mundial (1914-1945). La guerra no se hubiera producido si la ambición, el odio y la separatividad, no hubiesen predominado en la tierra y en los corazones de los hombres; estos funestos errores se cometieron por la falta de valores espirituales en la vida de los pueblos, y ello se ha debido a que estos valores no han tenido cabida durante siglos en la vida de las iglesias, recayendo la responsabilidad estrictamente sobre ellas.” (159)

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(150) Introducción (pág. 8)
(151) Capítulo III. El Movimiento Obrero es Ahora Capitalista (pág. 83)
(152) Capítulo III. El Movimiento Obrero es Ahora Capitalista (pág. 86)
(153) Capítulo IV. El problema de las minorías raciales (pág. 91)
(154) Capítulo IV. El problema de las minorías raciales (pág. 95)
(155) Capítulo IV. El problema de las minorías raciales. Las Minorías (pág. 98)
(156) Capítulo IV. El problema de las minorías raciales. El Problema Judio (pág. 105)
(157) Capítulo V. El problema de las Iglesias. I. El Fracaso de las Iglesias (pág. 132)
(158) Capítulo V. El problema de las Iglesias. I. El Fracaso de las Iglesias (pág. 140)
(159) Capítulo V. El problema de las Iglesias. II. Oportunidad de las Iglesias (pág. 143)