Este artículo es la continuación de El Dolor y el Sufrimiento (XIII)
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Como en otras ocasiones, para
realizar este estudio he intentado hacer una recopilación exhaustiva de
extractos de todos los libros del Maestro y de Alice A. Bailey (25) que
tratan sobre estos temas, aunque dada la extensión de toda la obra del
Tibetano, podría ser que faltase algún fragmento.
Cada fragmento viene precedido por el título del libro,
capítulo y/o sección de donde procede el texto, por si se desea ampliar la
información mas allá de lo relacionado estrictamente con el tema.
Las
conclusiones (cuando las haya) son
personales, por tanto, como tales no tiene porque estarse de acuerdo con
las mismas. Son reflexiones e interpretaciones propias de los extractos
del Tibetano.
En
la última entrada que se publique sobre el tema, si lo deseáis, podréis
descargaros la recopilación completa en un documento en formato pdf.
Espero que la lectura de estos artículos (que iré publicando
progresivamente al ser demasiado extensa toda la recopilación) pueda seros de utilidad.
Dani
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LA REAPARICIÓN DE CRISTO (1948)
“Las distintas y excepcionales condiciones que Cristo
enfrentó durante los años de guerra lo forzaron a decidir la aceleración de Su
venida, en vista de la necesidad humana. El estado infausto del mundo como
resultado de la guerra mundial y de siglos de egoísmo, la sensibilidad
excepcional que los hombres demostraron en todas partes (como resultado del
proceso evolutivo), la inusitada difusión del conocimiento respecto a la
Jerarquía espiritual y el singular desarrollo de la conciencia grupal que se
manifiesta en todas partes mediante incontables conferencias, enfrentó al
Cristo con su oportunidad excepcional y le impuso una decisión que no pudo
evitar.
Podemos decir con toda reverencia que en esta
"oportunidad" del Cristo, estaban involucrados dos factores difíciles
de comprender por el hombre. Debemos reconocer el hecho de la sincronización de
Su voluntad con la del padre, lo cual condujo a una decisión fundamental. No es
fácil para el cristiano común comprender que el Cristo pasa constante y
acrecentadamente por grandes experiencias, y que en Su divina experiencia no
existe nada estático ni permanente, excepto Su inalterable amor por la
humanidad.
Un profundo estudio del Evangelio, sin las limitaciones de
las interpretaciones ortodoxas, revelaría muchas cosas. Las interpretaciones
corrientes, si fueran reconocidas en su verdadero significado, consisten
sencillamente en lo que alguien comprendió de una serie de palabras arameas,
griegas o latinas. El hecho de que la mayoría de los comentaristas aceptados vivieran
hace muchos siglos, han dado a dichas palabras un valor totalmente
injustificable. Las palabras de un comentarista o intérprete, evidentemente no
tienen hoy valor alguno, en comparación con los de la antigüedad; sin embargo
el comentarista moderno es probablemente más inteligente y está mejor instruido
y posee también la ventaja de que hay muchas traducciones aceptadas y una
ciencia exacta. Teológicamente estamos sufriendo la ignorancia del pasado; lo
inusitado es que un comentarista antiguo tenga más autoridad que uno moderno,
culto e inteligente. Si El Nuevo Testamento es veraz en la presentación y en la
repetición de las palabras del Cristo, de que podemos hacer “cosas más
grandes" de las que Él hizo, y si es verdad que dijo: "Sed perfectos
como vuestro Padre en los cielos es perfecto”, ¿qué error hay en reconocer la
capacidad de estar a la par de la mente del Cristo y saber lo que Él quiere que
sepamos? También dijo que "si un hombre hiciere la voluntad de Dios,
conocerá"; así fue como el Cristo mismo aprendió y Él nos asegura que con
ese método tendremos éxito.” (160)
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“3. Entonces, en el Huerto de Getsemaní, exclamó:
"Padre, no mi voluntad sino la Tuya sea hecha", indicando con ello
que comprendía el destino divino. El significado de estas palabras no implica
(como a menudo lo afirman los teólogos cristianos) aceptar el sufrimiento de un
futuro infortunado y la muerte. Es la exclamación evocada por Su verdadera
comprensión de las implicaciones universales de Su misión y el intenso enfoque
de Su vida en sentido universal. La experiencia de Getsemaní es
excepcionalmente posible sólo para aquellos Hijos de Dios que han alcanzado
esta poco común etapa de evolución, no tenía ninguna conexión con el episodio
de la crucifixión, como los comentaristas ortodoxos afirman.” (161)
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“Si a esta nueva Invocación (*) se la divulga ampliamente,
podrá ser para la nueva religión mundial lo que el Padre Nuestro ha sido para
la cristiandad, y el Salmo 23 para el judío de mente espiritual. Existen tres
tipos de acercamientos a esta Plegaria o Invocación:
1. El público en
general.
2. Los esoteristas,
los aspirantes y discípulos del mundo.
3. Los miembros de
la Jerarquía.
Primero, el público en general la considerará como una
plegaria a Dios Trascendente, aunque no Lo reconozca como Inmanente en Su
creación; la elevará en alas de la esperanza -esperanza de luz, de amor y de
paz-, que anhela incesantemente; también la empleará como una plegaria que
ilumine a los gobernantes y dirigentes de todos los grupos que manejan los
asuntos mundiales; como un ruego para que afluya amor y comprensión entre los
hombres y puedan vivir en paz entre sí; como una demanda para que se cumpla la
voluntad de Dios, sobre la cual el público nada sabe y la considera tan
inescrutable y omnincluyente que se resigna a esperar y creer como una
Invocación para fortalecer el sentido de responsabilidad humana, a fin de que
los reconocidos males actuales -que tanto angustian y confunden a la humanidad
- puedan ser eliminados y frenada esa indefinida fuente del mal. Finalmente la
considerará como una oración para que se restablezca una condición primordial e
indefinida de beatífica felicidad, y desaparezca de la tierra todo sufrimiento
y dolor. Todo esto es bueno y útil para el público en general y todo ello debe
hacerse inmediatamente.…” (162)
(*) La Gran Invocación
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“El desastre (*) sufrido por la humanidad es universal y
nadie ha escapado a él; todos estamos, en una u otra forma, implicados -física,
económica o socialmente. El despertar espiritual de los hombres (creyentes o
no, pero en mayor escala los no creyentes) es general y cabal, pudiendo
observarse en todas partes un retorno hacia Dios. Finalmente, ambas causas han
hecho que la humanidad eleve, como nunca, una demanda invocadora más clara,
pura y altruista, que en ninguna otra época de la historia humana, porque está
basada en el claro pensar y en la angustia común. La verdadera religión está
surgiendo nuevamente en los corazones de los hombres de todas las tierras;
abrigar esta esperanza y reconocer los antecedentes divinos, posiblemente
permita que los pueblos vuelvan a las iglesias y a practicar las religiones
mundiales, pero con toda seguridad hará que vuelvan a Dios.” (163)
(*) Guerra Mundial (1914-1945)
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“Hace muchos años manifesté que el Cristo podría venir de
tres maneras distintas, o más bien, que la realidad de Su presencia también
podría comprobarse de tres modos distintos.
En esa oportunidad se señaló que lo primero que haría el
Cristo sería estimular la conciencia espiritual del hombre, evocar en amplia
escala las demandas espirituales de la humanidad y fomentar -en escala mundial
- la conciencia crística en el corazón humano. Esto ya se ha hecho con
resultados muy efectivos. Las demandas clamorosas de los hombres de buena
voluntad, de los trabajadores en el campo de la beneficencia y de quienes se
han comprometido a colaborar internacionalmente para aliviar los sufrimientos
del mundo y establecer correctas relaciones humanas, expresan innegablemente la
naturaleza de este proceso.” (164)
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“No vendrá (*) como el Omnipotente Dios de la ignorante
creación del hombre, sino como el Cristo, el Fundador del Reino de Dios en la
Tierra, para terminar el trabajo que Él comenzó, y nuevamente demostrar la
divinidad en circunstancias mucho más difíciles.
Sin embargo, al Cristo lo hacen sufrir más sus allegados que
el resto del mundo. El aspirante avanzado obstaculiza más Su trabajo que el
pensador inteligente. No fue la crueldad en el mundo externo de los hombres lo
que Le causó el profundo dolor, sino sus propios discípulos, además del masivo
sufrimiento de la humanidad -padecido durante su ciclo de vida - que incluye el
pasado, el presente y el futuro.” (165)
(*) Cristo
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“…El Cristo que retornará no será igual al Cristo que
aparentemente partió. No será un "varón de dolores", ni una figura
silenciosa y pensativa; hará declaraciones espirituales que no será necesario
interpretar, ni serán tergiversadas, porque Él estará presente para explicar el
verdadero significado. (166)
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“En esos siglos cuya historia es relativamente oscura y sus
delineamientos indefinidos, la inteligencia de los hombres se acrecentaba
rápidamente y la percepción investigadora del género humano era cada vez más
activa. Los interrogantes, para los cuales no existe una aparente ni fácil
respuesta, fueron formulados por un grupo de pensadores de la India que
representaban a los pensadores de todos los países. Repetidamente preguntaban
por qué existe el dolor y la miseria en todas partes y en cada vida, cuál es la
causa de esas cosas y qué se debe hacer para cambiar las circunstancias de la
vida; además querían saber cuál es el principio integrador del hombre, qué es
el alma y si existe un yo. Entonces vino el Buddha y respondió a estas
preguntas y sentó las bases de un acercamiento más iluminado hacia la vida,
impartiendo esas enseñanzas que abrirían la puerta para el trabajo del Cristo,
pues el Buddha sabía que Le seguiría los pasos.
…/…
El Buddha respondió a los interrogantes de Su época
impartiendo las Cuatro Nobles Verdades que se refieren eterna y
satisfactoriamente a los por qué del hombre, verdades que pueden ser
sintetizadas de la siguiente manera: Él enseñó que la aflicción y el
sufrimiento eran producidos por el hombre mismo, y que el enfoque del deseo
humano sobre lo indeseable, efímero y material, es la causa de la
desesperación, el odio y la rivalidad y también la razón del por qué el hombre
vive en el reino de la muerte -el reino de la vida física, que es la verdadera
del espíritu.” (167)
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“Un aspecto de la voluntad divina que debe cumplir la
humanidad es el establecimiento de correctas relaciones humanas y la siguiente
faceta de la expresión divina para manifestarse en los asuntos humanos,
individuales, comunales, nacionales e internacionales. Nada ha impedido que se
manifieste esta expresión divina, excepto el factor tiempo, que lo determina la
humanidad, siendo una expresión del libre albedrío divino. La expresión e
intención divina puede manifestarse lenta o rápidamente según lo decida el
hombre; hasta ahora ha elegido la manifestación lenta, muy lenta. Aquí se pone
de relieve el libre albedrío de la voluntad humana. Debido a que la divinidad
es inmanente, o está presente en todas las formas y, por lo tanto, en todos los
seres humanos, la Voluntad divina debe ser cumplida oportunamente. Porque la
enorme tendencia materialista de todas las formas en la actualidad (hablando
esotéricamente), la expresión de esa Voluntad ha sido demorada; la voluntad del
hombre no ha consistido en establecer correctas relaciones humanas. De allí la
disciplina impuesta por la guerra, la tortura en las formas y el sufrimiento
del vivir humano.” (168)
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“Sería conveniente
reflexionar sobre cuáles son los factores existentes en la sumisión y la
conformidad. En ellas están involucradas las correctas relaciones humanas, el
renunciamiento, la sumisión a los hechos existentes y la obediente conformidad
a la ley divina. Esto es lo que Cristo demostró anteriormente y éstas "son
las cosas" que Él ayudará a que, entusiasta y comprensivamente, la
humanidad acepte, lo cual traerá la felicidad, lección difícil de aprender, y
experiencia totalmente nueva para la humanidad. Cristo deberá enseñar a los
seres humanos cómo disfrutarla correctamente, cómo superar los antiguos hábitos
de sufrimiento y comprender el significado de la alegría. Sin embargo, no
vendrá solamente a enseñar a los hombres la necesidad de establecer correctas
relaciones humanas, sino a que aprendan a establecerlas debidamente.” (169)
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“Gran parte de lo que se expone en estas páginas concierne,
en realidad, a la aparición del Reino de Dios -aparición que ahora puede tener
lugar, debido a tres factores:
1. Al acrecentamiento de ese Reino en la Tierra, con sus
miles de personas que aceptan sus leyes y se esfuerzan por vivir de acuerdo a
sus reglas y espíritu.
2. Al hecho de que los signos de la época y la imperante
necesidad de la humanidad han evocado al Cristo, y Él ha decidido reaparecer.
3. A
la demanda invocadora de la humanidad que asciende continuamente hasta "el
Lugar Secreto del Altísimo", y que la Jerarquía proyecta aparecer
conjuntamente con el Cristo y restablecer la Ley del Espíritu sobre la Tierra.
El momento de restablecer los antiguos Misterios ha llegado.
Estos hechos se han divulgado ampliamente durante los
últimos dos años, como resultado de la depuración llevada a cabo en el mundo
por la guerra mundial (1914-1945), y del sufrimiento a que fue sometida la
humanidad (cuyo efecto igualmente purificador y poderoso, se manifestará
posteriormente). Entonces será posible que la Jerarquía, la Iglesia del Cristo
hasta ahora invisible, se exteriorice y actúe abiertamente en el plano físico.
Esto significa retornar a la situación que existía en la época atlante cuando -
empleando la simbología bíblica (Gn. 2,3) - Dios Mismo caminó entre los hombres
y habló con ellos, pues no existían barreras entre el reino de los hombres y el
Reino de Dios. La divinidad estaba entonces presente en forma física, y los
Miembros de la Jerarquía espiritual guiaban y dirigían abiertamente los asuntos
de la humanidad, hasta donde lo permitía la innata libertad del hombre. Hoy, y
en un futuro inmediato, esto volverá a ocurrir en una vuelta más alta de la
espiral de la vida. Los Maestros caminarán abiertamente entre los hombres y
Cristo reaparecerá físicamente. También se restaurarán los antiguos Misterios;
serán nuevamente reconocidos los antiguos jalones que la Masonería ha
preservado con tanto empeño y conservado hasta ahora en los rituales masónicos,
esperando el día de la restauración y de la resurrección.” (170)
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“Según reza una antigua Escritura:
"Lo que ha sido un misterio dejará de serlo y aquello
que ha estado oculto será ahora revelado; lo que ha estado velado surgirá a la
luz y engrandecerá esa luz, y todos los hombres verán y se regocijarán. Llegará
el momento en que la destrucción habrá realizado su trabajo benéfico; entonces
los hombres, por el sufrimiento, buscarán aquello que han desechado. En vana
persecución han buscado lo que tenían a mano y era fácil de obtener. Cuando lo
poseyeron se comprobó que era un agente de la muerte. Sin embargo, buscaron
siempre la vida y no la muerte".” (171)
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“La tarea del Señor de la Luz y la del Señor del Amor (*)
debe ser presentada de nuevo a un mundo indigente. Respecto a esto podría
decirse que algunas naciones necesitan comprender la enseñanza que el Buddha
enunció en las Cuatro Nobles Verdades; debe comprenderse que la causa de toda
aflicción y sufrimiento reside en el indebido abuso del deseo -deseo por lo
material y transitorio.” (172)
(*) Buda y Cristo
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“No es posible que Él (*) se sienta feliz con los grandes
templos de piedra construidos por los eclesiásticos, en tanto que Su pueblo ha
quedado sin guía y no se le han esclarecido razonablemente los asuntos
mundiales. En verdad (con gran dolor en su corazón) ha de sentir que la
sencillez que Él enseñó y el simple camino hacia Dios que acentuó,
desaparecieron entre las brumas de la teología (iniciada por San Pablo) y las
discusiones de los eclesiásticos en el transcurso de los siglos. El ser humano
se ha apartado mucho de la sencillez mental y de la simple vida espiritual de
los primitivos cristianos. Es muy posible que el Cristo haya considerado
errónea e indeseable la vida separatista de las iglesias y la arrogancia de los
teólogos (haciendo una división, como lo han hecho, entre creyentes y no
creyentes, cristianos y ateos, seudo-iluminados y seudo-ignorantes), contraria
a todo lo que Él Mismo sostuvo y creyó cuando dijo: "También tengo otras
ovejas que no son de este redil" (Jn. 10,16).” (173)
(*) Cristo
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“La presentación de la verdad religiosa en el pasado, ha
impedido el crecimiento del espíritu religioso; la teología ha llevado a la
humanidad a las puertas de la desesperación; la delicada flor de la vida
crística se ha marchitado en los oscuros meandros del pensamiento humano; la
fanática adhesión a las interpretaciones humanas ocupó el lugar del vivir
cristiano; millones de libros han borrado las palabras vivientes de Cristo; los
argumentos y las discusiones de los sacerdotes han apagado la luz que trajo el
Buddha, y el Amor de Dios, tal como lo reveló la vida de Cristo, ha sido
olvidado, al mismo tiempo que los hombres argumentaron acerca de los
significados, las frases y las palabras. Mientras tanto los hombres agonizaban,
se morían de hambre, sufrían, pedían ayuda y enseñanza y, al no verse
satisfechos, perdieron la fe.” (174)
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“La gente se pregunta por qué el Cristo no viene -con la
pompa y la ceremonia que la iglesia le asigna a ese acontecimiento - y
comprueba con Su venida Su divino poder y pone a prueba, de manera convincente,
la autoridad y el poder de Dios, terminando así con el ciclo de agonía y
sufrimiento. Las respuestas son muchas. Debe recordarse que el principal
objetivo del Cristo no será demostrar Su poder, sino dar a conocer el ya
existente Reino de Dios. También se preguntarán, ¿por qué cuando vino
anteriormente no fue reconocido? --; ¿hay alguna garantía de que esta vez será
diferente? Quizás se pregunten, ¿por qué no será reconocido? Porque los ojos de
los hombres están cegados por las lágrimas de la autoconmiseración y no de la
contrición; porque el corazón del hombre está aún corroído por un egoísmo que
la agonía de la guerra no ha curado; porque la norma de valores es la misma que
existía en el corrupto Imperio Romano que presenció Su primera aparición, pero
tales valores eran locales y no universales como lo son en la actualidad;
porque aquellos que podrían reconocerlo y anhelan y esperan Su venida, no están
dispuestos a hacer los sacrificios necesarios para asegurar el éxito de Su
advenimiento.” (175)
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“1. La Inercia del Hombre Común espiritualmente Orientado.
El hombre común espiritualmente orientado, el hombre de
buena voluntad y el discípulo, siempre son conscientes del desafío de la época
y de la oportunidad que pueden ofrecer los acontecimientos espirituales. El
deseo de hacer el bien y de llevar a cabo fines espirituales se agita
incesantemente en sus conciencias. Quien ama a sus semejantes y sueña con la
materialización del Reino de Dios en la tierra, o es consciente del despertar
---por lento que sea - de las masas a los valores espirituales superiores, se
siente totalmente insatisfecho. Se da cuenta que ha contribuido muy poco para
lograr esos objetivos deseables. Sabe que su vida espiritual es secundaria y la
guarda cuidadosamente para sí, temiendo frecuentemente hablar de ello a sus
seres queridos y allegados; trata de ensamblar sus esfuerzos espirituales con
su vida común y externa, de hallar tiempo y oportunidad para ello, en forma
apacible, fútil e inocua. Se siente inerme ante la tarea de organizar y
reajustar sus asuntos, para que predomine el modo espiritual de vivir; busca
excusas y oportunamente razona con tanto éxito que llega a la conclusión de
que, dadas las circunstancias, hace todo cuanto puede. La verdad es que lo que
hace es tan poco que probablemente una hora, quizás dos, de las veinticuatro
del día, abarque el tiempo que le dedica al trabajo del Maestro; se escuda
detrás del argumento de que las obligaciones del hogar le impiden hacer más, y
no se da cuenta que, con tacto y comprensión amorosa, el ambiente hogareño
puede y debe ser el campo donde él triunfe; olvida que no hay circunstancias en
las que el espíritu del hombre pueda ser vencido, o en que el aspirante no
pueda meditar, pensar, hablar y preparar el camino para la venida del Cristo,
siempre que tenga suficiente interés y conozca el significado del sacrificio y
el silencio. Las circunstancias y el medio ambiente no constituyen un verdadero
obstáculo para la vida espiritual.
Quizás se excuse tras el pretexto de tener poca salud y con
frecuencia enfermedades imaginarias. Dedica tanto tiempo al cuidado de sí
mismo, que el que podría dedicar al trabajo del Maestro es muy reducido; está
tan preocupado con su cansancio, su resfrío y sus imaginarias dificultades
cardíacas, que su “Conciencia del cuerpo" se desarrolla constantemente
hasta que con el tiempo domina su vida; entonces es demasiado tarde para hacer
algo. Esto ocurre especialmente con las personas que han llegado a los
cincuenta años o más. Difícilmente dejarán de dar esta excusa, porque se
sienten cansados y doloridos, y en el transcurso de los años esto tiende a
empeorarse.
El único remedio para esta inercia progresiva es ignorar el
cuerpo y sentir alegría en la vivencia del servicio. No me refiero a
enfermedades definidas o a serios impedimentos físicos; a éstos se les ha de
dedicar el cuidado y la atención debidos; me refiero a los miles de hombres y
mujeres que se quejan y preocupan de cuidarse a sí mismos, desperdiciando horas
que podría dedicarlas a servir a la humanidad. Aquellos que tratan de hollar el
Sendero del Discipulado deberían dedicar las incontables horas malgastadas en
un inútil cuidado de sí mismos, a servir a la Jerarquía.” (176)
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(160) Capítulo II. Oportunidad Excepcional de Cristo. El
Mundo Actual (pág.24)
(161) Capítulo II. Oportunidad Excepcional de Cristo. El
Mundo Actual (pág. 28)
(162) Capítulo II. Oportunidad Excepcional de Cristo. El
Mundo Actual (pág. 32)
(163) Capítulo III. La Reaparición de Cristo. La Expectativa
Mundial (pág. 40)
(164) Capítulo III. La Reaparición de Cristo. La Expectativa
Mundial (pág. 45)
(165) Capítulo III. La Reaparición de Cristo. La Expectativa
Mundial (pág. 51)
(166) Capítulo III. La Reaparición de Cristo. La Expectativa
Mundial (pág. 55)
(167) Capítulo V. Las Enseñanzas del Cristo (pág. 94 y 95)
(168) Capítulo V. Las Enseñanzas del Cristo . I. El
Establecimiento de Correctas Relaciones Humanas. (pág. 100)
(169) Capítulo V. Las Enseñanzas del Cristo . I. El
Establecimiento de Correctas Relaciones Humanas. (pág. 101)
(170) Capítulo V. Las Enseñanzas del Cristo . III. La
Revelación de los Misterios de la Iniciación. (pág. 106)
(171) Capítulo V. Las Enseñanzas del Cristo . III. La
Revelación de los Misterios de la Iniciación. (pág. 109)
(172) Capítulo V. Las Enseñanzas del Cristo . IV. La
Disipación del Espejismo. (pág . 115)
(173) Capítulo VI. La Nueva Religión Mundial (pág. 122)
(174) Capítulo VI. La Nueva Religión Mundial (pág. 124)
(175) Capítulo VII. Preparación para la Reaparición de
Cristo. La Preparación Necesaria. El Trabajo del Nuevo Grupo de Servidores
(pág. 142)
(176) Capítulo VII. Preparación para la Reaparición de
Cristo. La Preparación Necesaria. El Trabajo del Nuevo Grupo de Servidores (pág.
144)