Esta entrada es la continuación de El Silencio (III)
En esta y posteriores publicaciones vamos a tratar el tema del silencio.
Es un tema que probablemente despierte curiosidad en las personas interesadas en la espiritualidad, dado que se habla mucho sobre ello pero probablemente no se entienda el por qué de la importancia del mismo y del correcto empleo de la palabra en su momento oportuno, aspectos estos que cualquier persona que desee introducirse en el sendero espiritual debe conocer, desarrollar y practicar.
Con estas recopilaciones de fragmentos extraídos de las enseñanzas del Maestro Tibetano, quizá podamos añadir algo de luz al complejo tema, dado que en un mundo de sonidos, puede parecer extraño la importancia del silencio.
Como es habitual, en la última entrada que publique podréis (si lo deseáis) descargaros en formato pdf. el recopilatorio entero sobre el tema.
Dani
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“Se dice que el poder crece o se desarrolla en el silencio, y sólo aquel que encuentra un centro de paz en su cabeza, donde se unen los senderos de las fuerzas corporales y las corrientes espirituales afluyentes, puede practicar correctamente la verdadera discriminación y el desapasionamiento, poniendo bajo la guía del alma los cuerpos astral y mental controlados.”(18)
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"El aforismo oculto: querer, saber, osar y callar, tiene un significado especial aún no revelado y sólo me es posible dar una simple indicación. Las personas que poseen conocimiento interno lo comprenderán de inmediato.
Querer. Esta palabra se relaciona con la última realización, cuando por un acto de la voluntad del alma, combinada con la del hombre inferior, se produce la unificación y la comprensión. Implica el centro en la base de la columna vertebral.
Saber. Esta palabra concierne al centro ajna, el centro entre las cejas. Hay una insinuación en la frase "Que la Madre conozca al Padre". Se relaciona con la boda en los Cielos.
Osar. Esta palabra da la clave de la subordinación de la personalidad, y tiene una íntima relación con el plexo solar, el gran centro de distribución del deseo y de las fuerzas astrales y el principal centro del trabajo de transmutación.
Callar. Esta palabra concierne a la transmutación de la energía inferior creadora, en la vida superior creadora. El centro sacro debe permanecer en silencio.” (19)
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"Todo entrenamiento esotérico tiene en vista el desarrollo del aspirante para que pueda ser, en verdad, un punto focal de energía espiritual. Debe recordarse, no obstante, que bajo la ley, este entrenamiento será cíclico, y tendrá su flujo y reflujo, como todo lo demás en la naturaleza. Las épocas de actividad suceden a las de pralaya, y los períodos de contacto alternan con períodos de aparente silencio. Observen aquí la elección de las palabras. Esto se debe a la imposición de la Ley de Periodicidad, y si el estudiante se desarrolla debidamente, cada período de pralaya será seguido por uno de mayor actividad y más poderosa realización. El ritmo, el flujo, el reflujo y el medido compás de la vida palpitante, constituyen siempre la ley del universo y, al aprender a responder a la vibración de los Altos Lugares, debe tenerse en cuenta esta periodicidad rítmica. La misma ley rige para un ser humano, un planeta, un sistema solar -todos los centros o puntos focales de energía de alguna Vida más grande. Para que tenga éxito el trabajo que llevan a cabo (y consiste mayormente en la tarea de desarrollar la capacidad para hacer contacto con ciertas corrientes en niveles mentales -corrientes que emanan del yo superior, del grupo egoico o del Maestro-), deben existir ciertas condiciones definidamente planificadas y estar presentes ciertos factores. Cuando éstos no existen, las corrientes (si así puedo expresarlo) se desvían y no se produce el contacto. Si es necesario atender asuntos mundanos -y estos períodos llegan en todo ciclo de vida- entonces debe concentrarse la atención en esos detalles, y el contacto superior quedará provisoriamente sin realizar. Tal atención a los asuntos del plano físico no es necesariamente pérdida de tiempo, porque constituye parte del plan en ese momento particular como cualquier otro tipo de servicio. La plena expresión y conciencia en cada uno y en todos los planos es el objetivo, recordando que cada plano, con sus diversos estados de conciencia, es también parte de la Vida divina. La mayoría de los aspirantes carece de la conciencia de síntesis y de la capacidad de mantener y registrar la continuidad.” (20)
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“La meta del trabajo del aspirante consiste en comprender esos aspectos de la mente con los cuales debe aprender a trabajar.
…/…
Todo verdadero estudiante sabe que esto involucra concentración, a fin de enfocar u orientar la mente inferior con la superior. Inhibe temporariamente la tendencia normal a construir formas mentales. Valiéndose de la meditación, que es el poder de la mente de mantenerse en la luz, y en esa luz percibir el plan, aprende a "atraer" las ideas necesarias. Por medio de la contemplación encuentra que puede penetrar en ese silencio que le permitirá extraer de la mente divina, arrebatar de la conciencia divina el pensamiento de Dios y conocer. Éste es el trabajo que tiene ante sí todo aspirante, de allí la necesidad de conocer la naturaleza de su problema mental y las herramientas que está obligado a utilizar, y de saber aplicar mediante el correcto empleo del mecanismo mental, lo que aprende y adquiere.” (21)
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El pensamiento vano, egoísta, cruel y de odio, expresado en palabras, produce una prisión, envenena todas las fuentes de vida, provoca enfermedad y causa desastres y demora. En consecuencia, sé amable, bondadoso y bueno, dentro de tus posibilidades. Guarda silencio y la luz entrará en ti.” (22)
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“Por lo tanto, la muerte es literalmente, el retiro del corazón y de la cabeza de esas dos corrientes de energía, produciendo, en consecuencia, la completa pérdida de la conciencia y la desintegración del cuerpo. La muerte difiere del sueño en que ambas corrientes de energía son retiradas. En el sueño se retira el hilo de energía introducido en el cerebro, y cuando esto ocurre, el hombre queda inconsciente. Con esto queremos decir que su conciencia o sentido de percepción está enfocado en otra parte. Su atención no está ya dirigida a las cosas tangibles y físicas, sino que se desvía hacia otro mundo del ser y queda centralizada en otro mecanismo. Al morir, los dos hilos son retirados o unificados en, el hilo de la vida. La vitalidad cesa de penetrar a través de la corriente sanguínea y el corazón deja de funcionar, lo mismo que el cerebro deja de registrar, y así se establece el silencio. La casa está vacía. La actividad cesa, excepto esa actividad asombrosa e inmediata que es prerrogativa de la materia misma y se expresa en el proceso de descomposición. Desde ciertos aspectos ese proceso indica la unidad del hombre con todo lo material; demuestra que es parte de la naturaleza misma, y por naturaleza queremos decir el cuerpo de la vida una, en quien "vivimos, nos movemos, y tenemos nuestro ser". En esas tres palabras, vivir, mover y ser, tenemos toda la historia. Ser es percepción, autoconsciencia y autoexpresión y sus símbolos exotéricos son la cabeza y el cerebro del hombre. Vivir es energía, deseo en la forma, coherencia y adhesión a una idea, y sus símbolos exotéricos son el corazón y la sangre. Mover indica integración y respuesta de la entidad existente, perceptiva y viviente, a la actividad universal, y sus símbolos exotéricos son el estómago, el páncreas y el hígado.” (23)
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"En relación con la técnica de morir sólo me es posible ahora hacer una o dos sugerencias. No me ocupo aquí de la actitud de los atentos vigías, sino de esos puntos que harán más fácil el paso del alma transeúnte.
Primero, se debe guardar silencio en la habitación. Esto con frecuencia se hace. Se ha de recordar que la persona moribunda está por lo general inconsciente. Esta inconsciencia es aparente, no real. De novecientos casos sobre mil hay percepción cerebral, con plena conciencia de lo que ocurre, pero existe parálisis completa de la voluntad para expresarse y total incapacidad para generar la energía indicadora de vida. Cuando el silencio y la comprensión reinan en la habitación del moribundo, el alma que parte, puede retener con claridad la posesión de su instrumento hasta el último minuto y hacer la debida preparación. …” (24)
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“"La trama palpita. Se contrae y dilata". La idea subyacente es la del latido, diástole y sístole, flujo y reflujo de la actividad cíclica, el día de la oportunidad y la noche de la inactividad, la absorción y la expulsión, y esas numerosas apariciones y desapariciones que marcan la corriente de la vida en todos los reinos y dimensiones. Este ciclo del día y la noche, que es la inevitable señal de la existencia manifestada, tiene que ser reconocido. Todo discípulo debe adquirir (poniendo la verdad en términos sencillos) esa sabiduría basada en el conocimiento de cuándo corresponde trabajar o no, y en la comprensión de esos períodos e intervalos que se caracterizan por la palabra y el silencio. Es aquí donde se cometen muchos errores y fracasan la mayoría de los trabajadores.” (25)
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(18) Tratado sobre Magia Blanca, pág. 172
(19) pág. 209
(20) pág. 235
(21) pág. 266
(22) pág. 344
(23) Tratado sobre Magia Blanca, pág. 360 y Tratado sobre los Siete Rayos Vol. 4 - Curación Esotérica -, pág. 334
(24) Tratado sobre Magia Blanca, pág. 367 y Tratado sobre los Siete Rayos Vol. 4 - Curación Esotérica -, pág. 336
(25) Tratado sobre Magia Blanca, pág. 370
(CONTINUACIÓN)
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